Francisco J. Ferraro

El exceso de turismo como restricción al desarrollo

La tribuna

En el medio plazo el crecimiento del Producto Interior Bruto por habitante es menor en las comunidades autónomas más turísticas

El exceso de turismo como restricción al desarrollo
El exceso de turismo como restricción al desarrollo

12 de mayo 2024 - 01:00

Según el primer trimestre el turismo batió récords en España: 17,1 millones de viajeros (un 17,7% más que en 2023 y 18,2% más en Andalucía), previéndose que este año se alcance otro récord histórico, por lo que el turismo sigue aumentando su aportación a la economía española. Además, el notable aumento del gasto por turista le permite al ministro del ramo celebrar que estamos superando el denostado turismo de sol y playa, al que se asociaba una elevada estacionalidad y efectos destructivos en buena parte del litoral entre otros inconvenientes.

No obstante, el pasado 20 de abril manifestaciones en todo el archipiélago canario rechazaban el turismo masivo y pedían implantar una tasa turística y una moratoria para hoteles y apartamentos turísticos, con la comprensión del gobierno regional que aceptó repensar el modelo. Este rechazo se ha producido en muchas ciudades europeas y españolas, y se está generalizando porque el extraordinario crecimiento en la última década del turismo urbano está provocando la masificación de los centros de las ciudades, restricciones a la movilidad, la desaparición de los comercios tradicionales, la mercantilización del patrimonio cultural, la ocupación del espacio público para la restauración y, sobre todo, la proliferación de hoteles y viviendas turísticas está encareciendo notablemente el acceso a la vivienda y expulsando a los residentes.

Además de los referidos efectos negativos de la masificación del en las ciudades, la evolución económica de las comunidades autónomas pone de manifiesto que la intensidad turística se correlaciona negativamente con el crecimiento económico. Dado que esta restricción es más determinante para el desarrollo regional y, en particular, de sus ciudades, creo que merece actualizar lo que expuse en las páginas de este diario en septiembre de 2017.

Desde el año 2000 al 2022, las comunidades autónomas de mayor intensidad turística (Canarias, Baleares, Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana), que suponen el 85% del gasto turístico en España, se han comportado peor que la media española en términos de PIB por habitante. En concreto, han descendido en el ranking Baleares, que ha pasado de la 3ª posición a la 6ª; Canarias de la 8ª a la 15ª; la Comunidad Valenciana de la 9ª a la 12ª; y Andalucía de la 16ª a la 17ª. La única que no ha bajado en el ranking ha sido Cataluña, porque tiene una estructura productiva más diversificada, con más industrias y servicios cualificados, aunque su PIB por habitante ha descendido desde un 21,7% superior a la media española en 2000 a un 15,6% en 2022.

La correlación inversa entre especialización turística y crecimiento económico se produce porque la asignación de factores productivos (recursos humanos, capital, recursos naturales, tecnología) tienen mayor concentración en actividades de baja productividad (restauración, alojamiento, construcción, comercio, transporte, ocio y entretenimiento), que son intensivas en empleo de baja-media cualificación, limitada inversión, reducidos salarios y escasa complejidad tecnológica.

El turismo es una actividad en expansión por la tendencia mundial al crecimiento de la renta y la elevada elasticidad-renta de su demanda, por lo que el aumento de turistas está asegurado, aunque no se hagan campañas de promoción. En particular, el turismo de ciudad viene aumentando con intensidad en los últimos años, especialmente en Sevilla, cuya provincia más que duplica los aumentos nacionales y regionales desde 2013 a 2023, con aumentos del 60,3% del número de viajeros y del 72% de pernoctaciones (la capital concentra el 74% de las plazas de alojamiento turístico de la provincia). ¿Imaginan la masificación turística dentro de diez años?

El turismo ni se puede ni se debe evitar, pero lo que no parece razonable es seguir con políticas de promoción turística indiscriminadas, ni seguir contabilizando el aumento de turistas como éxitos políticos, sino que por el contrario lo razonable es frenar la intensidad turística en los municipios en los que los impactos son negativos, para lo que las tasas turísticas pueden ser un instrumento desincentivador, además de tener legítimos fines recaudatorios, y adoptar políticas más contundentes para limitar la oferta de alojamientos y la ocupación de espacios públicos. Y en sentido positivo, una política de fomento económico que se concentre en incentivar la inversión en actividades con productividad más elevada y en la capacitación de los recursos humanos.

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