Conflicto
La Junta de Andalucía defiende que la competencia para actuar contra los rellenos de Gibraltar es del Gobierno

La Línea de Gibraltar como germen de la ciudad

Inicios

La pedanía de San Roque fue creciendo hasta tomar una identidad propia, con gentes llegadas de diferentes lugares y pertenecientes a múltiples actividades laborales.

1847. La Línea de Gibraltar.
José Martínez Téllez

20 de julio 2020 - 13:54

A cierta distancia del cuartel de infantería que mandara construir el general Francisco Ballesteros en 1811, junto a la aduana, se va formando el caserío de viviendas y locales comerciales, por una población llegada de diferentes puntos: resto de la comarca del Campo de Gibraltar, Huelva, Cádiz, Andalucía oriental (sobre todo Estepona y Motril), Valencia, Portugal (futuro barrio obrero del espigón de San Felipe), Italia (sobre todo genoveses) y Malta.

Primeras autoridades linenses

En el año 1811 el general Francisco Ballesteros levanta el primer cuartel de infantería, de una sola planta y con un foso alrededor, siendo por tanto el edificio de presencia militar en La Línea hasta la construcción de la Comandancia en el año 1864. Un comandante estaba por tanto a cargo de tal población, que respondía ante el gobernador militar del Campo de Gibraltar que sobre 1810 había sido trasladado de la ciudad de San Roque a Algeciras.

Sobre el año 1812 se tiene constancia que ya existía una capilla o ermita dedicada a la Purísima Concepción, patrona del cuerpo de infantería, teniendo su lógica advocación por ser un territorio de fuerte presencia militar. Este edificio tenía una capacidad de no más de 50 personas, situado en la actual calle de San José, cuyo patio daba a la actual Plaza de la Constitución y servía de cementerio. Sabemos que en los años sesenta se pidió autorización al comandante militar para algunas reparaciones y que, en 1878, una vez concluida las obras del Santuario de la Inmaculada Concepción, tenía un estado de conservación lamentable y fue finalmente derribada. Estaba a cargo de un capellán, sacerdote que estaba bajo la autoridad de la Iglesia de Santa María la Coronada.

Debido al crecimiento del pueblecito, y para controlar mejor al vecindario, se crea la figura del alcalde celador o alcalde de barrio, actuando como delegado del Ayuntamiento de San Roque, velando así por el cumplimiento de la normativa jurisdiccional. En agosto de 1813 tomaba posesión el primer alcalde del punto de La Línea.

Las actividades laborales

Los gobernadores de Gibraltar, como prevención de medida sanitaria, convencidos de que la superpoblación de la colonia británica podía favorecer a la propagación de epidemias, decretó diferentes expulsiones para la población extranjera a las que no se les ofrecía residencia. En 1804 y 1811 fue a los genoveses, y a mediados de 1813, a portugueses, judíos y españoles, convirtiendo estos expulsados La Línea en su lugar de residencia y hogar. Alfonso Escuadra relata un dato curioso “la directriz que ordenaba el cierre de la mayor parte de las numerosas tabernas de la colonia, y que no hizo sino sentar las bases de las conocidas botillerías del istmo, un incipiente y lucrativo negocio que, curiosamente iba a estar controlado, en la mayoría de los casos, por genoveses igualmente instalados en el punto de La Línea”.

En 1813 aparecían censados cincuenta vecinos que pagaban su contribución y se dedicaban al comercio. De estos encontramos tiendas, cafés, billares, traficantes (entiéndase comerciantes de un lado a otro de la frontera al exportar e importar mercancía). La cuarta parte de la población eran genoveses, como demuestran los apellidos históricos en la localidad que recuerdan aquel origen italiano como Traverso, Faba, Galuzo, etc.

