Conflicto
La Junta de Andalucía defiende que la competencia para actuar contra los rellenos de Gibraltar es del Gobierno

De la beligerancia a la prosperidad

Antecedentes

Un istmo arenoso, precedente de La Línea, establecía una nueva frontera de España y Gibraltar en el siglo XVIII. Antes de pacificarse la comarca, hubo periodos de hostilidad.

1783. Grabado de las hostilidades.
J. M. T.

20 de julio 2020 - 10:05

La presencia británica de forma permanente en Gibraltar desde el siglo XVIII supuso un fuerte impacto en el contexto territorial, llevando a un cambio que tenía repercusión en los ámbitos político, social y económico entre el Gibraltar inglés y el resto de poblaciones españolas del Campo de Gibraltar. Si esa relación durante todo aquel siglo fue tensa y beligerante, en el siguiente supuso un cambio hacía la fluidez económica, comercial y de lazos familiares que, a día de hoy, se sigue manteniendo como algo tan nuestro, natural y normal, quizás no entendido por aquellos que viven fuera de la comarca.

Empieza la presencia de militares en el Istmo

El primer asedio por las fuerzas conjuntas de España y Francia para intentar recuperar Gibraltar del poder de los británicos se efectuó entre 1704 y 1705, formándose un ejercito de 9.000 españoles y 3.000 franceses. Aunque el cabrero Simón Rodríguez Suarte ofreció información valiosa para que los sitiadores pudieran entrar en el Peñón, las desavenencias entre los mandos españoles y franceses fueron suficientes para que la empresa fuera un fracaso. Después de ocho meses de asedio, se desistió del empeño.

La cesión de Gibraltar y la continuación de hostilidades

La guerra de sucesión española supuso un desgaste para las potencias europeas como conflicto internacional, sobre todo para las encabezadas por los pretendientes (Francia y Austria) y para la propia España, teniendo más en cuenta su carácter de enfrentamiento civil entre Aragón y Castilla. El largo conflicto iniciado en 1700 acabó en 1713, aceptándose a la dinastía de los Borbones, encabezada por Felipe V como rey de España y de las Indias. Para ello se firmarían una serie de tratados, siendo el más famoso el de Utrecht, donde en su artículo X, el rey católico (Felipe V) cedía a la reina Ana Estuardo de la Gran Bretaña la propiedad de Gibraltar (ciudad, castillo, etc.) a perpetuidad. Sin embargo, en 1727 volverían a retomarse los enfrentamientos, llevándose a cabo el segundo asedio de unos cinco meses, hasta que la diplomacia española en Viena resolvió el cese de las hostilidades (al menos por el momento).

Detalle de la firma de Isidro Próspero de Verboom. 1730.

Diseño de defensas militares en el Istmo

Un 2 de noviembre de 1730, José Rosales Patiño, secretario de Estado de Guerra de SM el rey Felipe V, escribía para encargar al ingeniero Isidro Próspero Verboom la construcción de una Línea fortificada de mar a mar, en la lengua de tierra delante de Gibraltar. Al día siguiente, el 3 de noviembre, el conde de Roydeville es informado de la orden de ejecución de esta fortificación en el istmo de mar a mar por Isidro, añadiendo criterios para que se construyera un camino cubierto y una falsa braga hacia la mina que se inició en el asedio de 1727 que estaba destinada a destruir la dañina batería de la reina Ana en Gibraltar. Anteriormente, el 17 de octubre de 1730, Jorge Próspero de Verboom (marqués de Verboom y padre de Isidro) escribía al rey para excusarse ante la posibilidad de que sea él quién plasme el proyecto sobre el terreno “por no hallarse mi salud en estado de practicarlo por mí mismo”.

