La arquitectura de San Roque (I)
Observatorio de La Trocha
El templo de Santa María la Coronada comenzó su construcción en 1735 y prácticamente se concluyó en 1760
La torre data de 1826 y sustituye a otra primitiva del siglo XVIII
En el presente artículo trataré de la arquitectura de San Roque, una población nacida tras la pérdida de Gibraltar al comienzo del siglo XVIII. De todas las edificaciones más destacables, no cabe duda que es preciso citar la iglesia parroquial de Santa María la Coronada, templo que comenzó su construcción en 1735 y que prácticamente se concluyó en 1760, aunque el atrio es de 1800 y su verja de un año después. La portada principal data de 1830 y la actual torre, que sustituyó a la primitiva del siglo XVIII, de 1826.
Es un edificio de planta rectangular que se cubre con tejados a una y dos aguas, según corresponda a la nave central o a las laterales. Presenta tres puertas, la principal, que da a la plaza de la iglesia y las dos laterales: una a la calle Romero de Figueroa y otra a la plaza de Armas. A su lado izquierdo, algo retranqueada con respecto a la fachada principal, se eleva la torre campanario, edificación en forma de prisma de base cuadrada que consta de tres pisos separados por unas cornisas y cuyas aristas se resaltan con molduras a modo de sillares; terminada en una azotea con cuatro pretiles. En su parte alta se encuentra el reloj y los huecos para las campanas, con antepechos en tres de sus cuatro lados.
La puerta principal esta precedida por un atrio cerrado con verjas y elevado con respecto al nivel de la plaza por unas amplias escalinatas. La puerta está enmarcada por dos pilastras de orden toscano sobre las que discurre un entablamento formado por un arquitrabe con dovelas, cuya clave se resalta con una moldura de motivo foliar, un friso y una cornisa, que sirve de apoyo a un frontispicio triangular partido con pináculos en cada extremo. En el tímpano se abre una hornacina con la imagen de San Roque flanqueada por dos pilastrillas sobre una incipiente repisa. Sobre estas pilastrillas discurre un pequeño entablamento coronado por dos molduras en forma de gruesas volutas con pináculos a cada extremo. En la parte alta se abre un óculo que ilumina el interior. En cada extremo del cuerpo principal de la fachada se encuentran sendos contrafuertes rematados por gruesos pináculos de piedra.
En las paredes de ambos lados, correspondientes a las naves laterales, se abren sendos óculos. La puerta lateral derecha es adintelada y se abre hacia la plaza de Armas, enrejada con una cancela en su pequeño atrio cubierto por un tejadillo con arco de medio punto.
En cuanto a su interior, cuenta con tres naves y una serie de capillas a cada lado de las naves laterales. La nave principal o central, más alta y ancha que las laterales, se cubre con una bóveda de medio cañón, con arcos fajones y lunetos. Se sostiene sobre una serie de arcadas con arcos de medio punto apoyados en columnas de capiteles de estilo toscano. A ambos lados de la parte superior discurre una gruesa cornisa de varias fajas y dentículos sobre la que se abren varias ventanas al exterior. Estas arcadas separan la nave central de las dos laterales que se cubren con bóveda de arista. Un gran arco toral apoyado sobre fuertes pilastras da paso a la cúpula del crucero.
Esta cúpula del transepto o crucero está apoyada sobre cuatro pechinas que parten de las correspondientes pilastras de los respectivos arcos torales. Es de media naranja y en su clave destaca un plafón de estuco y todo su anillo está circunvalado por una cornisa denticular. En las pechinas resaltan cuatro medallones coronados y adornados con delicadas molduras de estuco, en cuyo interior se encuentran las pinturas de imágenes religiosas.
El testero del presbiterio está presidido por un retablo de estructura rectangular y cuenta con tres calles sobre un banco o predela. Es de madera policromada que imita al jaspe. En el centro se halla el camarín donde se venera la imagen de Santa María la Coronada; a los lados están las imágenes de San José, San Roque y San Sebastián. El retablo se encuentra enmarcado por dos pilastras de fuste liso con capiteles de orden jónico, y el camarín, que sobresale algo del resto de la estructura, por dos columnas de fuste liso con el mismo tipo de capitel. Este camarín tiene un arco de medio punto y todo el vano y el arco está adornado por una moldura. Sobre estas pilastras y columnas discurre un entablamento formado por friso y cornisas denticulares, adornadas en sus extremos por sendos pináculos a modo de copones rematados con cruces. El retablo se prolonga, con el perfil alabeado, hacia la parte superior enmarcando un gran cuadro con la imagen de San Bernardo entre dos pilastrillas coronado por un frontón semicurvo que forma el ático.
En la nave de la derecha nos encontramos en primer lugar la capilla del Cristo de la Humildad y Paciencia, conocido popularmente como Cristo de la Caña. Esta sagrada imagen, muy venerada en San Roque, se halla en una hornacina con arco de medio punto dentro un vistoso retablo de madera dorada de estilo barroco. Sobre esta hornacina se abre otra de menores dimensiones que alberga una imagen sagrada. También a cada lado se hallan otras dos hornacinas con imágenes sagradas. El retablo está enmarcado entre dos pilastrillas sobre las que discurre el entablamento superior que se cierra con un arco de medio punto. Todo el conjunto está profusamente decorado con molduritas doradas. Está cerrada esta capilla por una cancela de hierro forjado y en el techo se encuentra un luneto y a su derecha, una ventana.
