Tarifa y su fabuloso pasado: un emporio arqueológico de la Edad del Bronce
Retazos de historia
Numerosos historiadores dejaron su huella en el estudio de los primeros momentos de la Edad de los Metales
Tarifa acoge un fabuloso mundo de dólmenes, menhires y estelas funerarias
Historia de una portada. La fachada central de la iglesia mayor de San Mateo de Tarifa
La divulgación de los restos arqueológicos a lo largo del siglo XX
Los descubrimientos arqueológicos están ligados a un rosario de nombres que dejaron su sello en la investigación sobre el mundo de los primeros momentos de la Edad de los Metales. Entre ellos podemos citar: al abate H. Breuil, a Cayetano de Mergelina y Luna y Juan Cabré Aguiló, a los que se añadieron posteriormente Carlos Posac Mon, Lothar Bergmann y durante una vida dedicada a la Historia y Arqueología del Campo de Gibraltar, la figura de Juan Ignacio de Vicente Lara.
Aunque los conjuntos megalíticos y los abrigos con pinturas rupestres, que hoy se denominan como Arte Sureño, debieron ser conocidos desde tiempo inmemorial por los habitantes de las alquerías, dehesas y hatos ganaderos existentes en el término de Tarifa, de ahí los sonoros y maravillosos nombres con los que eran conocidos: Peña de la Roca del Ciervo, Cueva del Canuto del Arca o el Tesoro del Tío Polea, no fue hasta comienzos del siglo XX, cuando comenzaron a ser divulgados y dados a conocer a la comunidad científica.
Los primeros en dar cuenta a la comunidad científica y al público en general de la existencia de núcleos dolménicos en el término tarifeño fueron el coronel británico William Willoughby Cole Verner, descubridor de la Cueva de la Pileta en 1911, y el abate francés Henry Breuil, quien se había desplazado a España para observar, in situ, dicha cueva. Fue el militar británico quien informó al prehistoriador francés de la existencia de focos dolménicos sobre las colinas que dominaban la laguna de la Janda y ambos recorrieron dichos parajes en el año 1914, para volver a realizar un estudio sistemático del mismo en 1916 que tuvo como resultado la publicación, un año más tarde, en el Bulletin Hispanique, de un artículo sobre el descubrimiento de centros dolménicos sobre los bordes de la laguna de la Janda.
En el mismo, describieron siete dólmenes en la dehesa del Aciscar, que fueron ampliamente estudiados y descritos por los dos estudiosos. El artículo fue traducido al español, y, casi prácticamente reproducido por Romero de Torres en su Catálogo Monumental de España. Provincia de Cádiz en 1934.
Igualmente, el prestigioso investigador español, Cayetano de Mergelina en el año 1924, recogió en su estudio sobre los cercanos dólmenes de Purenque-Arráez, una revisión de los existentes en el Aciscar.
En 1963, se produjo el descubrimiento de uno de los mayores complejos de la Edad del Bronce en el sur peninsular, la Necrópolis de los Algarbes, unida al nombre y labor investigadora de Carlos Posac Mon.
Ya 1984, Ramón Corzo Sánchez, director entonces del Museo de Cádiz, publicó una aportación en la Biblioteca Gráfica Gaditana, titulado Los Monumentos prehistóricos, donde realiza una descripción general tanto de los dólmenes de la laguna de la Janda como del complejo arqueológico de los Algarbes de Tarifa.
Pero es hora ya de dar un paseo por un fabuloso mundo de dólmenes, menhires, estelas funerarias y pinturas rupestres del término de Tarifa.
Un mundo megalítico unido íntimamente a los abrigos rocosos con pinturas rupestres, en un estilo esquemático, que últimamente ha sido calificado como arte sureño, y puesto en valor, en lucha denodada por su conservación, por parte de Lothar Bergmann.
Los dólmenes del Aciscar
Fue el coronel británico William Willoughby Cole Verner, quien dio a conocer al abate Breuil la existencia del conjunto dolménico de la dehesa del Aciscar. Sus investigaciones permitieron divulgar ante el público en general, y muy especialmente ante la comunidad científica, un conjunto de siete estructuras megalíticas, compuestas por piedras que oscilaban en su dimensión entre los 3,27 m. y 1 m. de largo, los 1,20 y 1 m. de alto y entorno a los 0,40 m. de espesor.
Dólmenes 1, 4, 6 y 7 son cámaras, en concreto el dolmen 7 es el mejor conservado y conocido, el Tesoro del Tío Poleá. Los dólmenes 2 y 3 son galerías, mientras que el 5 está muy deteriorado y quedan restos de una posible galería. La mayoría presenta el circulo de piedras que delimitaba el túmulo de tierra con que se cubría el monumento funerario.
Hoy día, tenemos que añadir a los anteriores, un dolmen localizado en 1986, por un grupo de profesores y amantes de la historia local coordinados por el entonces Cronista Oficial de Tarifa, que realizaban una recopilación fotográfica de los restos arqueológicos más importantes del término. Se trata de una cámara formada por bloques laterales de casi 2,30 m. de altura por 1,5 de ancho, el cierre compuesto por un bloque de las mismas dimensiones y una cubierta caída sobre uno de los bloques laterales, piedras de grandes dimensiones situadas ante la cámara hacen pensar en una galería, no se constató existencia de un túmulo.
