Francisco murió por un ictus

El Vaticano confirma que el Pontífice sufrió un ictus que le causó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible

Un Papa con un perfil muy definido y con vocación de renglón torcido... de Roma

El vicepresidente JD Vance visita este domingo al Papa, en lo que ha sido su úlitmo encuentro oficial.
El vicepresidente JD Vance visita este domingo al Papa, en lo que ha sido su úlitmo encuentro oficial. / Vatican / Efe

"Hermanos y hermanas, buena Pascua". Este fue el deseo del papa Francisco que con un hilo de voz lanzó para abrochar esta Semana Santa. Horas después, ya Lunes de Pascua, el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell anunciaba a través de un videomensaje la muerte del Sumo Pontífice: "Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino".

Siguiendo el rito de la constatación, el Vaticano ofreció por la tarde la confirmación del motivo de la muerte del Sumo Pontífice: un ictus que le causó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible. El documento, firmado por el director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, Andrea Arcangeli, certificaba que la muerte se produjo a las 07:35 del 21 de abril en su apartamento, la residencia vaticana Casa Santa Marta.

La noticia de la muerte de Jorge Mario Bergoglio sorprendía a todos después de ver unas imágenes de la última cita oficial con el vicepresidente de EEUU, J. D. Vance, a quien le reprochó las políticas migratorias de EEUU, e incluso un pequeño paseo en el papamóvil entre fieles este pasado Domingo de Resurrección tras estar presente en el balcón de la Basílica de San Pedro de Resurrección para la bendición Urbi et Orbi.

Finalmente, Francisco no ha podido superar la neumonía bilateral que lo tuvo hace unas semanas 38 días ingresado en el hospital Gemelli de Roma. El día de su alta hospitalaria los médicos ya avisaban de la fragilidad del Sumo Pontífice y advertían de que el proceso de recuperación se iba a alargar y que posiblemente tendría que volver a aprender a hablar.

El Papa en su juventud también sufrió una grave neumonía que le supuso la extirpación de parte del pulmón derecho, debilidad que lo ha acompañado hasta el final de sus días. Tras el 23 de marzo, fecha en que fue dado de alta, las apariciones de Francisco han sido contadas, pero en todas ellas se le notaba cansado y con grandes dificultades para el movimiento.

Bergoglio, que será enterrado en Santa María la Mayor, la basílica española de Roma, llegó a ser obispo de Roma el 13 de marzo de 2013 tras la inesperada renuncia de Benedicto XVI. Su nombramiento, por el contrario, no fue ninguna sorpresa, a pesar de lo que pueda parecer, porque en el cónclave de 2005 quedó segundo por detrás de Joseph Ratzinger. Ambos coincidieron 10 años hasta la muerte de Benedicto XVI, el 31 de diciembre de 2022.

El lugar escogido para el entierro tiene su explicación. El pasado 23 de marzo, después de esos 38 días ingresado por sus graves problemas respiratorios, lo primero que hizo al salir del hospital Gemelli de Roma fue acudir a rezar ante la Salus Populi Romani. Asimismo este icono fue llevado a la plaza de San Pedro la noche del 27 de marzo de 2020, cuando el Pontífice rezó por el final de la pandemia de coronavirus ante un mundo confinado (además se expuso el crucifijo de San Marcelo que salvó Roma de una peste en el 1522).

Por esta devoción, Francisco decidió no ser enterrado en la cripta de San Pedro del Vaticano, como lo hizo su predecesor Benedicto XVI, por ejemplo, y eligió una pequeña capilla en Santa María la Mayor.

Francisco, conocido como el Papa de los pobres, pasará la historia como el primer Pontífice jesuita y latinoamericano que intentó cambiar la Iglesia, aunque en realidad su espíritu reformista sólo intentaba volver al Concilio Vaticano II. El Papa de los desfavorecidos nació en Buenos Aires en 1936, en una familia de origen italiano y comenzó su carrera en la Iglesia con 21 años tras estudiar ciencias químicas. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969 y, en plena dictadura militar argentina, entre 1973 y 1979, fue enviado a Alemania, de donde pasó a la iglesia de la Compañía de Jesús de Córdoba.

Conocido por su sencillez y por que llegó de la periferia, Bergoglio vivía solo, en un apartamento, en el segundo piso del edificio de la curia, al lado de la catedral de Buenos Aires, en el corazón de la capital argentina y como Papa dejó los apartamentos pontificios para ir a vivir a la Casa de Santa Marta, una residencia para los sacerdotes de paso por Roma. Hoy se conocerá la fecha exacta de su entierro y mañana miércoles sus restos serán trasladados a la Basílica de San Pedro para que reciba el homenaje de los fieles.

Sus 12 años de pontificado también están marcados por su lucha contra la pederastia y el intento de dar más protagonismo a la mujer en la Iglesia, enfrentándose a parte de la curia. Su gran cambio fue la nueva Constitución Praedicate Evangelium (Predicad el Evangelio), que modificó la administración del Vaticano con nuevos ministerios como el de Evangelización o el de Economía, el cual asumió todo el control de los fondos para evitar ilegalidades. Siempre tuvo claro que uno de sus objetivos era la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia y la escucha a las víctimas y dio una serie de reglas para que en las diócesis del mundo se pudiera acabar con esta lacra. Aunque algunos recientes casos han dejado claro que aún la Iglesia tiene mucho que hacer.

Su herencia quedará plasmada en sus encíclicas y en particular en Laudato si, en la que hizo un llamamiento a la fraternidad universal y a la "amistad social" en medio de conflictos, como la guerra de Ucrania que tuvo que vivir al final de su vida y en la que se esforzó con todos los medios diplomáticos a su alcance para mediar, pero no lo consiguió. También recibió fuertes críticas por denunciar la violencia contra el pueblo palestino en Israel, incluso se llega a preguntar si se estaba cometiendo un genocidio.

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