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Nutrición y Bienestar
El consumo de sal es algo que solemos hacer de manera automática en nuestras comidas, ya sea añadiéndola a una ensalada o a través de alimentos que ya la contienen, como panes, embutidos o comidas procesadas. Sin embargo, muchas personas no son conscientes de sus efectos negativos consumida en exceso. Aunque la sal es necesaria en pequeñas cantidades para el funcionamiento de nuestro cuerpo, un consumo elevado puede aumentar el riesgo de sufrir problemas graves como la hipertensión, enfermedades del corazón y otros trastornos fundamentalmente cardiovasculares.
Por ejemplo, el exceso de sal en la dieta provoca retención de líquidos y esto a su vez un aumento de volumen de sangre en los vasos sanguíneos. Esto provoca una mayor presión sobre las paredes arteriales, elevando la presión arterial, por lo que la hipertensión se constituye como uno de los factores de riesgos más importantes para las enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y otras complicaciones.
Lo que sucede es que cuando aumenta la presión arterial de manera crónica, provoca un daño en el revestimiento de los vasos sanguíneos, lo que promueve la formación de placas ateroscleróticas (depósitos de grasa y colesterol). Estas placas pueden bloquear el flujo sanguíneo, lo que aumenta el riesgo de infartos y enfermedades coronarias.
Para darle sabor a tus ensaladas sin tener que recurrir a la sal, hay varias alternativas deliciosas y saludables. El zumo de limón es una opción excelente, ya que su acidez realza los sabores naturales de los ingredientes y aporta frescura sin necesidad de añadir sal.
También puedes usar hierbas frescas como albahaca, cilantro o perejil, que añaden un toque aromático y mejoran el sabor de las verduras. Además, el vinagre de manzana o balsámico es ideal para aliñar ensaladas, ya que ofrece un contraste agridulce que complementa bien los vegetales y otros ingredientes sin necesidad de salar.
Estas opciones no solo evitan el exceso de sal, sino que también enriquecen el sabor de tus platos de manera natural.
El potasio ayuda a regular los líquidos, la contracción muscular y la transmisión del impulso nervioso, además de ayudar a equlibrar los niveles de líquidos dentro y fuera de las células, por lo que es fundamental para mantener la homeostasis, o equilibrio interno, de nuestro organismo.
El potasio trabaja en conjunto con el sodio en lo que se conoce como la bomba sodio-potasio, un mecanismo celular que regula el movimiento de estos iones a través de las membranas celulares. Mientras que el sodio tiende a atraer agua hacia fuera de las células, el potasio ayuda a mantener el equilibrio interno de líquidos al atraer el agua hacia dentro de las células.
Esta interacción es clave para la regulación de la presión arterial y el equilibrio hídrico, además de que el potasio también es importante para el buen funcionamiento de la musculatura, ya que participa en la generación de los impulsos eléctricos que permiten la contracción muscular. Durante la contracción, el potasio sale de la célula mientras que el sodio entra, lo que crea un cambio en la carga eléctrica que permite que el músculo se contraiga. Un desequilibrio en los niveles de potasio, ya sea por déficit o exceso, puede llevar a debilidad muscular, calambres o incluso problemas más serios como arritmias cardíacas.
El potasio es fundamental para la transmisión de los impulsos eléctricos en el sistema nervioso que se encarga de restaurar el estado de reposo de la célula nerviosa después de que se ha generado un impulso eléctrico, lo que permite que los nervios sigan transmitiendo señales de manera eficiente. Sin un adecuado balance entre sodio y potasio, los nervios no funcionarían correctamente, afectando a la coordinación y respuesta muscular, entre otros procesos.
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