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La obesidad es una de las epidemias endémicas de nuestro siglo. Si bien comienza a haber una creciente conciencia social sobre esta patología, considerada durante mucho tiempo una cuestión más estética que de salud, su prevalencia continua aumentando con los años. Según datos de la OMS, afecta a más de 650 millones de adultos y 340 millones de niños en todo el mundo. En España, el 22 % de la población sufre esta enfermedad crónica que, a su vez, desencadena otras: cardiopatías, ACV, diabetes y algunos tipos de cáncer.
La mayoría de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal. Es por eso que en el campo de la investigación, la búsqueda de un tratamiento farmacológico más efectivo que las dietas o las intervenciones quirúrgicas es cada vez mayor. El reto es que habría que entrar en las mentes de estos pacientes, literalmente. Más concretamente, en un área cerebral: el hipotálamo.
Precisamente, este es el objetivo del grupo NeurObesity del Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas, en el que participan profesionales de la Universidad de Santiago de Compostela. Ahora, este equipo ha publicado en el medio especializado Nature Metabolism un trabajo detallando un método farmacológico para revertir la obesidad actuando sobre este área cerebral.
El hipotálamo se encuentra en la base del cerebro. Cuando funciona con normalidad, controla el hambre, la sed, la temperatura corporal, el dolor, y cuándo es hora de despertarse y de dormir. Por ello, encontrar un mecanismo para acceder a él era imprescindible para la investigación. ¿El problema? Es una de las estructuras mejor amuralladas del cerebro.
''Es una auténtica caja fuerte. Además, cualquier molécula que quiera llegar al cerebro tiene que atravesar un sofisticado sistema de transporte: la barrera hematoencefálica'', explica López. ''Esa estructura no solo actúa como un peaje, sino que regula la entrada de medicamentos'', indica el experto.
Sin embargo, los autores de este trabajo han encontrado una manera de atravesar esa barrera: emplear vesículas extracelulares, unas nanopartículas naturales lo bastante pequeñas como para llegar al cerebro, pero lo bastante grandes como para que se puedan usar para transportar otras determinadas moléculas que actúen como fármaco.
Lo que han conseguido es revertir la obesidad en ratones muy obesos. A pesar de continuar consumiendo una dieta alta en grasa, los animales perdían peso. ¿Cómo es posible? Porque el grupo ha transportado, a través de las nanopartículas, versiones de un gen modificado que, al expresarse, inhibe la acción de la proteína AMPK [encargada de regular el metabolismo, entre otras cosas]. ''Cuando se activa hace que comas más y cuando se inhibe hace que gastes más energía. Esta estrategia permite que se inhiba en un grupo pequeño de células y que, de esa forma, se queme más grasa'', aclara López.
Por ahora, los científicos de NeurObesity han probado este enfoque en modelos animales (ratones) con éxito, lo que ofrece un horizonte prometedor para un posible uso clínico en humanos. Con todo, es importante recordar que aún tiene que pasar por varias fases (incluyendo ensayos clínicos) antes de que pueda estar disponible para los pacientes.
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