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Las denominadas 'dietas milagro' siguen siendo famosas entre toda clase de personas. Una de ellas, la dieta Keto, pertenece a las dieta cetogénicas, caracterizadas por ser muy bajas en carbohidratos, modestas en proteínas y altas en grasas.
Esta mezcla de combustibles tiene como objetivo inducir la cetosis (producción de cuerpos cetónicos), que sirven como fuente de energía alternativa para las neuronas y otros tipos de células que no pueden metabolizar directamente los ácidos grasos. Lo que consigue, o se pretende conseguir con esta clase de dietas, es convertir, por fuerza, la grasa en energía.
Un estudio publicado recientemente bajo el título 'Ketogenic Diets and Chronic Disease: Weighing the Benefits Against the Risks', ha realizado un análisis sobre los efectos que esta clase de dietas tienen sobre el cuerpo humano. El ensayo parte de la idea de que estas dietas muy bajas en carbohidratos (cetogénicas) se pautan para bajar de peso y, con menos frecuencia, por otras razones de salud. La revisión efectuada por estos científicos resume los efectos de una dieta cetogénica sobre las condiciones de salud para las que se ha promovido, así como los posibles efectos a largo plazo sobre la salud.
Dichas dietas afectan la calidad de la alimentación y, por tanto, a la salud, dado que, al consumir un exceso de productos de origen animal, se está favoreciendo, entre otras cosas, la aparición de enfermedades cardiovasculares. "Para la mayoría de las personas, los riesgos de las dietas cetogénicas pueden superar los beneficios", declaran en la investigación.
Durante el ayuno prolongado, determinados tejidos como es el caso del músculo, pueden metabolizar directamente los ácidos grasos libres liberados de los depósitos adiposos: gran parte de este ácido graso se convierte en cetonas en el hígado, lo que puede alimentar a los consumidores de glucosa que de otro modo estarían obligados a minimizar la movilización de proteínas corporales para la gluconeogénesis.
"Sin embargo, para inducir al hígado a producir cetonas en estado de alimentación, se debe minimizar la ingesta de carbohidratos y aumentar la ingesta de grasas. La utilización de proteínas también se altera con una dieta cetogénica; el cuerpo deriva la mayor cantidad de proteínas posible a la gluconeogénesis, mientras que la cantidad mínima necesaria se utiliza para la reparación de tejidos", explican los investigadores.
La restricción extrema de carbohidratos puede afectar profundamente la calidad de la dieta, ya que, por lo general, se reducen o eliminan alimentos como las frutas, verduras, cereales integrales y legumbres mientras que, en contrapartida, se aumenta el consumo de productos animales.
Así, esta clase de dietas carecen (o las poseen en unas proporciones insuficientes) de vitaminas, minerales, fibra y fitoquímicos que se encuentran en frutas, verduras y granos integrales, además son bajas en tiamina, ácido fólico, vitamina A, vitamina E, vitamina B6, calcio, magnesio, hierro y potasio. Es por ello que las personas que mantienen esta clase de dietas por un tiempo prolongado corren el riesgo de sufrir deficiencias nutricionales evidentes. "Incluso cuando se consumen solo alimentos ricos en nutrientes, se informa que una dieta cetogénica tiene múltiples deficiencias de micronutrientes, a menudo carecen de vitamina K, ácido linolénico y vitaminas solubles en agua, excluida la vitamina B12", exponen los científicos.
Aunque las dietas cetogénicas pueden mejorar la glucemia en pacientes pediátricos con diabetes tipo 1, generalmente no se utilizan en esta población debido al riesgo de desnutrición, retraso del crecimiento, densidad ósea reducida, hiperlipidemia, falta de sueño, amenorrea e hipoglucemia. Además, tampoco es aconsejable debido que el estado de ánimo y el comportamiento pueden verse afectados negativamente, apuntan los científicos.
En adultos con diabetes tipo 1, se han observado resultados tanto favorables como desfavorables. Un pequeño estudio de 11 adultos con diabetes tipo 1 informó que una dieta cetogénica consiguió mejorar el control de la glucosa en sangre, pero, por otro lado, desencadenó episodios hipoglucémicos extremos frecuentes. "La mayoría de los participantes también desarrollaron dislipidemia. Los cambios en los lípidos son de especial preocupación en las personas con diabetes, que ya tienen un mayor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares", concluyen.
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