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Nutrición y dietética
Asaltar la nevera o la alacena en un episodio de hambre nocturna, es un deseo irrefrenable que todos hemos experimentado alguna vez. El síndrome del 'comedor nocturno', además suele manifestarse con una ansiedaad que solo se sacia con alimentos altos en carbohidratos. Este hábito, como es evidente, resulta contraproducente para bajar de peso. Incluso puede hacerte ganar kilos de más indeseados. ¿Por qué? La respuesta es que acostumbrar al cuerpo a cualquier hábito, hace que pueda convertirse en un patrón de conducta. Y esto, claramente, no es el ciclo natural de nuestro reloj biológico. Por ello, estos cambios de rutina tienen sus consecuencias sobre la báscula.
El síndrome se describió por primera vez en 1955 en un grupo de pacientes obesos en el que se observó un 25% - 50% de la ingesta calórica diaria total después de la cena. De hecho, toman más de la mitad de las calorías diarias después de la cena y antes del desayuno. En este sentido, los expertos aseguran que existe conexión entre la falta de sueño y el hambre. De hecho, cuando restamos tiempo a nuestro descanso, el organismo interpreta que es hora de acumular grasa.
Y no es la hora en la que ingieres la comida lo que te puede hacer engordar, sino más bien el índice calórico de lo que se ingiere y que esas mismas se sumen a las ya acumuladas durante el día. Por ende, el gasto calórico se excede y finalmente, no sólo aumentaremos de peso por el equilibrio de energía positivo, sino que perjudicaremos la salud como consecuencia de la mala calidad de la alimentación.
Otra de las razones por las que comer antes de dormir engorda, tiene que ver con la insulina. Cuando se consumen alimentos como los carbohidratos que elevan los niveles de insulina, el proceso de quemar grasa se detiene y se empieza a crear un almacenamiento de grasa.
Durante la noche la sensibilidad a la insulina es casi nula, por lo que el cuerpo no reaccionará de la misma manera como lo haría en la mañana. Y cuando esto ocurre es muy fácil que los carbohidratos que consumas queden almacenados como grasa adicional.
Según los expertos, consumir alimentos antes de irse a acostar produce que el organismo permanezca en un estado de "alta alerta", lo cual estimula la producción de hormonas del estrés, como la adrenalina, y también pueden alterar los ritmos circadianos.Además hay consecuencias de corto y largo plazo que van desde aumento de peso hasta síndrome metabólico. Asimismo, el grupo de factores de riesgo incluyen problemas cardiacos, embolia y diabetes.
Algunos expertos recomiendan ingerir tu última comida menos de dos horas antes de dormir, mientras que otros recomiendan no comer después de las 6 p.m para tener más beneficios de salud.
De cualquier manera, otros estudios simplemente sugieren restringir las horas de comida y evitar comer muy tarde, intentando cenar lo más temprano posible y luego desayunar lo más tarde posible para tener un ayuno de más o menos 12 horas diarias.
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