La siguiente capilla es el cristo Yacente, también precedida por otra cancela de hierro en la puerta de entrada, que se cierra con un arco de medio punto. En el interior destaca el camarín de la Virgen de la Soledad, sobre el que discurre una gruesa cornisa albeada que sirve de apoyo a una especie de dosel coronado con una corona, en cuyo centro se abre un óculo ovalado. En todo el perímetro de la capilla se encuentran doce hornacinas que acogen a las imágenes de los doce apóstoles. Está profusamente decorada por multitud de molduras de estuco y cromado, de estilo barroco. Su cúpula apuntada tiene un plafón central y todos sus nervios están resaltados por molduras de estuco, entre las cuales destacan varias molduras cromadas. Es una capilla de gran riqueza artística.
La siguiente capilla está dedicada al Cristo de la Buena Muerte. Carece de retablo y las pechinas de su cúpula de media naranja están decoradas con medallones ovalados en cuyo interior se representan pinturas religiosas. Esta cúpula está adornada con finas líneas que la divide en varias secciones y confluyen en la clave resaltada por un plafón, todo su anillo está rodeado por una sencilla cornisa. En el frente, tras la imagen de Jesús Crucificado, hay una hornacina con un arco de medio punto decorado con pequeñas molduras que está tapada.
La siguiente capilla es la del Calvario. Consta de un bonito retablo formado por dos pilastras con capiteles jónicos a cada extremo, sobre las que discurre un entablamento con arquitrabe, friso y cornisas, rematado por dos arcos escarzanos, uno con dentículos, y el otro superior, partido, en cuyo centro se halla un óvalo con el anagrama alusivo a la Virgen, coronado por haces de rayos. En cada extremo hay unos pequeños florones. En el centro se abre la hornacina, con arco de medio punto, donde se venera la imagen de la Virgen. Su cúpula es de media naranja, con un plafón en su clave; las pechinas de están adornadas por sendos cuatro medallones ovalados con imágenes sagradas, enmarcados en artísticas molduras barrocas. En esta capilla se veneran las tres imágenes que conforman el conjunto escultórico de El Calvario.
La capilla de la Virgen de Fátima luce un retablo de madera policromada, rematado por un relieve, rodeado de volutas, que representa a la Santísima Trinidad dentro del tímpano de un frontón semicurvo profusamente decorado. En el camarín central, con arco de medio punto, se encuentra la imagen de la Virgen de Fátima; a ambos lados destacan sendas columnas de fuste acanalado y capiteles de orden corintio sobre las que discurre una cornisa que sirve de apoyo al referido frontón. La capilla se cubre con una cúpula de media naranja, cuya clave se adorna con un plafón del que pende una lámpara. Las pechinas se adornan con simples circunferencias.
La siguiente capilla es la que sirve de baptisterio y en la que se halla la imagen de la Virgen de Lourdes. Destaca su retablo de estructura estrecha en vertical, que llega hasta techo plano. Está policromado en azul y blanco y adornado con diversas molduritas doradas. Dos columnas a ambos lados, con fustes decorados con molduritas y capiteles corintios sirven de apoyo a la cornisa superior mixtilínea. Debajo del arco escarzano de esta cornisa, cuya clave está resaltada por una moldura dorada, se encuentra el camarín con la imagen de Nuestra Señora de Lourdes.
Por último hay que citar un retablo con una litografía del Cristo de Medinaceli. El retablo se enmarca dentro de una estructura con arco de medio punto y consta de dos columnas a cada lado, con fuste liso y capiteles de orden corintio, sobre las que discurre un entablamento formado por arquitrabe, friso y cornisa adornado en cada extremo por pequeños pináculos. El cuadro se encuentra dentro de una especie de hornacina con arco de medio punto, contorneado por una moldura.
En la nave de la izquierda encontramos primero la capilla dedicada a San Antonio de Padua. Cuenta con una estructura cóncava acabada en arco de medio punto en la que se levanta un altar y un retablo, en cuya hornacina de arco de medio punto, enmarcada entre molduras, se venera la imagen del santo. Este retablo está adornado por dos pilastras de capiteles corintios a cada lado sobre las que discurre un entablamento con friso y una cornisa de varias fajas; bajo el arco superior podemos observar una serie de molduras romboidales y un arco menor concéntrico, bajo el cual se extiende una crestería coronada por un pináculo dorado. A ambos lados de la hornacina hay sendas repisas con sus respectivas imágenes sagradas enmarcadas entre molduritas doradas.
Otra capilla es aquella en la que se venera la imagen de la Virgen del Rosario y se guarda la custodia del Corpus Christi. En la hornacina central, con arco de medio punto, se halla la citada imagen mariana y su cúpula, pintada totalmente de blanco, está decorada con finas y elegantes molduras de estilo rococó que se repiten en sus cuatro pechinas y lunetos, con vanos cerrados. En su clave se abre un hueco a modo de linterna y el perímetro de la base está adornado con una fina cornisa de sección escalonada.
También hay que citar la capilla donde se venera la imagen del beato fray Diego José de Cádiz. Su cúpula es de arista y tiene un retablo, con pilastras a los extremos sobre las que se levanta el entablamento con cornisa y un arco escarzano coronado por un óvalo rodeado de rayos donde está la inscripción "JHS". En el centro se abre una hornacina con arco de medio punto que alberga la imagen del beato. Esta contorneada por una hilera de vidrios cuadrados. En la pared de la derecha se abre otra hornacina con arco de medio punto flanqueada por pilastras con capiteles alabeados, sobre la que discurre una cornisa mixtilínea adornada con pequeños pináculos.
Juan Carlos Martín Matilla es licenciado en Filología, vocal de Patrimonio de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la Sección 2ª Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura del Instituto de Estudios Campogibraltareños.
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