Los dólmenes de Purenque-Arráez
En las terrazas de Purenque, dentro de la dehesa de Arráez, Cayetano de Mergelina y Luna realizó, en 1924, trabajos exhaustivos de localización, descripción y excavación arqueológica, que dieron a conocer cuatro dólmenes conocidos como A, B, C y D.
De dimensiones parecidas a sus vecinos de Aciscar, todos son cámaras, algunos conservan piedras que formaron las galerías de acceso y algunos de ellos los círculos de piedras que formaron los túmulos.
Otros hallazgos en la campiña jandeña de Tarifa
Breuil y Verner, encontraron, en la campiña de Tarifa cercana a la laguna de la Janda, los siguientes elementos: junto al arroyo Granadillo descubrieron un círculo, un posible túmulo de unos 6 m. de diámetro, con una posible galería de entrada, en Tahivilla se encontró una gran piedra con rayaduras que puede considerarse bien como parte de un recinto funerario o como un menhir e igualmente en la colina del Machorro un bloque grabado, que bien pudiera ser un menhir o una estela funeraria que medía 0,55 m. de alto por 0,34 de ancho en la base y un espesor de 0,15 m. y que presenta dos círculos grabados y líneas horizontales.
Cayetano de Mergelina y las pseudonavetas de Purenque-Arráez
En compañía del abate Breuil, Cayetano de Mergelina, localizó unas extrañas construcciones, que denominó pseudonavetas, “por su ligera semejanza de trazado que presentan con los monumentos de las Baleares”. De pequeñas proporciones y “aparejo mezquino”, pudo conocer dos de ellas, una situada a 37 m. al N del dolmen B, y otra a 46 m. al S.O, de la primera.
La forma de estas construcciones, dibuja un trapecio que redondea su extremo SO y un trazado recto al NE. Los muros laterales miden 14,50 y 12,40 m de largo, y de una altura comprendida entre los 0,60 y los 1,90 m.
A pesar de realizarse excavaciones en la zona no pudieron encontrar, ni siquiera un fragmento de cerámica con que poder datar las construcciones.
Los Algarbes de Tarifa una Necrópolis de la edad del Bronce
Sin duda alguna, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del suroeste penínsular están unidos para siempre a la figura de Carlos Posac Mon.
Situado sobre la orilla derecha del río del Valle, sobre una de las laderas de Paloma Alta, dominando la ensenada de Valdevaqueros y a unos diez kilómetros de Tarifa.
Su hallazgo fue casual, cuando en octubre de 1963 una brigada anexa al Servicio de Repoblación Forestal preparaba el terreno para su repoblación con eucaliptos, una reja, arrastrada por un tractor, enganchó una laja de piedra, que puso al descubierto una cavidad subterránea.
Tras dar aviso a las autoridades, Juan de Mata Carriazo, delegado de la Zona Arqueológica del Distrito Universitario de Sevilla, encargó un informe a Carlos Posac Mon, quien comprobó, al visitar el yacimiento, que se trataba de una cueva artificial y analizar los objetos hallados, concretó que era un sepulcro o tumba de la Edad del Bronce.
Hubo cinco campañas de excavaciones, comprendidas entre los años 1967 y 1972. Los materiales encontrados pasaron primero al Departamento de Arqueología de la Universidad de Sevilla y definitivamente al Museo Arqueológico hispalense.
Las excavaciones dieron a conocer un total de 11 tumbas, algunas prácticamente intactas, otras con graves daños debido a la acción de los agentes atmosféricos sobre la roca arenisca donde se asienta el conjunto funerario. Donde también se encontró una tumba antropomorfa infantil, del mismo tipo de las existentes en Betis o en otras zonas del municipio, datada como de inicios de la Edad Media.
El resto, mayoritariamente son tumbas de cista o “de entrada vertical” a manera de “pozo o silos”, como las describió Posac. Aunque la más destacables son las denominadas, por el arqueólogo, como Sep. 1 y Sep. 2, cuevas artificiales abiertas en los laterales de una zanja.
La zanja es en realidad una estructura dolménica o dolmen, cuyos cierres son grandes losas de piedra de Tarifa, mientras que las tumbas laterales (Sep. 1 y Sep. 2), como se ha mencionado, son cuevas artificiales o cistas.
En la Sep. 1 los constructores abrieron una amplia cámara abovedada de forma oval, de aproximadamente 1,80 m. de altura y de 2,05 en el eje N-S y 1,65 en el que va de E-O.
La tumba Sep. 1, presenta tres entradas, la primera, a manera de claraboya en lo alto de la bóveda, y la tapaba la laja de piedra que fue arrastrada por el tractor, mientras que las otras dos son las que se abren en la parte izquierda y derecha del monumento.
Las aberturas laterales de la zanja estaban cerradas por piedras calizas labradas, la llamada “jabaluna” o “losa de Tarifa”. También fue un descubrimiento muy interesante la tumba Sep. 2, otra cámara abovedada, de 1,40 m en su eje N-S, de 0,90 m. en el E-O y de 1,10 m. de altura.
