El plástico y su gestión: problema u oportunidad
Mucho se habla de frenar el cambio climático. La sociedad tiene cada vez más conciencia de que existe un problema, si bien es cierto que queda mucho que hacer y que educar en determinados hábitos que ya deberían estar obsoletos. Es más, incluso para algunos investigadores ya es tarde; para otros no tanto, pero sí que es cierto que se antoja necesario revertir un gran número de prácticas que lo fomentan y sustituirlas por otras más sostenibles con el medio ambiente.
En este sentido, la agricultura en invernadero se enfrenta a un problema de calado con la gestión de uno de los elementos más nocivos de cuantos hay en el planeta: el plástico; un material este que al igual que en la vida cotidiana de la gran mayoría de la población occidental, también es imperial en la agricultura, y que se suele emplear desde la producción hasta el manipulado, y por supuesto a la hora de envasar en los distintos formatos las frutas y hortalizas de cara al consumidor final, donde también sigue teniendo protagonismo, pero afortunadamente cada vez menos y está dejando paso poco a poco a nuevos materiales más sostenibles.
El principal escollo que tiene el agro intensivo es principalmente la gestión de las ingentes cantidades de plástico a las que necesita recurrir aún todavía y en un contexto en el que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2019 celebrada en Madrid ya alertaba sobre la necesidad de poner medios de manera urgente. Por tanto, parece claro que la agroindustria se enfrenta a un importante reto de presente y futuro.
En esta línea se posiciona también Emilio Galdeano, catedrático y director del Centro de Investigación Mediterráneo de Economía y Desarrollo Sostenible (Cimedes) de la Universidad de Almería; una voz autorizada por su trayectoria y trabajo en estas lides.
Este investigador entiende que posiblemente se ha llegado hasta el punto de “demonizar” todo lo que conlleva la utilización de materiales plásticos, pero “tampoco es menos cierto que muchos otros recursos naturales (papel, minerales, etc.) podrían haberse visto sobre-explotados en las últimas décadas si no hubiesen sido sustituidos por este material”.
Además, Galdeano considera que no es tanto un problema de la existencia del plástico, sino que, como casi siempre, depende más bien del uso y reciclaje que haga el ser humano del mismo; y por tanto, depende mucho de la preocupación y conciencia individual para un adecuado control de los potenciales impactos negativos al medio natural. Y arroja datos que de por sí dejan entrever el camino que a nivel de sociedad nos queda por recorrer. Por ejemplo, en el caso de España, a nivel general, estamos todavía muy por debajo (un 30%) del reciclaje que se hace en otros países de la Unión Europea, como es el caso de Alemania (con un 66%).
Tipología
En el caso de la horticultura del sureste andaluz se pueden distinguir tres principales grupos de plásticos que más se utilizan y que son los que más preocupan en cuanto a su impacto: los plásticos de techo de los invernaderos, los plásticos de acolchado (suelo, desinfección, túneles para plantones, etc.) y los usados para envasado y empaquetado en las empresas de manipulado y comercialización.
“Aunque la cantidad usada en nuestro conocido ‘mar de plástico’ es sólo de alrededor de un 3% de todo el plástico en el contexto nacional, sólo los dos primeros grupos (techo y acolchado) suponen unas 90.000 toneladas anuales que necesitan ser recicladas”, explica Galdeano, quien apunta a que “en los últimos años se ha conseguido que más del 90% del plástico sea llevado a puntos de recogida oficiales y sea reciclado o transformado”; sin duda un logro que aún se queda escaso, puesto que el objetivo es que no se acumule ningún resto de este material y no se vean episodios como los que se producen en ocasiones en algunas ramblas de la provincia por las lluvias torrenciales, donde se causan destrozos por los depósitos de este material y, lo que es peor, va una gran cantidad a parar al mar.
Situación actual
Para este catedrático, entre los problemas actuales está: “Además de un pequeño porcentaje que todavía no se recicla, debido a que aún hay puntualmente productores desaprensivos que no gestionan la retirada (aunque son cada vez menos), uno de los tradicionales viene siendo el plástico de acolchado, que por la suciedad que lleva aparejada (arena, tierra, etc.) no se estaba tratando. Otro ha venido a raíz de que el mercado asiático ha limitado sus compras de plástico reciclado, creando cantidades de stock de plástico que venía siendo difícil de gestionar”, apunta sobre un último hándicap éste, que comenzara en enero del pasado año y que ha traído verdaderos dolores de cabeza para el sector y la administración.
“Adicionalmente, está el plástico de envasado, sobre el que ha surgido una mayor preocupación a raíz de la postura de muchos supermercados de retirar los materiales plásticos tradicionales, pese a que el plástico empleado en las frutas y hortalizas sea reducido (7-8% aproximadamente) en comparación con los otros envases que utiliza un supermercado en otros productos (donde habría que tener en cuenta, además, el carácter perecedero de los productos frescos y valorar la pérdida de productos agroalimentarios que supondría la falta de protección)”.
Posibles soluciones
¿Y cómo se pone coto a este problema? En este sentido, Galdeano, habla de varias posibilidades y donde seguramente en todas ellas esté parte de la panacea o por qué no, en una conjunción de todas ellas. Así, actualmente, se están tratando los plásticos de acolchado con nueva tecnología, como es el lavado y posible aprovechamiento de los restos de arena o tierra para su reutilización; se está buscando la venta más directa a los transformadores de este residuo, tanto en el ámbito nacional como internacional y para ello, una de las fórmulas sería transformar previamente el plástico en pequeñas porciones (tipo “lenteja”) que luego utilizan los fabricantes directamente para obtener sus productos; promover la información y formación de los utilitarios últimos en el sector (los productores) sobre los puntos de recogida oficiales, diseminados por toda la zona agrícola (hay actualmente 7 puntos de recogida y posiblemente pronto serán 8) y, además, se ha creado una asociación para la mejor coordinación, Asociación de Gestores de Residuos Agrícolas (AGRA); se está innovando por parte de los fabricantes de plástico en la obtención de materiales biodegradables para el envasado, que ya se están utilizando. Al mismo tiempo, se están elaborando los biodegradables para el caso del acochado; también, hay innovaciones para darle otros usos al plásticos, como es la obtención de petróleo y combustibles (hay ya dos empresas en el sector que trabajan en esta línea); y por último, se está promoviendo un sistema de trazabilidad del plástico, por parte de la Administración, que involucre a toda la cadena, desde el fabricante hasta el usuario último, para una más adecuada gestión del mismo.
Un cambio a afrontar desde una perspectiva global
La visión del catedrático, Emilio Galdeano, sobre eel futuro más inmediato con todo este cocktail de pros y contras con respecto al plástico es que hay que afrontarlo desde una perspectiva global, puesto que “repercute enormemente en la imagen que se pueda dar de nuestros productos en los mercados consumidores, dada la creciente concienciación social que se ha producido, promovida también por los medios de comunicación, grupos ecologistas, grupos políticos, etc. Sin embargo, considero que se están haciendo innovaciones y adaptaciones importantes para revertir el posible problema. De hecho, podríamos estar hablando de un subproducto (más que residuo) que tuviese una rentabilidad adecuada y llegar a disponer de cadenas de distribución con los transformadores a nivel internacional, al igual que se hace con los productos agroalimentarios”. Para Galdeano, otro cambio importante podría venir no sólo de los materiales biodegradables, sino de plásticos para techado para el aprovechamiento de la energía fotovoltaica, que ya existen y que podrían formar parte de la imagen de los invernaderos.
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