El Papa recibe en audiencias desde el fin del mundo
Francisco ha recibido a representantes políticos andaluces en un pontificado que ha priorizado los viajes a la periferia del catolicismo

La renuncia de Benedicto XVI obligaba a la elección de un sucesor y el argentino Jorge Mario Bergoglio había llegado al Vaticano como un sencillo cardenal elector, como uno más. El cónclave necesitó cinco votaciones. Las primeras palabras de Francisco, el Papa número 266 después de San Pedro, fueron las siguientes: “Como sabéis, el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo... pero estamos aquí”.
Y de ahí no se ha movido Francisco durante su pontificado, al menos para los españoles. También para los alemanes y para los argentinos. Probablemente consideró que eran territorios a salvo del pecado, valores seguros, no así el resto. Los viajes del Papa se han centrado en países donde el catolicismo es minoría en comparación a las demás confesiones: Myanmar, Bangladesh, Emiratos Árabes y Egipto, por ejemplo, han conocido la presencia de un pontífice que se ha inclinado por la periferia, por las periferias. España, Andalucía, como es sabido, están en el centro más céntrico del catolicismo.
Desde la nuez católica, desde el cogollo de la expresión fervorosa y popular de la confesión católica, han sido numerosos los andaluces que se han desplazado a Roma a visitar al Papa: Mahoma ha sido quien ha ido a la montaña. El monte vaticano es majestuoso, ancho y ajeno como aquel fin del mundo desde donde aterrizó Francisco. Y aunque numerosas han sido las visitas, escasas han sido las audiencias, aunque haberlas las ha habido.
Significativas han sido las dos veces que recibió Francisco al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que acudió en petitoria a pedir lluvia y que el Santo Padre intermedió con las alturas, al menos con las del nivel de las nubes. Fue un 21 de marzo de 2024. Acompañado de su mujer, Manuela Villena, Moreno le transmitió al Papa la invitación a Andalucía, la región, recogieron las crónicas de entonces, de la “pasión cofrade”. Sus poderes: 2.500 cofradías y 600.000 hermanos. Ambos mandatarios hablaron al parecer de inmigración, del cambio climático y de la baja natalidad. Moreno le llevó una panoplia de artículos que hizo de la maleta un baúl frágil: un cristo sindónico, un cáliz de cerámica, unas dosis de incienso, la rama de un olivo plantado en la Alhambra y un cargamento de bizcochos marroquíes de Écija. La segunda visita, empotrado en una comitiva sevillana, fue el pasado febrero. Esa audiencia ha sido una de las últimas del Papa antes de que enfermara gravemente.
Siguieron la estela de Moreno a ese singular fin del mundo el alcalde de Córdoba, José María Bellido, que fue recibido junto a los de Úbeda y Baeza y los del resto de los municipios que son Patrimonio de la Humanidad un 14 de abril de 2024. Más tarde ya, el pasado 22 de enero, lo hicieron la consejera de Hacienda, Carolina España, y el regidor de Málaga, Francisco de la Torre. Desde entonces, el mundo del Papa, el terrenal, ha ido llegando poco a poco a su fin.
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