La absorción del Cuerpo de Carabineros (II)
LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (C)
Además del Puesto de Carabineros, en Puente Mayorga llegaron a existir otras dos dependencias: una Aduana y el puesto de la Rada junto con Guadarranque y El Toril
Su misión principal, combatir el contrabando desde Gibraltar
La absorción del Cuerpo de Carabineros (I)
La barriada de Puente Mayorga tenía censados a mediados de los años 30 del siglo XX un millar de habitantes aproximadamente. Buena parte de ellos vivía honradamente de la pesca practicada en pequeñas embarcaciones y diferentes actividades comerciales lícitas, pero otra parte lo hacía a costa del contrabando procedente de la colonia británica de Gibraltar.
Además del puesto de Carabineros detallado en el capítulo anterior y ser la residencia del oficial de mayor empleo que había de todas las unidades de dicho Cuerpo establecidas en el municipio de San Roque, había allí otros dos puestos más.
Uno era el de la Aduana de Puente Mayorga, sito a pie de playa en la barriada de su nombre. Su zona de vigilancia era reducida pues no alcanzaba siquiera los doscientos metros lineales. Abarcaba desde el antiguo almacén, conocido como “de Juan Pino”, hasta otro edificio llamado “almacén comercial”.
La fuerza de ese puesto aduanero se alojaba de alquiler en casas particulares y asumía el resguardo fiscal en el recinto fiscal allí ubicado. Éste tenía habilitación de Aduana de 3ª clase y se había establecido para el control y despacho del carbón mineral importado de la colonia británica del Peñón y la exportación de corcho en bruto. También intervenía en otros tipos de operaciones nacionales, con excepción del azúcar, alcoholes y tejidos, cuyo despacho aduanero correspondia a otros recintos fiscales del Campo de Gibraltar. Su plantilla de seis hombres estaba integrada un cabo, un carabinero de 1ª clase y cuatro de 2ª, todos ellos de infantería.
El otro puesto, el tercero de Puente Mayorga, era el llamado de “La Rada”. Estaba afecto a la aduana citada anteriormente y compuesto por tan solo dos carabineros de mar dotados de una pequeña embarcación a remo. Su misión principal era reconocer las embarcaciones que allí fondeaban o se aproximaban a su costa, procedentes de la colonia británica, al objeto de evitar la introducción de géneros de contrabando. Ambos carabineros también estaban alojados de alquiler en casas particulares.
Continuando el relato de otros puestos de carabineros ubicados en el término municipal de San Roque hay que citar el que existía en la pequeña barriada de Guadarranque, que entonces no llegaba a trescientos habitantes. Se trataba de un puesto situado a pie de playa que para vigilar poco más de dos kilómetros de costa tenía una plantilla de diecisiete hombres. Ello puede dar idea de su conflictividad en cuestión de alijos de contrabando procedentes de la colonia británica. Estaba integrada por un brigada, un cabo, un carabinero de 1ª clase y catorce de 2ª, todos de infantería. Su demarcación era, por levante, desde los Junquillos, y por poniente, hasta la desembocadura del río Guadarranque inclusive. La casa-cuartel tenía pabellones para ocho casados y dormitorio colectivo para ocho solteros.
Hay que significar que en ese acuartelamiento se encontraba también otro puesto, pero de carabineros de mar, para reconocer todas las embarcaciones que entraban en dicho río y al personal que llevaban a bordo. Su misión era evitar que remontasen el cauce transportando contrabando para alijarlo posteriormente en cualquiera de sus dos orillas. Su plantilla estaba compuesta por tres hombres y contaban para cumplir su misión con una falúa a remo. Eran tiempos entonces donde buenos y malos, navegaban en esas aguas del Guadarranque en pequeñas embarcaciones y todos a golpe de remo. Todavía no existían los potentes motores.
Otro puesto era el de El Toril, pero de segunda línea. Contaba con una plantilla de siete hombres compuesta por un cabo y seis carabineros de 2ª, todos de infantería. Éstos se alojaban de alquiler en casas particulares. Estaba enclavado, y nunca mejor dicho, en el cruce estratégico de las carreteras de San Roque, Algeciras, La Línea de la Concepción y Málaga. Su misión principal era reconocer toda clase de vehículos, caballerías y personal que resultase sospechoso de transitar con géneros de contrabando por dichas carreteras y avenidas procedentes de la primera línea costera.
Hay que destacar que los puestos de segunda línea cumplían una funcion muy importante y eran muy eficaces. Caso de que el contrabando no hubiera podido ser aprehendido en la primera línea de playa, al ser descargado o escondido en las inmediaciones, se podía incautar al intentar sacarse de la zona.
A tal efecto hay que significar que desde los inicios de la actividad comercial de la colonia británica de Gibraltar se constituyeron verdaderas organizaciones criminales, perfectamente estructuradas y dedicadas a tan ilícita actividad que tanto perjudicaba a las arcas del Estado español así como a los honestos comerciantes que pagaban sus impuestos. En la zona siempre hubo una tendencia a justificar y encubrir el contrabando bajo la excusa de que constituía fuente de subsistencia económica de una parte de su población, pero también es cierto que no por ello dejaba de ser una actividad ilegal y por lo tanto perseguida por las autoridades y sus agentes.
Bien es verdad que un buen número de habitantes del entorno del Peñón no tenía entonces facilidad para desempeñar una actividad laboral lícita dada la escasa oferta existente. Pero más verdad es que en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, contrastado con los censos de la época, se recibió un verdadero aluvión de personas al reclamo de las expectativas que levantaba la actividad comercial, legal e ilegal, que generaba la vecina colonia británica. El crecimiento de población fue exponencial en el municipio limítrofe de La Línea de la Concepción, repercutiendo parte también en el propio de San Roque.
Respecto a la ciudad que daba nombre al término municipal hay que decir que había allí otros dos acuartelamientos más del Cuerpo de Carabineros. Uno estaba en la barriada de la estación de ferrocarril y su plantilla de seis hombres estaba formada por un brigada y cinco carabineros, todos de infantería. No había pabellones y tenían que alojarse de alquiler en viviendas particulares. Su misión principal era vigilar dicha estación y practicar el servicio de reconocimiento entre los viajeros para evitar que bien entre sus ropas o sus equipajes pudieran transportar ocultos, género de contrabando.
Es decir, la represión del “matute”. Este vocablo tan conocido y popular en el Campo de Gibraltar que rememora épocas pasadas no tan lejanas, procediera quizá, tal y como expone la Real Academia Española, del acortamiento de “matutino”, por realizarse el contrabando de madrugada. Dos de las acepciones que da su diccionario son las de “introducción de géneros en una población sin pagar el impuesto de consumos” y “género introducido de matute”, siendo su locución adverbial la de “a escondidas, clandestinamente”.
A este respecto hay que significar que si para Carabineros era muy importante vigilar la costa para evitar los alijos, también era hacerlo en las estaciones ferroviarias ya que entonces el tren era uno de los principales medios de transporte, en constante menudeo, para sacar el contrabando de origen británico fuera del Campo de Gibraltar. Es por ello que además de en San Roque había puestos de Carabineros en las estaciones de Algeciras, Los Barrios, Almoraima, Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera y San Pablo de Buceite.
(Continuará)
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