El Pinar del Rey de San Roque, un edén natural en el corazón de la comarca
Medio Ambiente
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San Roque dispone de alrededor de 145 kilómetros cuadrados de superficie y es, entre muchas otras cosas, tierra de luz, agua, arena, bosques y montaña. Un lugar donde la calma, el sosiego, el turismo activo y la naturaleza conviven de forma permanente. En el interior de las fronteras de este vasto territorio municipal se encuentra uno de los enclaves naturales más impresionantes del Campo de Gibraltar por la rica diversidad biológica que encierra, el Pinar del Rey.
El espacio fue cedido por los Reyes Católicos a la conocida entonces como Ciudad de Gibraltar en 1310. El monte, el Pinar del Rey, estaba relacionado con el Campo de Gibraltar desde hacía ya más de siete siglos, y, posteriormente, fue usado por la Marina Española para el suministro de madera para sus embarcaciones.
En el siglo XIX, se comienza la plantación de semillas de pino provenientes de Vejer de la Frontera con la idea de suministrar madera a los navíos. Por suerte para el lugar, tras la derrota de la Batalla de Trafalgar, quedó en suspenso el proyecto y el pinar pasó a ser una zona virgen.
El cronista Oficial de San Roque, Antonio Pérez-Girón, recuerda que “en aquella época, España era todavía la primera potencia naval del mundo”, y tras la pérdida de esa hegemonía en el mar, el interés material por aquellos árboles fue decayendo y la naturaleza siguió su curso, hasta dar lugar a un verdadero tesoro medioambiental en aquella colina.
Además, dentro del monte, se encuentran yacimientos superficiales y dispersos de utillaje prehistórico a la vez que restos de talla. Y no puede darse por sentada la existencia de la red de antiguos diques y canales construidos en torno al arroyo de la Alhaja, que en palabras de, Pérez-Girón "es la zona más castigada del parque natural".
Biodiversidad
Entre la fauna autóctona de este vergel natural destacan aves como la abubilla y el cuco, reptiles como el lagarto ocelado, reconocido como el más grande de los lagartos europeos, y pequeños mamíferos, como el topo ibérico. El Pinar, en el que tampoco es difícil ver buitres leonados y abejarucos, es, asimismo, zona de paso y refugio en época de calor para las aves migratorias que cruzan el Estrecho de Gibraltar.
El paraje se asienta sobre un arenal fósil. Su suelo, cuya mayor parte es arenoso y ácido, mantiene una alta proporción de elementos florísticos que son un reducto de la flora del litoral costero, donde se han perdido muchas especies debido a la presión urbanística. Aún así, completa un inventario de aproximadamente 530 especies para el hábitat del Pinar del Rey. Se trata de un bosque mixto de pino y alcornoque, peculiar bosque mediterráneo, con arbustos y plantas como acebuches, lentiscos y jaras, y especies de interés protegidas como pistorinias (Pistorinia breviflora), armerías y las orquídeas (Gennaria diphylla).
Lejos del cemento
El parque se puede dividir en dos zonas principales, la norte y la sur. En la primera, más salvaje, están prohibidos los vehículos a motor y dispone de dos itinerarios ecológicos, el Cerro del Águila y el del Tajo del Pajarraco, desde donde se puede divisar el antiguo auto safari de La Alcaidesa. Estas rutas son de dificultad media y ambas cuentan a lo largo de su recorrido con una zona en la que podemos encontrar restos de fósiles marinos, ya que hace 25 millones de años la extensión que hoy ocupa el Pinar del Rey estaba cubierta por el mar.
La zona sur, más pensada como zona recreativa, posee infraestructuras de picnic y barbacoa así como el arroyo de la Alhaja, que conduce a la Fuente de la Alhaja situada justo a la entrada del Pinar del Rey, a la que se puede llegar tanto a pie como en bicicleta siguiendo un sendero paralelo al curso del arroyo.
Cada uno de los itinerarios se realiza con la compañía de guías de medio ambiente del Centro de Interpretación de la Naturaleza, quienes ofrecen una información muy completa de cada recorrido. Aunque las rutas se pueden hacer también de forma independiente gracias a las señalizaciones situadas a lo largo de cada uno de los itinerarios.
El Aula de la Naturaleza, gestionada por el Ayuntamiento de San Roque, cuenta con un punto de información y un jardín botánico con especies florísticas del ecosistema galardonada con la bandera azul desde el pasado junio. Las banderas azules suponen un reclamo para los turistas y también un reconocimiento al esfuerzo municipal en materia de playas y educación ambiental.
La Alhaja, víctima de la crisis hidrográfica
Uno de los lugares más emblemáticos de este pequeño pulmón verde es la fuente de la Alhaja. Durante años, un caño potente y cristalino que se dejaba caer sobre la transparencia del arroyo, ha servido de agua potable a los visitantes. Debido a la carencia del caudal, amenazado por la proliferación de pozos ilegales para riegos que se producen en fincas privadas de las cercanías, hoy se encuentra ajado y la fuente ha dejado de derramar agua.
Este importante manantial se suma al número de víctimas que se ha cobrado la sequía en toda la comarca. Cifra que tristemente no dejará de ascender si la coyuntura, tanto climática como humana, no mejora.
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