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ES habitual en relación a la sanidad conocer noticias e informaciones referidas a la aparición de nuevos avances científicos que ofrecen nuevas respuestas frente a las enfermedades.
Llevamos algunos meses en los que las terapias CART han irrumpido en el campo de la investigación biomédica como una importante novedad en la lucha frente a determinado tipo de leucemias y linfomas, desde un nuevo enfoque científico que proviene del campo de la inmunoterapia.
Las terapias CART (siglas en inglés de Chimeric Antigen Receptor-Modified T-Cells) son tratamientos que modifican genéticamente los linfocitos T del propio paciente para que expresen receptores que se unan a las células tumorales, proliferen y las destruyan.
Ahora acabamos de conocer el caso de Álvaro, un niño de seis años paciente del Hospital Sant Joan de Déu, que ha sido presentado como el primer caso pediátrico que se ha curado de su leucemia linfoblástica aguda gracias a esta innovadora terapia, en lo que sin duda supone un hito para la sanidad pública de nuestro país.
Esto es algo por lo que debemos mostrar una gran satisfacción ya que demuestra que el sistema sanitario español sigue siendo capaz de avanzar al ritmo que avanza la ciencia y, además, porque sigue haciendo posibles esos avances sin que el alto coste de este tipo de terapias afecte a la equidad.
Y es que este es un asunto clave para el futuro de la sanidad pública: la equidad es una de las variables fundamentales para poder garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema. Una sostenibilidad que está condicionada sin duda por la capacidad económica del país para hacer frente al coste de la innovación pero que está aún más condicionada por la capacidad que tenga el sistema sanitario de ofrecer solvencia en el abordaje de las enfermedades.
Y este concepto de solvencia es básico porque expresa también la capacidad técnica de nuestros profesionales y de nuestros servicios clínicos que han de cumplir los exigentes estándares de calidad acreditada que permitan la aplicación de tecnologías complejas como son en este caso las terapias CART, ya que requieren procesos muy específicos para los que es imprescindible una capacidad técnica contrastada.
Por lo tanto, vemos en este caso un ejemplo de la trascendencia que tiene el trabajo complementario de las autoridades sanitarias (con sus procedimientos de toma de decisiones que deben ofrecer las garantías organizativas, de financiación y de acreditación que son imprescindibles), junto al papel de los equipos clínicos con profesionales cualificados ubicados en servicios y unidades clínicas con el equipamiento necesario para asegurar la aplicación efectiva de estas novedosas terapias.
Autoridades trabajando para asegurar calidad, equidad y financiación justa de las nuevas terapias, compañías farmacéuticas colaborando en este objetivo y profesionales sanitarios cumpliendo con su compromiso social de asegurar la excelencia de la práctica clínica, permiten apuntar expectativas optimistas en relación a seguir incorporando los éxitos de las innovaciones en la lucha frente a enfermedades que tienen graves efectos en la salud de las personas.
Que Alvaro haya curado su enfermedad es la mejor consciencia de un buen trabajo de todos.
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