A martillazos, decapitados o arrojados al mar con un ancla al cuello: los cruentos asesinatos de papas a lo largo de la historia
Varios han sido los pontífices asesinados en épocas convulsas de la historia. Aquí un viaje por los crímenes papales
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Ser Papa ha sido, en más de una época, un ejercicio peligroso. A pesar de su carácter sagrado, la figura pontificia ha estado expuesta a complots, venenos, puñales y traiciones. Desde los albores del cristianismo hasta las intrigas del Renacimiento, varios papas encontraron la muerte no por causas naturales, sino por la violencia. Esta es la historia de los pontífices asesinados: víctimas de persecuciones, revueltas, envenenamientos o misteriosas conspiraciones, cuyas muertes aún hoy generan debate entre historiadores y teólogos.
San Pedro († c. 64-67): el primer mártir
Si bien no fue asesinado en el sentido político clásico, San Pedro, el primer obispo de Roma, fue ejecutado por orden del emperador Nerón. Su muerte en la cruz, boca abajo, es el paradigma del martirio cristiano. Su ejecución se inscribe en la brutal represión imperial, no en una conspiración eclesiástica.
Papas mártires: la violencia del Imperio
Durante los tres primeros siglos, la mayoría de los papas murieron de forma violenta, aunque no en manos de cristianos, sino por persecuciones del poder romano. Entre ellos se encuentran: San
Clemente I († c. 99): exiliado y arrojado al mar con un ancla al cuello.
San Sixto II († 258): decapitado durante la persecución de Valeriano.
San Esteban I († 257): probablemente asesinado durante una liturgia.
Estas muertes son veneradas como martirios, pero no encajan del todo en el concepto de asesinato político intraeclesiástico.
Juan VIII († 882): el papa envenenado y golpeado
Juan VIII fue uno de los papas más trágicos del siglo IX. Frente a las invasiones sarracenas y las divisiones internas del imperio carolingio, intentó mantener el equilibrio. Sin embargo, su política generó enemigos. Según el Liber Pontificalis, fue envenenado por sus propios colaboradores y, como el veneno no actuó con rapidez, rematado a martillazos. Es considerado el primer papa auténticamente asesinado por motivos internos.
Esteban VI († 897): linchamiento en plena anarquía
Su pontificado es recordado por el escándalo del "Concilio Cadavérico", en el que desenterró y juzgó el cadáver de su predecesor Formoso. La reacción fue feroz: el pueblo lo encarceló y fue estrangulado poco después. Su muerte, aunque ejecutada por una turba, tuvo un claro carácter político.
León V († 903) y Cristóbal († 904): asesinatos en cadena
León V fue depuesto por un antipapa, Cristóbal, quien a su vez fue capturado por el papa Sergio III. Ambos, León y Cristóbal, murieron poco después en prisión. Se sospecha que fueron ejecutados para evitar reclamaciones al trono de San Pedro. Sus muertes permanecen en la ambigüedad entre ejecución, asesinato y desaparición forzada.
Juan X († 928): el peso del poder femenino
Aliado de la poderosa familia Teofilacta, cayó en desgracia cuando Marozia, la matriarca romana, lo consideró una amenaza. Fue encarcelado y, según crónicas, asfixiado en su celda por orden de la nobleza romana. Su asesinato simboliza la llamada "pornocracia romana", época en la que las intrigas familiares decidían la suerte del papado.
Juan XII († 964): entre la espada y la cama
Electo papa con solo 18 años, llevó una vida tan escandalosa que incluso sus aliados germanos se escandalizaron. Murió en circunstancias oscuras: algunas fuentes indican que fue asesinado por el esposo de una mujer con la que mantenía relaciones. Otros sugieren una conspiración de nobleza romana. En cualquier caso, su muerte violenta fue reflejo de su turbulento pontificado.
Benedicto VI († 974): ahogado en prisión
Tras ser depuesto por una revuelta romana instigada por Crescencio I, fue encarcelado en el Castel Sant'Angelo. Su sucesor no podía asumir el pontificado mientras él estuviera vivo. Fue estrangulado en su celda, probablemente por orden del antipapa Bonifacio VII.
Juan XIV († 984): la prisión como sentencia
Nombrado por el emperador Otón II, Juan XIV fue encarcelado por Bonifacio VII cuando este retomó Roma. Allí murió, probablemente de hambre o envenenamiento, aunque algunos cronistas apuntan a una ejecución directa.
Gregorio V († 999): ¿asesinado por venganza?
Primer papa germano, murió en circunstancias sospechosas poco después de su nombramiento. Aunque oficialmente murió de fiebre, varias fuentes apuntan a que fue envenenado por la nobleza romana como represalia por su cercanía al emperador Otón III.
¿Juan Pablo I († 1978)?: un misterio moderno sin demostrar
Albino Luciani, Juan Pablo I, murió repentinamente 33 días después de su elección. La versión oficial fue un infarto. Sin embargo, la falta de autopsia, la confusión inicial en la comunicación vaticana y su aparente intención de realizar reformas financieras han alimentado teorías de conspiración sobre un posible envenenamiento. Nunca se probó nada, pero su muerte sigue rodeada de interrogantes.
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