Dulce niña de la Plaza Alta

Camino silente por los añejos callejones de la histórica Algeciras, recorriendo esquinas, multiplicando mis pasos acotando el camino que me acerca a ti, Amargura, dulce niña de la Plaza alta.

Acudo en tu búsqueda, anhelando el reencuentro en una mañana de primavera especial, cuando el astro sol ilumina la escena entre azahares y palmas circundado el Templo de Santa María de La Palma.

Mis ansias se colman ante tu divina estampa, esa carita soberana, humilde, callada.

Rezumas majestad, bellamente ataviada,

Encajes, saya, son brillantes presentes que iluminan tu mirada.

Luces, entronizada en un altar efímero, mágica arquitectura cofradiera llamada palio.

Amargura, regia soberana, tus nazarenos enjugan las lágrimas que recorren tus mejillas con pañuelos de oro y plata.

Olores a rosas, jazmines y azucenas marianas, perfuman la mística estampa.

El ocaso de la tarde, es antesala de la madrugada, que prende iluminando las mechas penitentes de tu candelerìa de plata.

Eres Amargura, divina representación de siglos de devoción callada, sudor del trabajo, miedos, peticiones y esperanzas de un ejército de hijos envueltos en telas moradas y blancas.

Caminas, Amargura levitando por Plaza Alta, haz de luz, oro y plata, enbelesando a tu pueblo, con esa eterna mirada.

Revoloteo de palomas repique de campanas, cuando en la noche suena la saeta gitana.

Cuánta falta nos hace hoy Amargura, el abrazo de tu divina mirada.

Caminando entre tus hijos, deleitando nuestras almas.

Bella niña de mi Plaza Alta, más que soñar ahora, ahora es cuando siento adentro la fuerza de tu mirada.

Voy contigo, camino junto a tu merced, aferrándome a tus nazarenas plantas,

Implorando que vuelvas a mi Plaza Alta.

Amargura, dulce niña de la Alta Plaza, ampáranos, protégenos, cólmanos de vida, para seguir siempre enamorados de tu mirada.

VIVA LA VIRGEN DE LA AMARGURA.