“Conseguiremos cambiar el rumbo de la ciudad”
J. Juan Franco Rodríguez. Alcalde de La Línea
El regidor linense hace balance de la historia del municipio desde su segregación hace 150 años.
Si pudiera deshacer una decisión tomada en estos 150 años como municipio, ¿cuál de elllas elegiría?
–Sin duda, el cierre de la frontera en 1969. Este hecho no ocurrió de un día para otro. Por parte británica-gibraltareña se fueron tomando una serie de decisiones que fueron respondidas por el régimen de una forma hostil. Primero fue la retirada de pases a las señoras que podían ir a trabajar (entre ellas mi abuela, que era costurera, lo que supuso un varapalo en la familia). También se pusieron obstáculos a habitantes gibraltareños que tenían aquí sus negocios... Cada vez se iban tomando más medidas en este sentido hasta el infausto 8 de junio de 1969.
Ese cierre provocó un desgarro social y un ‘crack’ económico del que todavía no nos hemos recuperado del todo, aunque es cierto que la frontera se abrió en 1982 y que entonces mejoraron las inversiones de gibraltareños en La Línea, se reanudan los matrimonios mixtos... Esperemos que ese cierre nunca se repita.
–¿Cuál ha sido el mayor logro de la historia del municipio? ¿Y el mayor error?
–El mayor logro ha sido la segregación de La Línea del municipio de San Roque, que nos permitió poder contar con órganos de gobierno y que la ciudad se desarrollase de formá rápida. Hasta entonces, siempre estábamos supeditados a decisiones militares y supramunicipales, debido a la frontera con Gibraltar.
También podríamos mencionar, aunque sean hechos demasiado concretos en un contexto de 150 años, la consecución de la Carta Económica Especial o el Plan de Ordenación Urbana de 1985, que en su momento fue un logro.
Y el mayor error, que no fue algo que dependiera de esta ciudad fue, como antes citaba, el cierre de la frontera y muchas de las decisiones aparejadas a esa decisión. Después, ha habido detalles que no tienen demasiado sentido, como que haya en pleno centro o en el frontal costero de Levante viviendas sociales. Y que conste que mi madre es de San Bernardo. Pero es que eso ha impedido que tengamos lo que tienen otras localidades de la zona, con explotaciones hoteleras o paseos marítimos comerciales, lo que generaría muchos puestos de trabajo.
–¿Qué nos puede decir del patrimonio histórico de la ciudad? ¿Cómo puede servir ponerlos en valor?
–Hasta que llegó la segregación no se podía ni siquiera construir con mampostería en La Línea, por lo que tenemos un casco histórico muy nuevo y yo pensaba, erróneamente, que nuestro patrimonio histórico era escaso. Cuando piensas en el patrimonio de la ciudad se te viene a la cabeza la comandancia, la plaza de toros, el actual Museo Cruz Herrera, el mercado de la Concepción y poco más. Pero a raíz de la aprobación del PGOU hemos tenido que estudiar concienzudamente este asunto y nos hemos encontrado con un catálogo de bienes protegidos bastante interesante. Y de hecho, se está trabajando en asuntos como la Ruta de los Búnkers, el Fuerte de Santa Bárbara o la restauración de la Torrenueva, que están dentro de un proyecto que se llama Arquitectura defensiva de La Línea, concepción de una ciudad frontera. Pero además, estamos trabajando ya en la Ruta de las Casas Burguesas, que son aquellas edificaciones ya protegidas y que tienen un valor patrimonial y turístico.
–¿Qué supondrá para el municipio la reforma de la plaza de toros?
–La plaza de toros seguirá siendo eso, una plaza de toros en la que haya espectáculos taurinos. Pero además, se va a reconvertir el concepto. Va a ser el centro multiusos El Arenal. Un espacio donde realizar eventos de todo tipo como conciertos, obras de teatro, festivales... Se trata de poner en valor un inmueble que, además, es bien de interés cultural y que se estaba cayendo. De igual modo, va a servir de referente para la apertura del eje del centro urbano a las barriadas. Es una de las piezas angulares del proyecto de reordenación urbanística.
–Tras este balance del pasado, ¿qué nos deparará el futuro?
–El futuro puede enfocarse de dos formas: como apocalipsis nuclear, con las consecuencias de la pandemia arrasando todo, el cual yo no me creo; o un futuro en el que, aún quedando mucho trabajo por delante, todas las autoridades municipales, autonómicas y nacionales trabajen de forma conjunta para salir de esta crisis y de esta grave situación. En el aspecto municipal estoy convencido de que conseguiremos cambiar el rumbo de la ciudad. Vamos a ser capaces de sacar adelante el Plan de Ordenación Urbana y poner en valor suelos para que los inversores vean posibilidades en la ciudad y creen puestos de trabajo. También vamos a ser capaces de poner en valor, de la mano de la Autoridad Portuaria, el frontal marino de Poniente. Lo cierto es que soy muy optimista con el porvenir de los años venideros.
–¿Cuál ha sido la época de mayor esplendor histórico? ¿Y la peor? ¿Tiene algún alcalde favorito?
–La mayor época de esplendor económico de la ciudad podríamos ponerla en el primer tercio del siglo XX, con unos momentos apasionantes. Desde que se segregó en 1870, la ciudad sufrió un crecimiento espectacular. En 15 o 20 años se pasó de 300 habitantes a 30.000. Yo me imagino esos años iniciales del siglo XX similar a las ciudades del oeste americano en la época de la fiebre del oro, con gente llegando desde muchísimos sitios de España y de otros países como Portugal o Inglaterra. Era una época como mucho trasiego, mucho ambiente, mucha actividad empresarial y de ocio. Aunque también era una época con graves problemas sanitarios, sin alcantarillado y con grandes epidemias, lo que era algo común en la España de entonces.
