Novedad y tradición

La Navidad, esa época del año en la que el corazón se llena de nostalgia y las mesas se visten de fiesta, también es un momento para disfrutar de las tradiciones culinarias que cada cultura ofrece. Entre las innumerables delicias que nos regala la gastronomía navideña, destacan dos dulces que se elaboran en la comarca.

Hoy vamos a comentar dos de ellos, uno tradicional y otro adquirido, siendo ambos dos auténticas delicias gastronómicas: el panettone italiano y el piñonate de Jimena de la Frontera.

El panettone, ese icónico bollo alto y esponjoso, es sinónimo de Navidad en Italia. Su origen se remonta a la región de Lombardía concretamente a la ciudad de Milán, donde las primeras referencias a este pan dulce apa-recen en el siglo XV. La leyenda dice que el panettone fue creado por un joven pastelero llamado Toni, quien, enamorado de la hija de un noble, inventó esta delicia para ganarse el favor de su familia. Así nació el "pan de Toni", cuyo nombre evolucionó hasta convertirse en "panettone".

Tradicionalmente elaborado con harina, huevos, mantequilla, levadura y frutas confitadas, el panettone ha cruzado fronteras, conquistando mesas en todo el mundo. Su textura aireada y su aroma inconfundible de cítricos y vainilla lo convierten en un impres- cindible de las fiestas. En Italia, su degustación suele acompañarse con una copa de vino dulce, haciendo de cada bocado una expe- riencia exquisita.

En los últimos años, el panettone ha vivido una auténtica revolución gastronómica. Pasteleros de renombre han reinterpretado la re- ceta clásica, incorporando ingredientes como el chocolate, el pistacho y exóticas combinaciones de frutas. En La Línea se elabora uno de los mejores panettones de España, concretamente en Arte y pan, y también se puede encontrar este dulce típico en otras pastelerías, como en Okay o Gastrokook.

En Jimena, la Navidad está íntimamente ligada al piñonate. Este dulce de origen morisco es un claro ejemplo de cómo la historia y las tradiciones pueden fusionarse en una receta. El piñonate se elabora con almendras y miel, ingredientes básicos en la repostería árabe que vivió en nuestra tierra. La receta incluye también harina, huevos, anís y ralladura de limón, que aportan un sabor característico y delicioso. La masa se moldea en churros que se fríen hasta quedar crujientes, para luego bañarlos en miel caliente y formar las piezas. Finalmente, se decoran con trocitos de chocolate o frutos secos.

El piñonate no solo es un postre, sino también un vínculo con el pasado y un motivo de orgullo para los habitantes de Jimena de la Frontera, quienes lo elaboran de manera artesanal en estas fechas. A diferencia del panettone, que ha logrado una proyección global, el piñonate se ha mantenido como una joya local, custodiada por las manos expertas de quienes conocen sus secretos.

A día de hoy el piñonate puede llegar a prácticamente cualquier lugar del mundo gracias a algunos obradores locales que hacen envíos, como El Avío o Sarria. Afortunadamente, en la comarca tenemos muy cerca tanto el piñonate como el panettone.