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La Junta y los vecinos de Betis y Betijuelo colaboran para prevenir nuevos incendios forestales en Tarifa

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Un borrador plantea la ejecución de un cortafuegos perimetral para proteger a estas dos aldeas rurales

La Naturaleza da un aviso en Paloma Alta

A propósito del incendio de Tarifa

Un avión del Infoca sobrevuela sobre la sierra de San Bartolomé. / E. S.

Los vecinos de las aldeas rurales de Betis y Betijuelo, en plena sierra de San Bartolomé y a 6 kilómetros de la playa de Bolonia, y la Junta de Andalucía trabajan, de forma conjunta, para elaborar un plan de autoprotección comunal que prevenga incendios como el declarado durante la pasada Semana Santa, que quemó unas 50 hectáreas de pinar y matorral y obligó a desalojar a 70 personas.

El proyecto, según relatan los 250 vecinos que, aproximadamente, viven entre ambas pedanías, consiste en que la Junta financie la creación de un cortafuegos perimetral —con una anchura aproximada de 15 metros— alrededor de ambos núcleos. Luego serán los propios vecinos quienes se encargarán de limpiar y mantener esa franja. Ése es el compromiso con la Administración.

Uno de los hornos comunales de Betijuelo. / Erasmo Fenoy

Limpiar el monte antes del verano

El plan se inició hace un mes, con la visita de una ingeniera de montes y varios técnicos del Infoca que estudiaron el lugar. El reciente incendio forestal que ha quemado la zona, y ha sido controlado finalmente este lunes, ha provocado que ese proyecto, guardado en un cajón, se reactive. Los habitantes de Betis y Betijuelo piden que el borradorse materialiceantes de la llegada del verano.

Se trata de una medida un tanto extraordinaria ya que la elaboración y ejecución de estos planes de autoprotección —tanto privados como comunales— son responsabilidad exclusiva de los residentes en núcleos de población aislada, empresas, campings o instalaciones ubicadas en zonas de peligro, según dicta la ley de Montes. La Junta, en este caso, no tendría la obligación de intervenir.

Lo que sí es responsabilidad de la Consejería competente en materia forestal es la redacción de un Plan de Prevención de Incendios Forestales que se actualiza cada cinco años. En ellos, se incluyen las características y distribución de la vegetación en la zona, el riesgo de incendios, la situación del terreno respecto a la prevención y las actuaciones previstas en relación a tratamientos selvícolas preventivos de incendios, cortafuegos y construcción de infraestructuras de apoyo.

Consultados por este periódico, desde la Junta de Andalucía, informan que en los montes de Betis han financiado "diversas actuaciones" entre los años 2018 y 2020 que incluyen rozas y aclareos del matorral, tala y poda de árboles, realce de acebuches y eliminación de residuos en un espacio superior a 20 hectáreas. Añaden que han elaborado otros proyectos que "todavía están pendientes de adjudicación" para llevar a cabo labores similares en un área de 40 hectáreas por un presupuesto aproximado de 375.000 euros.

Las tareas más recientes son de 2022, cuando se dedicaron 150.000 euros en "trabajos preventivos en Tarifa", mientras que, para 2023, hay previsto un importe similar, según ha informado la Junta este lunes a Europa Sur.

Un helicóptero del Infoca arroja agua sobre el terreno quemado. / E. S.

Un polvorín

La sierra de San Bartolomé es como un gran queso Gruyere lleno de agujeros donde, la mayor parte del terreno, está catalogado como monte público —terreno forestal— y, por tanto, es responsabilidad de la Junta, pero lleno de "enclavados", es decir, fincas de propiedad privada. Sin embargo, existen zonas donde la catalogación —y la responsabilidad sobre esos terrenos— no queda tan clara. Por ejemplo, la franja que rodea una parcela privada.

La realidad es que las labores de desbroce, podas y limpieza son muy caras, también los tratamientos herbícolas, y casi nadie —ni propietarios privados ni la Administración pública— quiere asumir sus costes. Mientras tanto, la biomasa se va acumulando y los montes de Tarifa se convierten en un polvorín.

No en vano, el foco del último incendió se originó entre Betijuelo y Betis, en una zona conocida como El Puntal, que llevaba años sin limpiarse. A causa del fuerte viento de levante, las llamas se expandieron rápidamente por la cima y la ladera, hasta adentrarse en la finca privada de El Chaparral. Aún se desconoce si fue intencionado.

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