El proyecto frustrado de la nueva casa-cuartel (1935)
LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (LXII)
Una de las dificultades a resolver por el benemérito Instituto era el alojamiento de sus miembros y familiares
En la mayoría de casos se acudía al arrendamiento privado
Desde los inicios de la etapa fundacional del benemérito Instituto uno de los principales problemas que padeció la Guardia Civil fue el alojamiento de quienes lo integraban y de sus familias. Una muy recomendable película de 1966, cuyo título es El primer cuartel, dirigida por Ignacio Ferrés Iquino, da buena cuenta de ello, amén de poner en valor principios tan fundamentales del Cuerpo como son el honor y la disciplina.
Como ni el Estado ni los ayuntamientos disponían de edificios propios que pudieran ser utilizados para tal menester, se tuvo que acudir en la mayor parte de los casos al arrendamiento de inmuebles de titularidad privada cuya renta era sufragada principalmente por las corporaciones municipales. Mientras se mantuvo dicho sistema, los guardias civiles así como sus familias soportaron durante décadas y décadas, en sufrido silencio, unas casas-cuarteles que con harta frecuencia no reunían las condiciones mínimas de dignidad, habitabilidad y salubridad.
La sinrazón de ello era que cuando se procedía a alquilar el correspondiente edificio para su uso como acuartelamiento, se fijaban en las cláusulas del contrato una serie de compromisos de conservación y mantenimiento que con el transcurso de los años su propietario dejaba voluntariamente de cumplir. El motivo principal de tan deplorable inobservancia era que como no se procedía a la actualización de las rentas, no se cumplía por parte del arrendador su obligación contractual. Todo ello con el ánimo de forzar la elevación de la cuantía del alquiler o provocar la rescisión del contrato. De esta forma la Guardia Civil terminaba desalojando el inmueble y su propietario podía dedicarlo a otra actividad más lucrativa.
Pues exactamente eso era lo que sucedía desde 1898 con la casa-cuartel de San Roque ubicada en el núm. 14 de la calle Herrería, edificio hoy día inexistente. Tal y como ya se relató en un capítulo anterior, el 16 de agosto de 1934, el coronel subinspector del 16º Tercio, Fulgencio Gómez Carrión, dio cuenta al inspector general del Cuerpo que se había ordenado la instrucción del correspondiente expediente para buscar un nuevo inmueble, al objeto de habilitar su uso como acuartelamiento. Si bien, por el momento, no se ha localizado que fue de dicho expediente ni la propuesta final del instructor, lo cierto es que se continuó ocupando dicho inmueble.
En 1935 se restableció nuevamente como unidad tipo sección la línea de San Roque. Su jefatura pasó a ostentarla a partir del mes de abril el teniente Odón Óscar Ojanguren Alonso. Bajo su dependencia la integraban los puestos de San Roque, Algeciras y Los Barrios. Como no había disponibilidad de pabellón para él y su familia en la casa-cuartel, tuvo que alojarse de alquiler en una vivienda particular cuya renta era sufragada por la corporación municipal.
Al residir fuera de la casa-cuartel, el principal problema que ello originaba era que cada vez que acontecía alguna novedad relacionada con el servicio, al no disponerse de otro medio de enlace, tenía que desplazarse un componente del puesto hasta su domicilio para darle oportuna cuenta de lo acaecido. Por otra parte, desde el consistorio, su titular quería poder contactar rápidamente con el teniente, caso de que la situación lo demandase, pues se trataba de un periodo en el que eran habituales las alteraciones del orden público.
Es por todo ello que en la sesión ordinaria de la corporación municipal celebrada el 29 de mayo de dicho año, presidida por el alcalde Francisco Viñas Vinuesa, a la que asistieron los concejales Pedro Santillana Cruces, José Molina Sánchez, Demófilo Pérez Delgado, Andrés Pérez Velasco, José Jiménez Fernández y José Guijón Páez, se acordó en el punto 8º, “la conveniencia de que el Ayuntamiento costee el abono de un aparato telefónico en el domicilio del Sr. Teniente de la Guardia Civil de esta Ciudad, con objeto de que esté mejor atendido el servicio”.
Por otra parte, parece ser que la solución que se había decidido dar a la casa-cuartel, dado su lamentable estado de conservación y habitabilidad, fue la de construir un nuevo acuartelamiento, encargándose por el consistorio municipal la redacción del correspondiente proyecto al perito Joaquín Almagro Fernández.
Éste pertenecía a una familia muy ligada a la construcción en San Roque. En esa época estaba al frente de la fábrica de baldosas hidráulicas Santa Isabel, un negocio familiar que había sido fundado en 1920 y con razón social en el núm. 19 de la calle Vallecillo Luján. Durante la monarquía de Alfonso XIII, concretamente en ese año, fue nombrado concejal en la etapa del alcalde Bernardo Souza González. Posteriormente, a fin de julio de 1928, tras superar la correspondiente oposición, había ingresado en los Cuerpos Subalternos de Ingenieros del Ejército como ayudante de obras militares (asimilado a teniente), pasando a prestar su servicio a la Comandancia de obras, reserva y parque de Ingenieros de la 2ª Región. Curiosamente, su padre, Antonio Almagro Benítez, ya fue mencionado en un capítulo anterior cuando en el año 1898 había sido designado por el ayuntamiento como maestro de obras para reconocer el estado del inmueble de la calle Herrería núm. 14 como futuro acuartelamiento de la Benemérita.
El caso es que en el acta levantada por el secretario del ayuntamiento de San Roque, Emilio Cano Linares, relativa a la sesión ordinaria celebrada el 6 de noviembre de 1935, presidida por el alcalde Viñas, se hizo constar que el concejal Santillana dirigió una pregunta relacionada con la presentación del expuesto para la construcción de una casa-cuartel de la Guardia Civil en la localidad, contestándosele que aún no había sido aportada por Almagro.
Casi dos semanas después, con ocasión de la sesión extraordinaria celebrada el día 18 bajo la misma presidencia, fue el concejal Guijo Páez quien preguntó si había sido ya presentado por Almagro el estudio requerido para la construcción del mentado acuartelamiento, contestándosele también negativamente. Ello motivaría que se acordase entonces encargar a otro técnico la redacción del proyecto. Por el momento, no se ha localizado que fue de todo aquello, pero lo cierto es que el inicio de la Guerra Civil en julio del año siguiente abortó, como tantas otras cosas que eran muy necesarias, cualquier proyecto que estuviera en fase de planeamiento. A la casa-cuartel de la calle Herrería le quedaban todavía unos cuantos años más, tal y como se verá en próximos capítulos.
Mientras tanto, sin perjuicio de que los tiempos se fueran tornando cada vez más convulsos, rumbo hacia la terrible tragedia que supondría la Guerra Civil, era también patente la preocupación de los mandos de la Guardia Civil por el mal estado generalizado de las casas-cuarteles en la provincia.
Prueba de ello es la providencia del coronel Gómez Carrión el 6 de diciembre de 1935 en el libro de la Comandancia de Cádiz mandada por el teniente coronel Sebastián Hazañas González: “Será objeto de preferente atención los alojamientos de los individuos a fin de que sus viviendas sean higiénicas y con habitaciones suficientes para evitar vivan en sensible promiscuidad las familias con gran detrimento del decoro y moralidad necesarias e imprescindibles. En la provincia existen varias casas-cuarteles en esas lamentables condiciones …”.
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