Manuel Escribano: "Desde que vimos a Miguelín, todos los toreros tenemos la fantasía de torear en la playa"
TOROS EN TARIFA
Reabre este domingo el coso centenario de Tarifa en un cartel que comparte con El Cid, Manuel Ponce y toros de Fuente Ymbro
El torero sevillano asegura ser "un enamorado de Tarifa", donde cuenta con familiares y amigos
El Cid, Manuel Escribano y Manuel Ponce reinauguran de la plaza de toros de Tarifa el 27 de agosto
La plaza de toros de Tarifa, un coso singular con más de 130 años de historia
Manuel Escribano responde al teléfono desde la habitación del hotel, nada más despertar. En unas horas, hará el paseíllo en la plaza salmantina de Peñaranda de Bracamonte. Después, montará en el coche de cuadrillas directo a Gerena, su residencia habitual, y por la mañana, continuará el viaje hasta Tarifa, donde torea este domingo. Esta semana ha celebrado su 39 cumpleaños y asegura que el trajín de la temporada no le pesa. No todavía.
Además de soplar las velas, el pasado jueves, el torero sevillano cortaba una oreja en Bilbao, en un cartel de relumbrón, con Morante y Roca Rey como compañeros de terna y ante toros del Puerto de San Lorenzo.
-Está siendo una temporada intensa para usted. En plaza de primera categoría, estrenó el 2023 cortándole dos orejas al bravo Patatero, de Victorino Martín, en Sevilla.
-Es en las plazas grandes donde realmente doy la dimensión de torero que soy. Para mí, lo más difícil es torear despacio y eso lo logré con Patatero. A partir de la Feria de Abril, he marcado un ritmo muy bueno durante el resto de la temporada.
-Por eso resulta especialmente injusta su ausencia en los carteles de San Isidro de Madrid.
-Más que injusto, no entrar en Madrid ha sido incomprensible. Incluso en otros momentos de mi carrera lo habría entendido, pero este año no. Ha sido un completo absurdo y desconozco los motivos. Son circunstancias que, a veces, suceden en el toreo y no hay por donde cogerlas.
-En cambio, sí que fue a Pamplona con una ganadería de la tierra como es La Palmosilla.
-Exacto. La empresa repitió el cartel de 2022 por el acontecimiento que se produjo entonces, tanto por los toros como por los toreros. No pudimos volver a salir todos a hombros como entonces. Dos seguidas, en este oficio, es demasiado difícil. A pesar de todo, si llego a matar bien esa tarde, le habría cortado una oreja a cada ejemplar.
-Hace algunos años, toreó usted en plena playa de Tarifa a una vaca, precisamente, de La Palmosilla. Preciosas imágenes aquellas. ¿Cómo recuerda la jornada?
-Eso lo he hecho dos veces, ambas en Valdevaqueros, y es un auténtico espectáculo. Parecía que todo estaba contratado aquellas mañanas para que saliera bien: sin viento, la temperatura ideal, las embestidas de las becerras... Son momentos mágicos que me han regalado el toreo y la Naturaleza. Yo soy un enamorado de Tarifa. Poder torear en su playa es, sencillamente, una gozada.
-Recuerda, además, mucho al maestro Miguel Mateo 'Miguelín' toreando, con los pies en el agua, un novillo en El Rinconcillo de Algeciras.
-Todos los toreros tenemos esa fantasía de poder torear en una playa desde que vimos aquella película, El relicario, con el maestro Miguelín y Gibraltar al fondo. Está en nuestro ideario.
-¿Qué relación familiar tiene usted con Tarifa?
-Todos los Escribano son de Tarifa. Yo nací en Gerena, en Sevilla, pero procedo de allí. Mi abuelo paterno, por ejemplo, sí nació en Tarifa.
-Cuenta hasta con una peña taurina, con alrededor de 180 socios, y una caseta en la feria que lleva su nombre.
-Efectivamente. Se fundó en 2003 y está a punto de cumplir 20 años. Han sido fieles seguidores desde mis comienzos como novillero, también de mis años de ostracismo y después, cómo no, de mi resurgir en las ferias. Son gente que ha estado ahí a las duras y a las maduras.
-Alguna cornada también ha ido a curársela a Tarifa, si no me equivoco.
-También. Siempre que he tenido ocasión, cuando ya he podido moverme, he ido para allá. En esos momentos de recuperación, me sienta muy bien hacer ejercicio en la playa. El mar y el aire vienen genial para las heridas.
-Tal y como están las cosas actualmente, siendo torero, sale más rentable comprarse un piso en Tarifa que un cortijo con ganadería en cualquier campo, ¿no le parece?
-Absolutamente. Una ganadería es una inversión ruinosa. No lo descarto. Lo del piso en Tarifa, digo. Fíjate que yo llevo yendo allí desde niño, cuando sólo había cuatro locos con las tablas y las velas. De críos, casi que no queríamos ir porque nos aburríamos. Y ahora mire en lo que se ha convertido Tarifa, una ciudad en absoluto crecimiento.
-Y, además, con una plaza de toros centenaria que reinaugura usted este domingo tras siete años de cierre.
-Es una maravilla que se vuelva a abrir. Felicito al Ayuntamiento por ello y le doy las gracias a los miembros de mi peña. Muchas veces, cuando se cierra una plaza, luego falta valor para ponerla de nuevo en funcionamiento. Aquí lo han hecho nada más tomar los mandos de la ciudad. Por Tarifa, además de su peso histórico, han pasado todas las grandes figuras del toreo. Es una tierra torera y ganadera por lo que el cierre de su plaza resultaba un sacrilegio, sobre todo porque se debía a una decisión política. Tras la aberración del PSOE, se impone la lógica.
-Los inconvenientes de estas plazas tan antiguas, y me consta que usted los conoce bien, son la falta de infraestructuras modernas. Me refiero a cuestiones de seguridad, como un callejón o una enfermería del siglo XXI.
-Son más incómodas para los toreros, sin duda. Pero para eso somos profesionales y sabemos adaptarnos a las circunstancias de los cosos de tercera y de pueblos. Por otro lado, gracias a Dios y a una UVI móvil donde te pueden operar de cualquier cosa, estamos cubiertos. Estoy muy comprometido con el festejo de este domingo en Tarifa, aunque primero tengo que salvar la tarde de este sábado en Peñaranda.
(Toro a toro, como suelen decir los toreros. Mientras tanto, Manuel Escribano aguarda a que regresen del sorteo los miembros de su cuadrilla y le comuniquen qué le ha caído en suerte.)
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