Amparo Cruz Herrera: el color y la luz llegan a San Roque
Exposición 'El Linaje del Color'
Amparo Cruz Herrera también quedó cautivada por el 'Reino de la Luz': Marruecos. Como su padre, los viajes que realizó al país vecino fueron frecuentes y merecedores de premios
En el transcurso de su vida, pintó un cuadro a diario, aprovechando las mañanas, compaginándolo con la maternidad de su familia numerosa
Comienza el amanecer de un nuevo día. La artista ha empezado a preparar los colores y pigmentos de su paleta. El gramófono también está listo. Il barbiere di Sivigli, del maestro Rossini, suena en el estudio de Amparo Cruz Mayor (1926-2013), más conocida por el apellido de su padre, con el que firmaba las obras en homenaje a su progenitor. Se inicia la creación.
Amparo Cruz Herrera fue una mujer moderna y adelantada a su tiempo, muy alejada de las ideas de la época que le tocó vivir en la España de la posguerra. Nada en ella resultaba convencional. Era hija del distinguido artista linense José Cruz Herrera (1890-1970) y Amparo Mayor de Miguel. De la mano de su padre, viajó por numerosos países y, casi de forma autodidacta, conoció los entresijos de la pintura al óleo y diversos estilos de pintura como el impresionismo, el costumbrismo o el orientalismo. Prosiguió su estela encontrando un estilo sutil, con gran preocupación por la luz y una clara influencia de los estilos europeos.
Durante su juventud, intercaló estancias en París, Bruselas, Suiza y Casablanca. Su marcado carácter cosmopolita la llevó a buscar inspiración en numerosos lugares como la India, Perú, México, Indonesia, Francia, Uruguay, China, Estados Unidos, Holanda, Bélgica, Turquía o Cuba. No obstante, Amparo Cruz Herrera también quedó cautivada por el 'Reino de la Luz': Marruecos. Como su padre, los viajes que realizó al país vecino fueron frecuentes y merecedores de premios.
En el transcurso de su vida, pintó un cuadro a diario, aprovechando las mañanas, compaginándolo con la maternidad, pues la artista era madre de familia numerosa. Sus hijos Cristóbal, Pepe, José, Amparo, Pilar y Antonio deambulaban por el estudio jugando y curioseando la escena que la pintora planteaba. "Mi madre nos pedía que abandonáramos la sala para no interrumpir su trabajo. Todos los artistas necesitan esa concentración", recuerda con cariño su hijo Cristóbal.
La calidad de sus cuadros cosecharon reconocimientos diversos a lo largo de su vida. Ganó el primer, segundo y tercer puesto en el Salón de Otoño de Madrid, el primer premio de la Diputación de Madrid, el primer premio de Pintores de África y otros tantos en el Salón Eureka de Madrid, en París y Casablanca.
Amparo era una especie de paseante de la pintura, una observadora del paisaje, la ciudad y sus gentes. Una artista especial para la que, como a los flâneurs -utilizando palabras del filósofo alemán Walter Benjamin-, la ciudad se le planteaba como un paisaje. Los rostros que retrató cuentan la historia de innumerables personas: transeúntes y habitantes. La riqueza de sus influencias hace que los adjetivos sean insuficientes a la hora de definir a la artista. No obstante, hay algo que queda claro cuando uno admira sus obras: la utilización del color como una modalidad de la luz.
Así se ha visto reflejado en el título de la exposición inaugurada recientemente en San Roque bajo el nombre El Linaje del Color: Amparo Cruz Herrera. La exposición cuenta con unas 35 obras de Amparo más algunas obras de su padre distribuidas a partes iguales en el antiguo pósito de la ciudad, que data del año 1730.
En el recibidor del edificio cuelga el cuadro La Maternidad, de José Cruz Herrera cedido temporalmente por Alfredo, nieto de Amparo. En el interior de la sala se encuentran los cuadros donados por sus hijos. El espacio que acoge la obra es de un blanco impoluto y hace que los colores de las pinturas destaquen especialmente. La distribución de las obras personifican el abrazo y la estela de las dotes artísticas de la familia.
La temática de las obras son muy variadas. Predominan los retratos de personas y los paisajes norteafricanos, como la obra Fez, aunque también se puede admirar algún desnudo, escenas costumbristas españolas o retratos y paisajes más europeos, como Parisino o Puente cerrado.
Una obra que contribuye cultural y pedagógicamente y visibiliza la importancia de la mujer y el ingenio de éstas a lo largo de la historia. Así, de este modo, la ilustre pintora se une a la lista de insignes sanroqueños como Ortega Bru, Carlos Pacheco, Vázquez de Sola y Carlos Castilla del Pino que cuentan con reconocimiento público.
"El verdadero protagonista del cuadro son los efectos de la luz", como diría el impresionista Claude Monet.
La exposición 'El Linaje del Color: Amparo Cruz Herrera' puede visitarse provisionalmente este mes de septiembre en horario de mañana de lunes a viernes de 11:00 a 13:30 en el edificio Alcalde Fernando Palma, calle S.XX de San Roque.
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