Una marea de afecto a Francisco en el Vaticano

Tras un sencillo y emotivo traslado desde Santa Marta, el féretro del Pontífice yace a ras de suelo sobre a la tumba de San Pedro, donde más de 20.000 personas le rinden un sentido tributo

Miles de fieles rinden un emocionado homenaje al papa Francisco en San Pedro.
Miles de fieles rinden un emocionado homenaje al papa Francisco en San Pedro. / Guiseppe Lami / Efe

En un sencillo ataúd de madera abierto, vestido con la casulla roja, el color del luto papal, y con la mitra vaticana en la cabeza, los restos mortales de Francisco fueron trasladados esta mañana desde Santa Marta por los sediarios pontificios hasta la Basílica de San Pedro en una solemne y emotiva ceremonia.

El féretro, custodiado por la Guardia Suiza, fue depositado en Altar de la Confesión, casi a ras de suelo, apenas sobre una tarima de madera, sobre la tumba de San Pedro y bajo el imponente baldaquino de Bernini, pero sin el tradicional catafalco, como quiso Francisco, para que una marea de fieles –más de 20.000 según la Santa Sede– iniciara un homenaje sin precedentes, en una espontánea y sincera manifestación de afecto hacia el Pontífice.

Francisco pidió que su despedida fuera sencilla, sin pompa. Y así fue. A las 09:00 de la mañana en punto, el ataúd abierto con los restos del Papa abandonó Santa Marta, la residencia que el Pontífice convirtió en un símbolo más de su Pontificado y donde, como dejó escrito, su cuerpo fue velado en las primeras horas desde su fallecimiento.

El féretro del papa Francisco llega a la basílica de San Pedro.
El féretro del papa Francisco llega a la basílica de San Pedro. / Simone Risoluti / Efe

El cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell había dado poco antes comienzo al rito en la capilla de la residencia papal con un rezo junto a los alrededor de 80 cardenales ya presentes en Roma: “Con gran conmoción acompañamos los restos de nuestro querido papa Francisco desde esta capilla a la basílica vaticana, donde ha ejercido su ministerio como obispo de la iglesia de Roma y apóstol de la iglesia universal”, leyó Farrell tras esparcir agua bendita sobre el féretro con los restos mortales de Bergoglio.

Minutos más tarde se abrieron los portones de la residencia del Papa. Francisco fue llevado a hombros por 14 sediarios, escoltados por ocho alabarderos de la Guardia Suiza y 14 penitenciarios. El cortejo iba precedido por los cardenales presentes en Roma y lo cerraban las personas más cercanas a Francisco, sus tres secretarios, Juan Cruz Villalón, Daniel Pellizzon y Fabio Salerno, su enfermero, Massimiliano Strappetti, y sus asistentes Piergiorgio Zanetti y Daniele Cherubiniy.

Los sediarios pontificios depositan el féretro del Papa Francisco sobre la tumba de San Pedro.
Los sediarios pontificios depositan el féretro del Papa Francisco sobre la tumba de San Pedro. / Stefano Spaziani / Efe

Bajo un cielo azul primaveral, la procesión, solemne, recorrió la plaza de Santa Marta y la plaza de los Protomártires Romanos, antes de atravesar el Arco de las Campanas hasta salir a la plaza de San Pedro y entrar en la basílica vaticana por la puerta central, entre el tañir de las campanas a duelo y el aplauso emocionado en que prorrumpieron los peregrinos.

Unas 20.000 personas se agolpaban desde bien temprano en la plaza de San Pedro y aguardaban pacientemente a que abrieran las puertas al público después de presenciar la ceremonia de traslado del féretro del Papa. A las 11:00, después de que los cardenales, obispos y el personal del Vaticano pasaran uno a uno ante el féretro del Pontífice, los fieles pudieron acceder de manera ordenada para detenerse unos instantes ante el Pontífice y rendirle tributo.

Antes de la apertura de las puertas, el cordón llegaba hasta la Via della Conciliazione, donde resultaba incluso difícil el paso por la afluencia de fieles de todo el mundo.

Una marea humana rinde tributo al papa Francisco.
Una marea humana rinde tributo al papa Francisco. / EFE

Entre el respeto, el recogimiento y la emoción, una marea humana avanzaba lentamente por la nave central del templo, después de aguardar pacientemente durante horas su turno en una ordenada cola, protegidos con sombrillas, gafas de sol y botellas de agua.

Las largas colas de fieles que se congregaron durante todo el día a las puertas de la basílica de San Pedro para dar su último adiós al Pontífice llevaron al Vaticano a plantearse incluso ampliar más allá de la medianoche el horario de apertura del templo.

En el interior de la basílica, la gran afluencia apenas permitía a los fieles detenerse unos segundos ante el féretro del Papa, lo justo para santiguarse o arrodillarse. La mayoría se acercaban al féretro, sacaban sus teléfonos al llegar a la barrera y se detenían unos instantes a mirar al Pontífice mientras hacían la señal de la cruz. Muchos buscaban espacios cercanos, como a la izquierda del altar, para poder rezar o inclinarse en señal de respeto hacia el Papa argentino.

La capilla ardiente con los restos de Francisco permanecerá abierta hasta este viernes a las 19:00, una hora antes de que el camarlengo inicie el rito del cierre del féretro. Después, el féretro será trasladado el sábado a la basílica de Santa María la Mayor para ser enterrado, según dejó escrito el argentino, en una ceremonia sobria y sencilla.

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