El origen del nombre de La Línea

Aunque en un primer momento Jorge Próspero de Verboom, en los años veinte del siglo XVIII, propuso la realización de tres murallas en el istmo arenoso, para aislar a Gibraltar por tierra y dejarla incomunicada con España, finalmente esta obra y diseño no se realizaría, sino la que más adelante propondría su hijo. Esta intervención magna de la ingeniería militar de la época, denominada “La Línea de Contravalación española para cercar la plaza de Gibraltar”, fue empezada por Isidro Próspero de Verboom en 1731 y terminada por Juan Pedro de Sobreville en 1735. Sería conocida como “La Línea de Contravalación” o simplemente y de forma abreviada como “La Línea”. Esta denominación será la que dará nombre al caserío y minúsculo pueblo que se establecería junto a la entrada de la frontera y las ruinas del baluarte de San José a principios del siglo XIX.

1735. Línea de Contravalación Española.

Estas fortificaciones, fruto de la más moderna ingeniería militar de la época, abarcaba desde la playa de levante hasta la playa de poniente, compuesta por dos grandes fuertes: Santa Bárbara, “en honor a la patrona del cuerpo de artillería”, y San Felipe, “en honor del rey, Felipe V de España”. Además, existían cinco baluartes: San Benito; Santa Marina –“en honor a la infanta, Mariana Victoria, reina consorte de Portugal”–, San José, San Fernando –“en honor al príncipe de Asturias y futuro rey, Fernando VI”– y Santa Isabel, “en honor a la reina consorte, Isabel de Farnesio”, este último renombrado como San Carlos “en honor al infante y luego rey, Carlos III”. Todos estaban conectados entre sí por un lienzo de muralla. Al mando de esta amplia fortificación se encontrada un brigadier general del ejército español, que dirigía las operaciones desde el San José, llamado el Principal, siendo un subordinado del comandante general del Campo de Gibraltar, que tenía su cuartel general en el Palacio de los Gobernadores de la ciudad de San Roque.

El último asedio

El punto máximo de hostilidades se produce entre los reyes Carlos III de España y Jorge III de Reino Unido. El conflicto se produce cuando se declara la guerra en el año 1779, aliándose Francia y España, como era normal, al estar los dos países bajo la misma dinastía, los Borbones, siendo su comandante, el duque de Crillon. Por parte británica estaba el gobernador de Gibraltar, Sir George Elliot. El asedio duró tres años y siete meses. Las fuerzas militares se ampliaron hasta 20.000 hombres, acampados en las laderas de Sierra Carbonera y en los cortijos situados cerca de la Bahía de Algeciras, dando lugar a ‘El Campamento’, núcleo urbano que en la actualidad pertenece al termino municipal de San Roque. Por otra parte, se instaló el parque de artillería en el fuerte de la Tunara (denominación antigua de la barriada pesquera linense que más tarde, a partir de las sesiones de las actas del Ayuntamiento de La Línea en el siglo XIX, aparecería ya denominada como Atunara).

El asedio supuso un enorme gasto para las arcas de la hacienda española y francesa. Mientras, se empezaron a tener conversaciones de paz entre los enfrentados. La diplomacia conseguiría que esta se firmase en los preliminares el 3 de febrero de 1783, consiguiéndose finalmente cesar con la contienda el 3 de septiembre del mismo año, firmándose el denominado Tratado de Paz en el palacio francés de Versalles, por el que Gibraltar seguía quedando bajo el poder de los británicos. Antes de partir a Madrid, el duque de Crillón invitó a su antiguo rival, el Gobernador de Gibraltar, a una cena en San Roque, haciendo posteriormente el británico lo mismo en Gibraltar con su invitado. Esto era una muestra de la caballerosidad de la época, donde la admiración era mutua, y pudieron conversar sobre las estrategias empleadas mientras duró la contienda.

La Paz en la Comarca

A lo largo del siglo XVIII, y antes del último asedio, surgieron nuevos municipios en el Campo de Gibraltar, independizándose de San Roque. Así, en 1755 nacía Los Barrios, y en 1756 lo hacía Algeciras, de forma independiente. El cese de las hostilidades supuso un balón de oxigeno para las poblaciones de la comarca y para la colonia británica.

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