Diez años después, en 1823, y gracias a diferentes actas de matrimonio y listados de censos de residentes y empadronamientos, se conoce gran parte de la actividad de los linenses de aquellos tiempos. Así, había registrados hortelanos, tejedores, tenderos, pastores, ganaderos, guardas, marineros, taberneros, amoladores, pilotos, médicos, sastres, mandaderos, lavanderas, comerciantes, traficantes, jornaleros, cocineros, funcionarios, recaudadores, sirvientes, aguadores... A todas estas actividades se debe añadir la mano de obra en la colonia de Gibraltar. Aquel año el número de residentes se situaba en unas trescientas personas, de las que ochenta y tres tenían la categoría de vecinos y unas doscientas cincuenta eran consideradas “almas”, es decir, personas que habitaban allí o estaban de paso pero que no tenían la denominación de ser habitantes de vecindad.

Bastión de liberales

Cuando los franceses habían sido derrotados finalmente en 1814, aquellos militares liberales que lucharon por la constitución de Cádiz, y la vuelta del rey Fernando VII, se sintieron pronto desilusionados al ver que el monarca no reconocía los derechos constitucionales, y se convertía en un señor absoluto. Así que La Línea volvió a convertirse en un lugar donde venían refugiados ocultándose o bien de las autoridades o por la cercanía de Gibraltar, ya que personajes de renombre acababan refugiándose en la ciudad.

En el año 1823 tuvo lugar una incursión de absolutistas (partidarios del rey con poder absoluto) en la población.

La noche del 28 de enero de 1831 el general José María Torrijos, que estaba refugiado en Gibraltar, prepara un plan en el que ochenta hombres, comandados por él mismo, debían tomar La Línea. El general, junto a su ayudante (Lorenzo Flores Calderón) y el teniente coronel Molina, atravesaron la puerta de Tierra para adentrarse así en las arenas del istmo, con sólo treinta y tres hombres bajo su mando y veintiocho viejos fusiles sin bayonetas. Así sorprendieron al destacamento que estaba en las ruinas de La Línea de Contravalación y, si bien consiguieron en un primer momento tomar el pueblo, un regimiento absolutista enviado desde San Roque se enfrentaría más tarde a ellos, por lo que los liberales se fueron escondiendo por La Línea, hasta que volvieron a refugiarse en Gibraltar. El 11 de diciembre desembarcaría en Málaga y sería sorprendido junto a sus compañeros y fusilado en la misma playa. También Gibraltar y La Línea se convertirían en lugar donde llegaban algunos carlistas (partidarios para que el hermano del fallecido, Fernando VII en 1833, fuera el rey, en lugar de su hija, Isabel II).

El aumento de población y el apogeo de Gibraltar

La pérdida de los territorios americanos que mantenía España hasta aquel momento produjo una caída estrepiosa para la economía española, sin embargo, aquello en el Campo de Gibraltar marcó una prosperidad para la actividad comercial con Gibraltar. La reina Victoria I de Reino Unido decreta sobre el año 1848, el establecimiento de puerto franco para la colonia británica.

En este periodo existían numerosas transacciones inmobiliarias, a pesar de que el suelo oficialmente pertenecía al Ministerio de Guerra español. A finales de aquel año, el número de habitantes ascendía a las dos mil personas. A pesar de ello, San Roque seguía insistiendo al comandante del Campo de Gibraltar en que “se sirviese prohibir que se fabricaran o reedificaran en lo sucesivo más casas en el Punto de La Línea”.

En 1849 el cronista de San Roque escribía en su obra, Carta Histórica y situación topográfica de la ciudad de San Roque y términos de su demarcación en el Campo de Gibraltar, el siguiente dato sobre esta pequeña población: “Línea. Así llamamos a un pueblecito que hay en el sitio por donde precisamente se debe entrar en Gibraltar. Ya te he dicho que allí mora el gobernador o comandante militar de aquél y de los demás puntos dichos. Habrá unos ...vecinos de los más de ellos pasan con tiendas de comestibles y de bebidas, dos cafés y una mesa de villar, tres o cuatro posadas, panaderías y algunos artesanos. Allí está la recaudación donde cobran el derecho de los comestibles que llevan a la plaza”.

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