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La Guardia Civil en San Roque (XXX)

CLXXV ANIVERSARIO “CARTILLA DEL GUARDIA CIVIL” (1845-2020)

El coronel Jesús Núñez repasa la historia de la Benemérita en el Campo de Gibraltar

Esta entrega se dedica a los servicios más destacados entre 1981 y 1894

Resumen de servicio publicado en el boletín oficial de la Guardia Civil el 8 de diciembre de 1891.
Jesús Núñez - Coronel de la Guardia Civil y doctor en Historia

31 de agosto 2020 - 06:00

Finalizaba el año 1891 encontrándose al frente de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz el teniente coronel Félis Sos Díaz. Su segundo era el comandante José Enriquez Patiño, quien durante varios años había estado destinado en el Campo de Gibraltar como capitán jefe de la compañía de Algeciras. En el mando de ésta se encontraba ya el de igual empleo Ildefonso Martínez Verdejo. Continuaba como jefe de la línea de San Roque el primer teniente Jerónimo Delgado García.

La fuerza del puesto de San Roque que tenía por demarcación todo el municipio, seguía practicando numerosos servicios de carácter policial y benemérito. Gracias a los boletines oficiales de la Guardia Civil, que en dicho periodo recibía de denominación de “Resumen de servicios, disposiciones y asuntos de peculiar interés para el Instituto”, podemos tener actualmente conocimiento de los más destacados.

Así en el publicado el 8 de diciembre de dicho año se relataba que el sargento Manuel Jurado Gargallo, nuevo comandante del puesto, auxiliado del guardia civil Cecilio Alonso Peña habían prestado un importante servicio humanitario. Resultaba que un joven británico de trece años de edad llamado Hernanen Kelle había desaparecido, presumiéndose que podía haberse extraviado en el campo.

Denunciado el hecho por sus familiares en la casa-cuartel de San Roque se inició su búsqueda y se pasó aviso a los puestos limítrofes. El sargento Jurado, a pesar de la dificultad que entrañaba la localización del adolescente no cesó en su empeño, por lo que acompañado del guardia mencionado siguió su rastro. Tras siete días de incesantes rastreos consiguieron localizarlo, “en deplorable estado de necesidad” y perdido en el término municipal malagueño de Estepona.

Durante una semana había estado vagando y atravesando los municipios de Jimena de la Frontera y Casares, alimentándose como podía de lo que encontraba en el campo y pernoctando a la intemperie entre arbustos en unas condiciones realmente calamitosas. Resultó milagroso que lo hubieran encontrado con vida.

El teniente general Luis Dabán Ramírez de Arellano, director general de la Guardia Civil, quedó “enterado con satisfacción de este servicio” y “dispuso se dieran las gracias a dichos individuos, con anotación en sus respectivas filiaciones, por el celo y actividad que han desplegado en la práctica del mismo”.

En el boletín oficial del Cuerpo fechado el 16 de noviembre de 1892 se destacó un nuevo servicio, esta vez de carácter policial, llevado a cabo por los componentes del puesto de San Roque. Los guardias civiles Ignacio Puente Bastante y Juan Sánchez Reinoso habían detenido a una mujer llamada María Melero. Ésta se encontraba reclamada judicialmente por los delitos de estafa y robo perpetrados el 5 de mayo de dicho año en la casa de Vicenta Fernández, donde había sustraido alhajas, ropas y dinero.

Las joyas y efectos que pudieron recuperarse fueron entregados a la autoridad reclamante en unión de la detenida. El teniente general Romualdo Palacio González, nuevo director general de la Guardia Civil quedó “enterado con satisfacción de este servicio”.

