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El teniente coronel Manuel Márquez González, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, ejerció el mando de unidades del Ejército en el frente

La reorganización en la posguerra civil (XIII)

La familia Márquez González con sus hijos Manuel (izquierda) de capitán; y Fernando (derecha) de teniente. (Cortesía familia Márquez González). / E. S.
Jesús Núñez - Coronel de la Guardia Civil (R) y doctor en Historia

23 de octubre 2023 - 02:00

Tal y como concluía el capítulo anterior, el teniente coronel Manuel Márquez González, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz, fue comisionado durante la guerra civil para ejercer el mando de unidades del Ejército en el frente.

Así, según consta en su hoja de servicios, el 13 de enero de 1938 se presentó en la localidad turolense de Villarquemado, haciéndose cargo del mando del 10º Batallón del Regimiento de Infantería Bailén núm. 24. Dicha unidad estaba entonces encuadrada en la 1ª Brigada, mandada por el teniente coronel habilitado de Infantería, “y diplomado de Estado Mayor”, Antonio García Navarro, perteneciente a su vez a la recién creada 85ª División, cuyo jefe era el coronel habilitado de Infantería Miguel Cuervo Núñez. Todo ello integrado en el Cuerpo de Ejército de Galicia que mandaba el general de brigada Antonio Aranda Mata.

Apenas prestó servicio de campaña en el frente de Teruel, casi seis semanas, ya que el 24 de febrero siguiente, al comunicársele el ascenso a teniente coronel, en propuesta extraordinaria por antigüedad, entregó el mando del batallón al capitán de la Guardia Civil Miguel Romero Macías. Éste había sido jefe de la 2ª Compañía (Algeciras) de la Comandancia de Cádiz y desde enero anterior, al igual que Márquez, se encontraba comisionado en el mentado 10º Batallón, si bien como jefe de la compañía de ametralladoras.

Tres semanas más tarde, 13 de marzo, el capitán Romero fallecería en Villarquemado por insuficiencia cardiaca, dejando viuda a Rosa Prado Russi, natural de Cádiz, y huérfano a un hijo menor de edad. En junio de 1942, por el Ministerio de Hacienda se le concedería a quien fue su esposa la titularidad de una expendiduría de tabaco en la capital hispalense, todo ello de acuerdo con la ley de 22 de julio de 1939 y las normas complementarias para su aplicación.

Se daba la circunstancia de que Romero había cesado en el mando de la citada compañía del Campo de Gibraltar a fin de septiembre de 1936, al ser nombrado cajero-habilitado de la Comandancia de Cádiz. Dicho cargo había venido siendo precisamente desempeñado por otro capitán que era hermano de Márquez, llamado Fernando. Éste, se hallaba en comisión de servicio en Madrid el 18 de julio de 1936, “al estallar el Movimiento de salvación de España, del cual no se tiene noticia”.

El teniente coronel Márquez regresó inmediatamente a Cádiz, siendo seguidamente destinado al mando de la Comandancia de Cáceres, donde causó alta en la revista del mes de marzo de 1938. Apenas estuvo siete meses allí ya que a fin de septiembre siguiente, se le nombró por el Ministerio de Orden Público, jefe de la Comandancia de Orense, incorporándose el mes siguiente.

En abril de 1939, recién finalizada la contienda con la victoria de quienes casi tres años antes se habían sublevado contra el Gobierno de la República, solicitó “permiso por tiempo indispensable”, al inspector general de la Guardia Civil, teniente general Emilio Fernández Pérez, para desplazarse a Madrid. La razón de ello era encontrarse con su hermano Fernando, al que no veía desde antes de la sublevación militar y había sido detenido por los vencedores.

Éste había nacido en Algeciras el 13 de mayo de 1893 y pertenecía a la promoción de 1913 de la Academia de Infantería de Toledo, habiendo ingresado en la Guardia Civil con el empleo de teniente, en febrero de 1920. Tras ocupar diferentes destinos, dentro y fuera de la provincia gaditana, fue nuevamente destinado en julio de 1934, ya como capitán, a la Comandancia de Cádiz. Si bien se le asignó inicialmente el mando de la 1ª Compañía (San Fernando), cesó a los pocos días ya que fue nombrado cajero-habilitado.

El 9 de julio de 1935, había marchado en comisión de servicio a la Inspección General del Cuerpo en Madrid, “para la pronta liquidación de las Mayorías 1ª, 2ª y 4ª Zonas”, ya que habían sido suprimidas en una de las reorganizaciones llevadas a cabo entonces. Un año más tarde continuaba comisionado en la capital de la República.

Sobre las vicisitudes de este capitán de origen algecireño, nada mejor que transcribir parte del testimonio de la sentencia condenatoria del procedimiento sumarísimo ordinario núm. 259/1939, instruido por el Juzgado de Jefes y Oficiales núm. 4 de Madrid:

“De lo actuado resulta que en 17 de julio de 1936, se hallaba el encartado destinado en la Comandancia de Cádiz y en comisión de servicio en esta Plaza, en la liquidadora de zonas a las órdenes del Coronel del Segundo Negociado de Auxiliar de Jefe, de la Sección de Colegios y del Coronel de dicho Negociado. Luego pasó al Primer Tercio (el 11 de agosto fue nombrado cajero de la Comandancia de Madrid) y más tarde en 19 de agosto por ser el Capitán más antiguo de la Comandancia, salió para el frente de Guadarrama, con mando de Compañía hasta el día 27 que le fue quitado dicho Mando (por “no inspirar confianza al gobierno marxista”, decisión tomada por el teniente coronel Sebastián Royo Salsamendi, jefe de la Comandancia de Madrid, que posteriormente sería cesado por desafecto y fusilado), no tomando parte en hechos de armas de ninguna clase y recibiendo el día 30 de agosto la orden de ser trasladado a Madrid (en unión de otros oficiales de la Guardia Civil en un camión escoltado por guardias de asalto al mando del comandante de la Guardia Civil Alfredo Semprún Ramos) y no volver a la Comandancia hasta que le llamasen. A partir de aquel día se propuso no prestar servicio alguno a los rojos y refugiado en pensiones y casas particulares, se mantuvo oculto, hasta el 30 de octubre de 1936, que ingresó en la Embajada de Chile, en la que permaneció hasta la liberación de Madrid”.

Durante el procedimiento judicial, según consta en el citado testimonio, el capitán Fernando Márquez alegó en su defensa: “Que su estancia en fila roja fue sólo con el propósito de pasarse y cuando ya lo tenía todo planeado en la posición única que guarneció en el frente de Guadarrama con su Compañía, puesto de acuerdo con sus subalternos, entre ellos el Teniente Don Casto Alonso Majagranzas (cuya declaración figura al folio 12 confirmando estos extremos y que el encartado es persona religiosa, Oficial digno y adicto al Glorioso Movimiento) les llegó el relevo y más tarde la orden de marchar conducidos a Madrid, previamente destituidos de sus mandos”.

También consta que, “durante el escaso tiempo que estuvieron en posición, el Capitán Márquez dio la orden de no disparar un solo tiro dando lugar con ello al recelo de la tropa y a que los rancheros sostuvieran conversaciones diciendo que había que matar a los Oficiales, pues les estaban engañando”.

A su favor prestaron avales en el procedimiento, entre otros, el teniente coronel Vicente González García, jefe todavía de la Comandancia de Cádiz, “que afirma que el encartado es persona disciplinada, de buena conducta y moralidad y de ideas francamente derechistas”, y el comandante Antonio Escuin Lois, en el mismo sentido que el anterior.

Sin embargo, sería condenado…

(Continuará).

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