Martino, Pontoni y Farro, esa otra Trinidad para Jorge Bergoglio
Como exponente del sentido casi religioso del fútbol en Argentina, la gran pasión mundana del papa Francisco fue San Lorenzo de Almagro

“El Dios del fútbol es argentino, y ahora también el Papa”. Diego Armando Maradona regaló un torrente de momentos inolvidables con una pelota pegada a su minúsculo pie izquierdo, pero tampoco dejaba indiferente con su lengua. Y lo volvió a revelar cuando bendijo a su manera, para gozo de sus fieles discípulos maradonianos, la salida de Francisco al balcón vaticano en marzo de 2013.
Su frase debió escandalizar por frívola a miles y miles de católicos, pero siempre quedará como una interrogante papal más si a Jorge Bergoglio, que tenía nombre de central expeditivo de la época en que Bilardo saltaba a la yerba con alfileres en la mano, también le pareció hiperbólica. No en vano, Francisco jamás rehuyó de su condición de furibundo hincha del San Lorenzo de Almagro, el denominado “Ciclón de Boedo”.
En 1946, cuando el pibe Jorge tenía 10 años de edad, acudió al viejo Gasómetro a ver al que entonces era el mejor equipo de Argentina. Y allí se dejó clavar una flecha en el corazón que jamás osó que se la arrancaran. Por algo el fútbol es una religión para todo argentino. Por algo Dios le prestó una mano a Diego aquella tórrida tarde mexicana para invitar al portero inglés Peter Shilton a coger uvas.
A los pocos meses de que el humo blanco ascendiera a los cielos de Roma, Francisco ya se había hecho al hábito de encadenar audiencias y audiencias sin remisión. Pero una mañana se aprestó a disfrutar de una muy especial. Ese día fue el pibe Jorgito quien se vistió con los níveos hábitos papales para recibir a una comitiva distinta, con cierto aire informal por mucha corbata oscura que lucieran sus integrantes. Era la cúpula de su San Lorenzo de Almagro del alma, que acababa de conquistar el Torneo inicial 2013 –un año antes estuvo a punto de descender– y cruzó orgullosa el Océano Atlántico para ofrecerle el título a su seguidor y socio más popular.
Francisco ha sido el socio número 88.235 del club y ha pagado su membresía cada año de forma religiosa, valga la expresión.
“Para mí, el San Lorenzo es el equipo del cual toda la familia era fanática. Mi papá jugaba básquet en el San Lorenzo, era jugador del equipo de básquet. Y de niños íbamos, también mamá venía con nosotros, al Gasómetro”, rememoró Francisco en cierta ocasión. De ahí que en esa visita oficial al papa de algo tan prosaico como un equipo de fútbol, por una vez, quedara en entredicho de quién fue el honor, si de aquellos directivos de pecho henchido o del zagal metido en el cuerpo del Sumo Pontífice.
En el muy improbable caso de que un argentino ascendiera a ser el representante de Jesús en la Tierra, estaba predestinado que torcería por los colores azul y grana del Ciclón: el club lo fundó el sacerdote Lorenzo Massa en 1908. Vio a unos niños jugar a la pelota en la calle y los invitó a hacerlo en las más funcionales instalaciones del Oratorio de San Antonio. A cambio, esos ángeles de potrero se comprometían a asistir a las misas de domingo.
Y si los jugadores del San Lorenzo de Almagro son apodados “cuervos”, es por las negrísimas sotanas de los sacerdotes que revoloteaban alrededor de los niños mientras éstos pateaban el ajado balón.
“Recuerdo como hoy la temporada del 46 (1946), un equipo brillante tenía el San Lorenzo, salimos campeones… lo saben, con gloria, lo vivo con gloria”. A Bergoglio le pasaron un póster con aquella plantilla del 46 que ganó el campeonato argentino. Y los nombres le fueron brotando de los labios como las cuentas de un rosario. Todos lo recordaba.
Por encima de todos, un trío: Rinaldo Martino, René Ponti y Armando Farro. Un terceto de endiablados atacantes que eran imparables en aquel fútbol donde no había sustituciones, tampoco tarjetas amarillas ni rojas, el barro era un jugador más a menudo y la pelota cuando se mojaba pesaba más que un remordimiento.
Tras la elección de Jorge Bergoglio como nuevo Papa, San Lorenzo pidió permiso a las autoridades deportivas locales para que la foto del Pontífice ilustrara la camiseta azulgrana, permiso que le fue concedido por única vez. Se confeccionaron 30 camisetas. Una fue donada a la capilla, otra fue donada al club y las otras se subastan para obras de caridad que el Papa pidió. Francisco pidió también al club que no visitaran más, que no gastara más plata y que la usaran para obras de caridad. Le bastaba con los recuerdos dorados de Martino, Pontoni y Farro. Esa otra Trinidad.
Entre Messi y Maradona, se quedó con... Pelé
En 2023, el papa Francisco colocó por encima de Leo Messi y Diego Armando Maradona al brasileño Pelé, algo que generó el debate entre muchos de sus compatriotas. Además de elevar a Pelé como el mejor de todos los tiempos, criticó al “Maradona hombre”. “¿Messi o Maradona?”, le preguntó un periodista de la RAI. “Meto un tercero”, sorprendió Francisco. “Pelé. Son los tres que más seguí”, añadió el pontífice, convencido. La elección fue más que polémica para los argentinos, que consideran al Diego un dios. “Maradona es un grande, pero como hombre falló”, continuó Francisco. “El pobre resbaló con los que lo alababan pero no lo ayudaban. Vino a verme en el primer año de pontificado. Y luego tuvo su final. Es curioso, tantos deportistas terminan mal...”, espetó. Y ensalzó a Leo Messi: “Es correctísimo. Un señor. Pero para mí de estos tres el gran señor es Pelé”.
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