El 8 de febrero de 1893 se publicaba en el boletín oficial del benemérito Instituto que el nuevo teniente jefe de la línea de San Roque, José Carmona Pallares, junto al mentado sargento Jurado y fuerza del puesto, habían detenido en la noche del 9 de noviembre anterior al paisano Francisco Trujillos. Éste, “fue puesto a disposición del fallo de la ley”, por el robo de 300 pesetas perpetrado al vecino Luis Ojeda. El sueldo mensual entonces de un guardia 2º de infantería era de 71 pesetas y si era de caballería ascendía a 87 pesetas con 25 céntimos.

Hay que resaltar sobresalientemente que el 1º de julio de dicho año veía la luz una nueva y singular publicación dedicada al benemérito Instituto llamada El Heraldo de la Guardia Civil. Editado en Madrid, constaba de cuatro páginas, tenía periodicidad semanal y el precio de su suscripción trimestral era de 1’50 pesetas en España y de 3’75 pesetas en Ultramar.

“Dedicada exclusivamente a la defensa de los intereses de la Guardia Civil”, se demostró que no eran palabras vacías, pues sin perder la conciencia de que se pertenecía a una institución militar, sometida a los principios de jerarquía y disciplina, constituyó un verdadero órgano de expresión y opinión interna. Tal y como se anunciaba en su promoción, “defenderá sin tregua a los individuos del Cuerpo, recabando de los poderes públicos las ventajas y demás beneficios que merecen los que sacrifican su vida por la tranquilidad pública”.

Apenas sobreviviría una década pero constituye una fuente esencial para conocer el sentir interno en esa época de un instituto militar poco dado a exteriorizar el criterio de sus componentes. Actualmente es de libre acceso gracias a su digitalización por la Hemeroteca Municipal de Madrid.

Entre las diferentes secciones de dicha publicación no faltaba la dedicaba a los servicios destacados que con frecuencia complementaba y ampliaba la información que sobre los mismos se reproducía en el boletín oficial del Cuerpo.

Ascendido a capitán el primer teniente Carmona Pallarés, jefe de la línea de San Roque, fue nombrado para sustituirle el de igual empleo, Joaquín Rodríguez Delgado. Con motivo de una reorganización de la Compañía de Algeciras aquella jefatura fue trasladada a la Línea de la Concepción, municipio de reducida extensión creado en 1870 a raíz de su segregación del de San Roque.

El crecimiento desmedido de la población y el aumento de la conflictividad en materia de seguridad ciudadana que pronto comenzó a padecer la nueva localidad, derivada principalmente del contrabando que generaba la colonia británica de Gibraltar, obligó a la Guardia Civil a cambiar la cabecera de su principal mando en esa zona de la comarca.

A este respecto hay que tener en cuenta que el importante despliegue del Cuerpo de Carabineros del Reino que ya había entonces en el Campo de Gibraltar, con su propia jefatura de Comandancia en Algeciras desde 1878 y cabeceras de compañía en La Línea de la Concepción, San Roque, Puente Mayorga (término municipal de San Roque), Los Barrios, Algeciras y Tarifa, sólo estaba dedicado a perseguir el contrabando procedente del Peñón.

El único cuerpo de seguridad pública existente entonces en el Campo de Gibraltar era la Guardia Civil, teniendo entonces la plena competencia de seguridad ciudadana en todo el municipio de La Línea de la Concepción.

Por lo tanto en 1894, el primer teniente Rodríguez Delgado se estableció en dicha localidad teniendo a su cargo los puestos de la residencia, San Roque, Jimena de la Frontera, San Pablo de Buceite, Bocaleones y San Martín del Tesorillo. El número total de efectivos de la Guardia Civil para tan extensa demarcación era tan sólo de 40 hombres incluido el oficial. Distribuidos por puestos eran 10, 10, 8, 4, 5 y 6 hombres respectivamente, siendo todos de infantería.

En aquella época la jornada de servicio era de 10 a 12 horas diarias, salvo la del guardia de puertas en la casa-cuartel que era de 24 horas el día que se le nombraba. No existía descanso semanal y sólo se disfrutaba como máximo de veinte días de vacaciones al año.

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