El festival flamenco dedicado a Canela termina con muy buen sabor

San Roque/La clausura de la V Bienal de Arte Flamenco Canela de San Roque reunió a cantaores y tocaores muy distintos, que llegaron al público con su forma de expresarse. La edición que terminó del encuentro bianual, organizado por el ayuntamiento sanroqueño, cuajó por los artistas, por un criterio flamenco bien definido y por el espacio, que todo ayuda, porque el teatro Juan Luis Galiardo permitió el contagio del arte en momentos inolvidables.

El jerezano Ezequiel Benítez abrió la función cantando por soleá, acompañado a la guitarra por el joven sevillano David de Arahal, tocaor, concertista y premio de la crítica en la Bienal de Sevilla del presente año. “Te voy a sacar del convento para que tú no sufras más por mí…” inició la salida a una interpretación sólida en la que demostró mucha personalidad.

Siguió por alegrías. Cantó Benítez cuidando cada palabra pronunciada, casi explicando lo que decía. Fue el suyo un cante reposado, degustado con delicadeza , jugando con la expresión de su cara y de las manos, guiado por el cuidadoso toque de David de Arahal.

“Soy un cantaor de corazón y me gusta contar mi causa. Todo lo que estáis escuchando está escrito por mí”, dijo, antes de entonar una malagueña en la que, de nuevo, el guitarrista desmenuzaba las notas con originalidad. Benítez remató la malalgueña a la manera de fandango de Lucena, rindiendo homenaje a su madre.

“Pa cantarte por fandango hay que hacerlo muy cortito, y así voy a decirlo, sin tanto grito, igual que hablo, el cante es así... hablaíto”, y luego hizo un fandango por El Gloria para entrar a las bulerías, con las que comprobó su conexión con el público, al que le cantó a capela, e incluso dio alguna que otra pataita, acompañado por las palmas que sonaban desde la platea.

Era el turno de Fabiola Martínez, La Fabi, cantaora de Arcos de la Frontera, que comenzó su actuación con unas alegrías, seguida al toque por Curro Carrasco. La quietud de su antecesor se trastocó en cante de raza que llamaba a removerse en el asiento. Continuó por una taranta con una tesitura de voz alta, y luego por una soleá por bulería. 

Continuó por fandangos, en una sesión que por momentos fue tan recogida como si el teatro se convirtiera en el coqueto y más cómplice espacio de una peña. La Fabi derrochó las dotes de su voz, sin micrófono, para rematar su serie. Ya de pie, a por las bulerías, con las que se despidió al ritmo de Jerez. El cante por bulerías de Jerez también es mover el cuerpo a compás, y llevarlo con gracia y arte acompañando los giros y guiños de la voz hasta el último desplante de la garganta. Lo había hecho antes Ezequiel Benítez y también lo hizo La Fabi, subiendo el clima de su actuación para arrancar el aplauso apasionado del público .

La noche se adentró en sus últimos pasajes con el cante de Pedro El Granaíno y la guitarra de Antonio Patrocinio hijo, que abrieron su turno con una granaína. “Te canto porque me sale de mi alma, de mi memoria de Antonia Reyes, mi mare”. Dedicó sus seguiriyas “al tío Canela”, expresadas como lo que son, puro lamento, un lamento punzante que en la voz honda y flamenquísima de El Granaíno, y en la guitarra rotunda y profunda de Patrocinio hijo, se hizo quejío herido profundo y lacerante, capaz de expresar todos nuestros sentimientos.

“Es un día especial”, recordó después para abrirse a unos tangos que entonó en algún momento por Remedios Amaya, un cante que dedicó a quienes han padecido o padecen el cáncer de mamas.

La actuación de El Granaíno y Aparecida puso el broche a una quinta bienal que deja un gran regusto en el paladar flamenco, que ya empieza a descontar los días para la sexta edición, que será la de 2026.