La absorción del Cuerpo de Carabineros (LIII)
LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (CLI)
Tras la sublevación militar de 1936, las vicisitudes que padeció el capitán Manuel Lamadrid, destinado en Algeciras, darían para escribir una novela o servir de guion para una película, sin necesidad de ficción alguna
A fin de enero de 1935, el capitán Enrique Letrán López, jefe de la 3ª Compañía de Puente Mayorga (San Roque) de la Comandancia de Carabineros de Algeciras, fue destinado a la Comandancia de Cádiz, siéndole asignado el mando de la 2ª Compañía de Vejer de la Frontera, donde terminaría teniendo el trágico final relatado en el capítulo anterior.
En su lugar fue destinado, por primera vez, pues en noviembre de 1937 repetiría en singulares circunstancias, el capitán Manuel Lamadrid Rivas, de 40 años de edad, natural de la población tinerfeña de La Orotava, donde su padre, el coronel Luis Lamadrid Mendaro, había sido jefe del Regimiento de Infantería Orotava núm. 65.
Tras cursar estudios en la Academia de Infantería de Toledo y obtener el empleo de alférez estuvo destinado consecutivamente en el Batallón de Cazadores de Mérida núm. 13, de guarnición en Barcelona, y en el Regimiento Cádiz núm. 67, de guarnición en la capital gaditana. Ascendido al empleo de teniente fue destinado al Batallón de Cazadores de Segorbe núm. 12, de guarnición en Tetuán, participando en las Campañas de Marruecos durante casi tres años, siéndole concedida, entre otras, la cruz de 1º clase del mérito militar, con distintivo rojo, “en atención a los distinguidos servicios prestados y operaciones realizadas en nuestra Zona de Protectorado en África”.
A fin de julio de 1924 fue destinado nuevamente al Regimiento Cádiz núm. 67, pero tres meses más tarde ingresó en Carabineros, siendo destinado a la Comandancia de Algeciras. Se le asignó el mando de la Sección de Guadalmesí, en Tarifa, teniendo a su cargo los puestos de infantería de Arenillas y Guadalmesí, en primera línea de costa.
Después de dos años de servicio allí, pasó destinado a la Comandancia de Barcelona, donde permanecería hasta su ascenso a capitán en marzo de 1935. Durante ese largo periodo de más de ocho años, “prometió por su honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas”; contrajo matrimonio canónico con María Moreno Páez, natural de la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules; y participó activamente en sofocar la intentona revolucionaria e independentista acaecida en octubre de 1934.
Según consta en su hoja de servicios, “en los primeros momentos se incorporó a la 6ª Compañía, protegió en unión de otras fuerzas al Cuartel de la 4ª Sección del Muelle y una pieza de artillería emplazada en las inmediaciones de la Aduana; cooperó al bombardeo del depósito general de Comercio; adquirió interesantes noticias respecto a los lugares en que había depósitos de armas, dando lugar y contribuyendo a ocho reconocimientos que dieron por resultado la incautación de numerosas armas, porras, municiones y documentación”.
Al ser promovido al empleo de capitán fue destinado a la Comandancia de Lérida, siéndole conferido el mando de la 1ª Compañía con residencia en Seo de Urgel. Conforme a lo dispuesto por el inspector general de Carabineros, general de división Gonzalo Queipo de Llano Sierra, en su circular núm. 39, de 19 de mayo de 1935, se le redactó informe individual en el sentido de que, “no pertenece como socio, afiliado o adherido a ningún Centro, Partido, Agrupación o Sociedad, que revista carácter político, ni a ninguna Organización ni Entidad de carácter Sindical o Societario”.
Poco permaneció destinado en dicha Unidad porque a fin del mes de agosto fue destinado por segunda vez a la Comandancia de Algeciras, incorporándose al mes siguiente al mando de la 3ª Compañía de Puente Mayorga. Transcurridos seis meses, marzo de 1936, pasó en destinos internos a ejercer la jefatura de la 4ª Compañía, cuya cabecera estaba ubicada en la ciudad de Algeciras.
Dicha unidad tenía a su cargo seis secciones: la 1ª de Paredones (puestos de infantería de Paredones y Ojo del Muelle), la 2ª de San García (puestos de infantería de Las Barcas, San García y Getares), la 3ª de Cañada del Peral (puestos de infantería de Cañada del Peral y Tolmo), la 4ª de Muelles de Algeciras (puestos de aduanas de Muelles de Algeciras, de la Estación ferroviaria de Algeciras y la falúa de marinos “General Cosidó”), la 5ª de Ronda de la Comandancia (puestos de infantería de Ronda de la Comandancia, El Bujeo de Tarifa y Los Barrios), y la 6ª de Ceuta, si bien ésta solo a efectos administrativos.
La sublevación militar del 18 de julio de 1936 le sorprendería al mando de dicha compañía. Y a partir de este momento sus vicisitudes darían para escribir una novela o servir de guion para una película, sin necesidad de ficción alguna.
Como no es habitual en la historiografía acudir a las hojas de servicio redactadas en la zona gubernamental sobre oficiales que se sumaron inicialmente a la sublevación militar, resulta interesante reproducir su actuación a partir de dicha fecha:
“… con motivo del levantamiento fascista, a fines de dicho mes fue concentrada la fuerza de la Compañía y desarmada por los elementos rebeldes, siendo encuadrado en el Batallón de Infantería de aquella Plaza, quedando en el mando administrativo de la Unidad en la que continúa hasta finar el año. Durante el transcurso de este tiempo, intentó repetidas veces la comunicación con Málaga o con Madrid por medio de la Estación Telegráfica Secreta del Gobierno de la República establecida en la caseta de amarre del cable submarino de Ceuta. Efectuó trabajos en Cádiz para la evasión y entrega del remolcador de Guerra “R-15” así como en Algeciras para el asalto al torpedero “Número 19” de la Marina de Guerra Española. A fines de agosto, estableció contacto con el Consulado de España en Gibraltar, poniéndose a disposición del Gobierno de la República en unión de varios elementos militares, recibiendo orden trasladada por el Cónsul de permanecer en la zona rebelde por considerarse necesaria su presencia en Algeciras, acatándola en virtud de obediencia debida y estableciendo enlace con dicho Consulado, sin recibir instrucciones; siguiendo actuando en la referida Plaza y siendo uno de los servicios más importantes, las noticias de entrega por dos veces del Vapor “Cabo Palos” que descubierta por el Consulado, se evitó la entrega a los rebeldes”.
Su hoja de servicios proseguía con la vicisitud de que el Ministerio de Hacienda, por orden de 1º de diciembre de 1936, “dispone su baja definitiva en el Cuerpo, por hallarse en zona invadida por los facciosos sin perjuicio de lo que en su día pueda resultar de la información que se instruya al efecto”. El capitán Lamadrid estaba incluido en una extensa relación de jefes y oficiales de diversas comandancias, entre ellas las de Algeciras y Cádiz, publicada en la “Gaceta de la República”. Entre ellos se encontraba también el capitán Letrán que había sido fusilado el 6 de agosto anterior, no siendo el único que había sufrido tal vicisitud pues el gobierno de la República lo había dado de baja al desconocer lo realmente sucedido.
Continuando con la hoja de servicios, ya en 1937: “En igual situación en territorio faccioso hasta el 19 de marzo que fue detenido e incomunicado, siendo posteriormente procesado por un supuesto delito de alta traición”.
(Continuará).
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