Urbano VI: El único Papa elegido sin ser cardenal
Las miradas se centran en Colegio Cardenalio ante la inminente elección de un nuevo Pontífice
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Con la muerte del papa Francisco y la inminente convocatoria del cónclave para elegir a su sucesor, todas las miradas se centran en el Colegio Cardenalicio.
Sin embargo, la historia de la Iglesia católica guarda una excepción única: la elección de un papa que no fue previamente cardenal.
Cónclave convulso
Se trata de Urbano VI, quien asumió el pontificado en 1378 tras uno de los cónclaves más convulsos y excepcionales jamás celebrados.
Bartolomeo Prignano, nacido en Itri alrededor de 1318, no formaba parte del cónclave que debía elegir al sucesor de Gregorio XI. A pesar de haber sido arzobispo de Acerenza y, más tarde, de Bari, no había recibido la púrpura cardenalicia.
Su carrera eclesiástica, no obstante, le había dado un papel destacado en la administración de Gregorio XI, el pontífice que trasladó de nuevo la sede papal de Aviñón a Roma tras casi setenta años de exilio.
El cónclave que siguió a la muerte de Gregorio XI se abrió el 7 de abril de 1378 en un clima de enorme tensión política. Solo 16 de los 22 cardenales asistieron, ya que no se esperó la llegada de los que estaban en Aviñón.
Las divisiones eran evidentes: dos facciones francesas —lemosinos y galicanos— con diez cardenales en total, frente a una facción italiana con apenas cuatro miembros.
Los dos cardenales restantes, el aragonés Pedro de Luna y el francés Roberto de Ginebra, mantenían una posición neutral.
"Papa romano, o al menos italiano"
Pero fue el pueblo romano quien terminó inclinando la balanza. Temiendo que un nuevo papa francés devolviera la sede a Aviñón, miles de romanos rodearon el Vaticano exigiendo a gritos un papa "romano" o "al menos italiano".
Ante la presión, y dado que los romanos presentes en el cónclave no eran viables —uno por edad, otro por juventud—, los cardenales optaron por una figura que no estaba en la sala: Bartolomeo Prignano, arzobispo de Bari.
Su elección se mantuvo en secreto hasta obtener su consentimiento.
Sin embargo, la confusión fue tal que el pueblo creyó inicialmente que el elegido había sido el anciano Francesco Tebaldeschi.
Luego, al escuchar el nombre de "Bari", muchos lo confundieron con Jean de Bar, un cardenal francés, lo que provocó disturbios y el asalto del Vaticano.
Solo la llegada de Prignano al cónclave permitió calmar los ánimos. Aceptó la elección y fue proclamado como Urbano VI, el primer papa italiano tras el papado de Aviñón y el último en asumir el cargo sin haber sido cardenal.
Hoy, mientras los cardenales se preparan para reunirse en la Capilla Sixtina, la figura de Urbano VI resurge como una rareza histórica.
Su elección, marcada por la presión popular y el caos, contrasta con el orden y protocolo que se espera en la próxima votación. Pero su historia recuerda que, incluso en una institución tan ritualizada como la Iglesia, las sorpresas pueden cambiar el curso de la historia.
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