Otra fecha de gran esplendor es la década de los cincuenta y principios de los 60. De esta época he escuchado a muchos mayores, incluido mi padre, decir que fueron unos años de bullicio y de mucha actividad. La posguerra ya había pasado y Gibraltar estaba ya de nuevo en su esplendor tras las emigraciones por la Segunda Guerra Mundial. Las primeras figuras del mundo artístico nacional y las compañías de teatro más importantes acudían a La Línea antes que a muchas capitales de provincia.
Y la peor época, sin duda y remarco lo mismo, fue cuando se decretó el cierre de la frontera. Antes, en los cuarenta, hubo un primer Brexit provocado por la Segunda Guerra Mundial, pero la actividad militar hacía que siguiera habiendo trabajo. Pero en los sesenta, una época de desarrollismo enorme, cuando en San Roque se implanta Cepsa, en Los Barrios Acerinox y cuando el Puerto de Algeciras comenzaba su enorme expansión, a La Línea nos condenan a muerte. Con el cierre, la ciudad pierde en un año prácticamente la mitad de la población, los comerciantes tienen que cerrar sus negocios, hay que emigrar... Esta época es algo que todavía nos pesa.
En cuanto al alcalde, no voy a nombrar ninguno vivo para evitar susceptibilidades. El que está considerado mejor alcalde de la historia es don Luis Ramírez Galuzo. Y otro que se nombra menos pero que también está ahí es su primo don José Cayetano Ramírez. Estos dos señores junto a don Lutgardo López Ramírez formaban parte de la burguesía de la ciudad y se dieron cuenta de que el futuro del municipio tenía un enorme potencial, propiciando pasos muy importantes, que todavía hoy son significativos. Se consiguió la segregación, se instauró el mercado, se construyó la plaza de toros, …Y fue cuando se engendró el actual centro de la ciudad. Pueden considerarse los padres fundadores de la actual urbe.
Después ha habido muchos alcaldes que hicieron cosas importantes para la ciudad. Y de lo que estoy seguro es que todos intentaron hacer lo mejor para La Línea. Todos y cada uno, con su coyuntura y sus circunstancias, me merecen el debido respeto.
–¿Cómo repercutirá en la ciudad la aprobación del nuevo PGOU?
–No quiero que nadie piense que aprobado el PGOU se acabaron los problemas de La Línea. Pero pongo un ejemplo: todo el mundo que pasa por el frontal marino entre el puerto de la Atunara y el Burgo piensa que podría ser una zona de hoteles, restaurantes y comercios en un paseo marítimo. Con el plan actual no se puede y lo que pretendemos es que ello sea posible, siempre con las tramitaciones oportunas. En definitiva, queremos poner todas las condiciones para generar una mayor actividad económica, aprovechar las ventajas geográficas que tenemos y crear puestos de trabajo, la gran preocupación actual. Para mí, la falta de posibilidades de empleo es el gran problema de la ciudad. Si tuviéramos un paro del 5%, se produciría un giro copernicano, el contrabando y el narcotráfico se rebajarían, la recaudación de impuestos subiría y entraríamos en un círculo virtuoso, en vez del círculo vicioso actual. Lo que queremos es generar oportunidades para los inversores que ayuden a mejorar la economía, que es lo que todos deseamos.
–¿Qué espera del Brexit después de tantos retrasos y tanta incertidumbre?
–Puedo decir que de todos los ministros de exteriores que nos han atendido, la persona que he visto con mayor sensibilidad sobre el tema y con las cosas más claras es a la actual ministra, la señora González Laya, la cual espero que pueda venir por aquí a la mayor brevedad y conocer de primera mano la zona. Tras hablar con ella y transmitirnos que su mayor preocupación y lo que más importa son las personas, quienes entran y salen de allí para trabajar todos los días, nos hemos quedado más tranquilos. Ha habido ministros cuyo principal objetivo era colocar la bandera. Aunque ahí no quiero entrar porque se trata de un asunto de política exterior.
–¿En qué estado se encuentra la pretensión de que La Línea se convierta en ciudad autónoma?
–Es una pretensión que está dentro de nuestro proyecto electoral y eje de nuestra política. Con la situación actual creada por el Covid-19 no es que haya pasado a un segundo plano, pero sí que tenemos que acometer los trabajos más urgentes: como aprobar una línea de subvenciones para pymes y autónomos, atender a las personas en riesgo de exclusión social, continuar con las mejoras en el colegio, mejorar la administración digital que permita el teletrabajo por si se volviera en cualquier momento a la situación de confinamiento... En estas circunstancias tan complicadas hablar de esta reivindicación puede ser contraproducente. No renunciamos a ella, pero tendremos que retomarla a su debido tiempo.
–¿Qué actos se mantienen o tendrán lugar en los próximos meses para celebrar el 150 aniversario?
–Hemos tenido que reinventarnos, ya que la idea era terminar el 30 de julio de 2020, cuando se conmemora el cambio de nombre de la ciudad, con un acto religioso. La comisión de los actos decidió comenzar las celebraciones una vez cumplidos los años, no antes. Los actos se van a llevar a cabo desde el 20 de julio de 2020 hasta el 20 de julio de 2021. Espero que entonces las circunstancias permitan concluir todo con una velada de fiestas magnífica, con premios institucionales y demás. Por el camino, se pretenden retomar muchos de los actos previstos. Algunos ya están en marcha como la elección del logo y la mascota, y otros, como distintas exposiciones conmemorativas y artísticas o charlas en los institutos que esperemos celebrar. La idea es que la comisión pueda anunciar en breve ese completo calendario de actividades.
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