Las largas vocaciones del 36

Vargas Llosa murió el Domingo de Ramos y el Papa Francisco horas después del Domingo de Resurrección. Una Semana Santa completa de dos americanos universales unidos por el escritor-talismán Javier Cercas.

Muere el Papa Francisco a los 88 años

El Papa Francisco, en un viaje a Bruselas el pasado septiembre.
El papa Francisco, en un viaje a Bruselas el pasado septiembre. / EP

Soy el mayor de los veintitrés nietos de mis abuelos Andrés y Carmen, los padres de mi madre, la mayor de sus siete hijas a las que se unió mi tío Blas, el único varón. Leyendo la Autobiografía del Papa Francisco que tituló Esperanza y escribió con el autor Carlos Musso, les mandé a mis 22 primos y a mi tía Encarni, que los cuida con primor, las primeras palabras del sexto capítulo de la Autobiografía del Papa: “Mis abuelos maternos vivían en Almagro…”. Como los míos. En el Almagro manchego, tan unido a las Américas por un descubridor cuyo retrato ecuestre preside la Plaza Mayor, mi abuelo Andrés se jubiló de panadero. En el Almagro argentino, número 556 de la calle Quintino Bocayuva, vivían Francisco Sivori y María Gogna, los abuelos maternos de Jorge Mario Bergoglio. Como su abuela María trabajó como criada para una familia parisina afincada en Buenos Aires, hablaba francés perfectamente, idioma de las canciones que les cantaba a sus nietos. Bergoglio contaba que ya mayor todavía tarareaba algunas. Fue Rosa, su abuela paterna, la que le hizo memorizar el principio de la novela Los novios, de Alessandro Manzoni, libro que confesaba haber leído cuatro veces “y todavía hoy lo tengo cerca de mi escritorio”.

El 20 de Abril fue Domingo de Resurrección. Siempre que llega este día abro el libro del teólogo gallego Andrés Torres Queiruga Repensar la Resurrección y leo sus primeras palabras: “La muerte es la certeza; la inmortalidad es la esperanza”. Como el título de la Autobiografía del Papa Francisco y la dedicatoria del Año Jubilar. El Domingo de Ramos murió Mario Vargas Llosa (1936-2025) y unas horas después del Domingo de Resurrección ha muerto Jorge Mario Bergoglio (1936-2025). Dos gigantes del 36. Un peruano de Arequipa, un bonarense hijo de emigrantes del Piamonte. En Argentina a los autobuses urbanos les llaman colectivos. En los de Tussam, la línea de transportes urbanos de Sevilla, hacen servicios diferentes, pero siempre conservan el número de fábrica. Ayer, el 13 que rinde viaje en la Plaza del Duque, a la sombra de la estatua de Velázquez, llevaba el número 1936, la fecha de nacimiento del novelista y del pontífice.

El miércoles se celebra el día del Libro. El Papa Francisco ha publicado unas cuantas encícliclas y Vargas Llosa un aluvión de novelas. Los dos han compartido una suerte de talismán, un escritor que acaba de ingresar en la Academia de la Lengua. Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1966) recibió del Papa Francisco la encomienda de acompañarle en el viaje pastoral a Mongolia (31 de agosto a 4 de septiembre de 2023) y escribir un libro sobre sus impresiones. Un Papa católico, el primer Papa jesuita, el primer Papa americano, era también el primer pontífice en hacer un encargo así a un escritor que ante el interlocutor que le propuso la tarea no le ocultó su condición de ateo, aunque ahora estará convencido de que el Papa lo primero que hará con su visa para el cielo será preguntar por la madre de Cercas que estaba convencida de encontrar allí arriba al hombre con el que había compartido su vida de extremeños que emigraron a Cataluña. El resultado de ese encargo es un libro titulado El loco de Dios en el fin del mundo.

En la muerte de Vargas Llosa, su amigo y editor Juan Cruz ha contado que el escritor peruano siempre le preguntaba por novedades literarias. Cuando se encontraba en Salzburgo con Patricia, su esposa, le habló de un libro que acababa de aparecer. Su autor se llamaba Javier Cercas y se trataba de Soldados de Salamina, la increíble historia de Miralles, Rafael Sánchez Mazas y la aparición episódica de Roberto Bolaño. Era la carta de presentación de un escritor que acaba de ingresar en la Academia de la Lengua en la que Vargas Llosa ocupaba la letra L y a la que entró con un discurso sobre Azorín al que le contestó Camilo José Cela. Vargas Llosa quiso conocer al autor de la novela, “se fueron a un restaurante de Madrid”, ha contado Juan Cruz en El País, “cuando la ciudad, y el mundo, estaban bajo el estupor del 11-S”.

Entre sus lecturas preferidas aparecen ‘La Divina Comedia’, de Dante, ‘Memorias del subsuelo’, de Fedor Dostoievski y ‘Los novios’, de Manzoni

El Papa Francisco ha muerto veinte años y casi veinte días después que Juan Pablo II. La muerte de Vargas Llosa activó su relación con García Márquez. Se conocieron en Caracas, se hicieron amigos en Lima, fueron vecinos en Barcelona y se pelearon en México para siempre. García Márquez nació en 1927, el mismo año que nace Joseph Ratzinger, el futuro Benedicto XVI que en 2013 renunció al Papado. Ratzinger, el teólogo alemán que le dio la vuelta a las premisas de Nietzsche, también nació en 1927, como el creador del universo de Macondo. En su caso, no se conocen desavenencias entre el emérito y su sucesor. Si acaso, esa final del Mundial de Brasil de 2014 que vieron juntos, según la película Los dos Papas, de Fernando Meireles, y en la que ganó Alemania. Con el Papa Francisco, el Madrid ganó cinco Copas de Europa. Con el Papa Benedicto XVI, ninguna, pontífice con quien el Barcelona conquistó tres trofeos continentales. Dos escritores del 27 y del 36. Dos Papas del 27 y del 36. En 1927 nacen también Puskas y Kubala, realismo mágico (de magiar).

Su madre, Regina Maria Sivori, le aficionó a la ópera a Bergoglio. Llegó a saberse de memoria el O Sole Mío…. La noticia de su nombramiento la conocimos en la tramoya del teatro Quintero (calle Pathé) cuando hacíamos con Pive Amador, el mánager y letrista de Silvio, un reportaje sobre una promesa de la tonadilla. Seguro que siendo arzobispo de Buenos Aires llegó a conocer el éxito tremendo que Jesús Quintero llegó a tener con los programas de radio en aquel país. La ciudad a cuya Catedral Luis Álvarez Duarte envió el llamado Cristo de los Futbolistas, un encargo de Scotta y Bertoni, argentinos que jugaron en el Sevilla. El segundo marcó un gol en la final del Mundial de 1978 contra Holanda.

Conoció a Borges. Era seguidor del San Lorenzo de Almagro y entre sus lecturas preferidas aparecen La Divina Comedia, de Dante, Memorias del subsuelo, de Fedor Dostoievski, Los novios, de Manzoni, y El señor del mundo, un libro de teología-ficción de Robert Hugh Benson con el mismo título de la biografía de Felipe II que escribió Hugh Thomas.

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