En cuanto a los restos encontrados son variados, como pequeñas piezas de adorno con adornos de estrellas, que dan idea de un pensamiento religioso basado en la observación del firmamento, una pieza de oro en la tumba numera como 5, en forma de una fina lámina, decorada con líneas quebradas.
Igualmente, se encontró un buen número de materiales tanto de piedra pulimentada como talladas, entre los que se encontraban hachas, alabardas y cuchillos y abundante cerámica, con su típica carena o borde.
Los dólmenes Caheruelas-Caballero
Desde finales de los años sesenta y por divulgación, del entonces comandante Barberá, se dio a conocer la existencia de un foco dolménico en la zona de las Caheruelas, que 1993 fueron estudiados y publicitados, en las II Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar, por los investigadores Juan Ignacio de Vicente Lara, recientemente fallecido, y al que con este artículo se rinde un pequeño pero merecido reconocimiento y homenaje a una ejemplar labor investigadora a lo largo de su vida y el entonces Cronista Oficial de Tarifa Francisco Javier Criado Atalaya.
Los investigadores pudieron localizar siete monumentos dolménicos, pero la cifra podría verse aumentada en futuras prospecciones ya que la orografía del terreno y la vegetación dificultaban su localización.
El dolmen número 3, fue el primero cuya existencia se dio a conocer a la opinión pública, posteriormente se conocieron los comprendidos entre los números 4 y 7, siendo localizados por los autores, los números 1 y 2.
Se trata de dólmenes de gran parecido en su forma y materiales a los anteriormente descritos del Aciscar y Purenque-Arráez. Sus piedras son de mediano tamaño de 2 a 4 m2 , que conforman cámaras igualmente tamaño mediano de entre 2 a 5 m. y las cubiertas mayoritariamente planas, con tendencia oval o circular en su contorno, algunos están rodeados de la alineación que inscribía un túmulo de pequeño tamaño, que no alcanzan los 15 m. de diámetro.
Junto a los dólmenes De Vicente y Criado, pudieron constatar la existencia de numerosos bloques pétreos, que se sitúan en las cercanías de los monumentos funerarios, una alineación circular de piedras, que probablemente formen parte de un túmulo que cubre una tumba, y por último, una gran alineación circular de piedras de gran tamaño, que en algunos puntos presentan círculos, que podrían indicar una posible cerca defensiva.
Los dólmenes de las Canchorreras
Se trata, hasta el momento, de un conjunto de cuatro dólmenes, de características semejantes a los de las Caheruelas, todos son de piedras de tamaño medio y cámara pequeña y todos conservan su cubierta, y la mayoría la cabecera de la cámara (los números 1, 3 y 4), no se ha constatado alineaciones de piedra en su entorno, que delimitarán un antiguo túmulo. Existe una gran laja de piedra, que presenta aspecto de haber sido en parte tallada y que se asienta, a manera de cubierta sobre otras rocas, la vegetación, muy densa y espesa, impide ver si se trata de otra sepultura megalítica.
Otros dólmenes en el término tarifeño
En Facinas, muy próximo a la población, se encuentra el dolmen denominado La Casita, semejantes a sus vecinos del Aciscar y Purenque, una cámara de mediano tamaño, compuesta por piedra de cabecera, laterales y cubierta de mediano tamaño. En las cercanías se sitúan otros monumentos como menhires y ya un poco más lejano un segundo dolmen, semienterrado, con cabecera y piedras laterales, que delimitan una cámara, todo de tamaño medio, es decir muy parecidos a los de Caheruelas- Caballero, que sirven como referencia, y a los de las Canchorreras.
A ellos se suman el existente en la zona de Carrizales o La Ahumada de formas y tamaños idénticos a los de Las Caheruelas, con cámara y cubierta, pero sin alineación de túmulo, el cortijo Las Piñas, otro al parecer destruido en Paloma Alta, el descubierto por Juan Ignacio de Vicente y R. Pecino en 1984 a la altura del Km 74,600 de la carretera N-340, a unos 300 m. del margen de la carretera y por último el descubierto en 1986 en las cercanías del monte de San Bartolomé en Betis, completamente inédito, de pequeño tamaño en cuanto a la cámara y piedras que la componen y cubierta plana e inclinada, adaptándose a la forma de la ladera, de fuerte inclinación en aquella zona.
Conclusión
A pesar de la riqueza arqueológica y monumental descrita en este artículo, queda mucho por explorar, deben hallarse más construcciones megalíticas, en el propio Aciscar, en Purenque, El Pedregoso, Caheruelas y sobre todo en la zona de levante del municipio, en concreto en el Bujeo, Cabrito y garganta del Guadalmesí, totalmente inexplorados y sin referencia alguna hasta el momento.
Garantizando la conservación de los monumentos, su conocimiento debería propiciarse desde la creación de guías senderistas, en la mayor parte de su acceso. Un conocimiento que debe de llevar a la concienciación de la importancia del rico patrimonio monumental que nos ha legado la Historia.
Temas relacionados
No hay comentarios