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La modernidad residencial aplazada en Tarifa (y II)

Instituto de Estudios Campogibraltareños

El intento de modernidad urbanística de principios de los años 40 fue aplazado por motivos militares

Al activarse el Plan Defensivo del Campo de Gibraltar, las edificaciones fueron suplantadas por construcciones militares

Pabellones militares construidos en el solar del emplazamiento de las 24 viviendas protegidas de Alberto Balbontín.
José Ramón Rodríguez Álvarez

17 de marzo 2025 - 04:01

Bloque de 24 viviendas en la calle Batalla del Salado

Al igual que en las viviendas de la calle Amargura, Balbontín dispuso para esta actuación, también desarrollada por el Instituto Nacional de la Vivienda, al mismo tiempo que aquella, de un solar cedido por el Ayuntamiento de Tarifa. Éste se encontraba exento, en este caso, en un emplazamiento de mayor repercusión urbana debido a su situación en un margen del eje del ensanche extramuros de la ciudad, la carretera entre Cádiz y Málaga, renombrada tras su absorción urbana como calle Batalla del Salado. Era paso obligado para los vehículos que circulaban entre las citadas capitales y vía de acceso a Tarifa. Circunstancia que no pasó desapercibida para Balbontín, que en la memoria del proyecto la reseñó como “detalle digno de hacerse notar desde el punto de vista de la conveniente propaganda de las realizaciones del Instituto”.

La solución residencial anticipada primero en un anteproyecto en 1939 y luego desarrollada en un proyecto en 1940, mismo procedimiento que en su propuesta de la calle Amargura, consistía en este caso en un bloque en manzana compuesto por cuatro piezas lineales de doble crujía y dos plantas de altura dispuestas sobre las cuatro calles que delimitaban el solar. Encerraban en su interior un espacio libre al que se confiaban todos los accesos del conjunto. Un conjunto compuesto por jardines que “embellecerán el interior del edificio y proporcionarán espacio suficiente para expansión de los beneficiarios”. Y al que se accedía mediante una galería perforada en la parte central de la planta baja de la pieza situada en el lindero a la calle Batalla del Salado. Tal formalización arquitectónica, en su rotundidad geométrica y en una escala ajena a la humildad de la producción residencial de la ciudad histórica, permitía colonizar y generar orden en un nuevo territorio urbano a escasos pasos aun de la nada. Parcialmente desestructurado. Con más predominio del vacío que del lleno. Las formas y proporciones de los jardines interiores del bloque trataban de dignificar y domesticar el espacio colectivo. Asumía el rol de plaza urbana cerrada y privativa contribuyendo a dotar a los habitantes del conjunto del sentido de pertenencia y de comunidad.

Anteproyecto de bloque de 24 viviendas protegidas en la calle Batalla del Salado. Alberto Balbontín, 1939.

Las 24 viviendas que conformaban el bloque eran prácticamente iguales. Estaban compuestas de tres dormitorios, cocina-comedor, lavadero y cuarto de aseo con una superficie media de 60 m2. A las 12 viviendas de la planta superior se accedía mediante cuatro núcleos de escaleras dispuestos en cada una de las esquinas interiores del espacio ajardinado del bloque.

Al igual que en las viviendas de la calle Amargura, la orientación solar fue un parámetro determinante para la distribución de los espacios habitables en el bloque. Así, tras diversas consideraciones al respecto, tales como que “un dormitorio orientado a Levante es frío en invierno y con poco asoleamiento, y muy caluroso en verano por no recibir los aires frescos del Sur”, Balbontín llegó a la conclusión de que “la orientación ideal es la S-E y, por tanto, las orientaciones admisibles deben variar entre el E y el S. De acuerdo con este criterio hemos orientado hacia este sector el mayor número posible de dormitorios, obteniendo cincuenta y seis con huecos al Sur y al Este, diez al Oeste y dos al Norte”.

Las consideraciones materiales de la construcción del bloque y la definición de los elementos estructurales reiteraron lo enunciado para las viviendas de la calle Amargura en cuanto a un racionalismo económico sustentado en los saberes constructivos y en los materiales locales.

En lo concerniente a la composición exterior del edificio, expresada en la memoria del proyecto bajo el concepto de “decoración”, Balbontín justificó su renuncia en las fachadas a “la colocación de todo elemento que no responda a un fin utilitario. Teniendo en cuenta las características de la arquitectura popular de esta región, de líneas sencillas y colores claros, estimamos que, al llevar a la realidad este estudio el edificio resultante no desentonará de los que ya existen en la calle”. Nuevamente, como en su otra propuesta residencial en la calle Amargura, conciencia de la decoración como algo no utilitario pero no incompatible con la preocupación por dotar de armonía a la arquitectura y por integrarla en la ciudad. Capacidad de respuesta moderna, en el fondo; revestida de un ideario académico, en la epidermis.

Este proyecto corrió la misma fortuna que el de las viviendas de la calle Amargura. No fue construido. Al igual que en el caso anterior, fue reemplazado por un edificio también residencial (unos pabellones militares), construido en 1949, que, a diferencia de la residencia de oficiales que suplantó a las viviendas de la calle Amargura, sí tiene interés arquitectónico.

Proyecto de 25 viviendas protegidas en el Camino de la Isla

En 1943, con el mismo propósito de los proyectos de viviendas protegidas redactados por Alberto Balbontín, la resolución del problema residencial en Tarifa, se proyectó esta actuación, cuyo autor no ha podido ser identificado. Al igual que en los proyectos de Balbontín, en unos terrenos propiedad del Ayuntamiento de Tarifa y ubicados fuera del recinto amurallado de la ciudad, en el camino que conectaba su centro histórico con la isla de Las Palomas. Se trataba de unos terrenos contiguos a la avenida del Generalísimo, hoy de la Constitución, bordeando el paseo de la Alameda, junto al puerto, en un sector baldío aún sin colonizar por la ciudad.

Terrenos cuya aptitud para la construcción de las viviendas previstas se justificó en base a su constitución homogénea de tipo arenoso, que evitaba recurrir a procedimientos especiales de cimentación; y por su elevación sobre la pleamar en más de dos metros, que facilitaba la evacuación de las aguas residuales a través de un colector en funcionamiento en el extremo de los terrenos, capaz de recibir el aumento de caudal generado por la actuación.

El número de viviendas proyectadas, de tipo unifamiliar agrupado, era de 25. Con la misma superficie construida, 71,25 m2, igual coste, 21.802,50 pesetas, e idéntico programa todas ellas: tres dormitorios para dos camas, cocina- comedor y cuarto de aseo con inodoro, ducha, lavabo y pila de lavar. Además de las viviendas se proyectó un almacén para los servicios del pósito.

La implantación del conjunto sobre los terrenos se resolvió mediante la agrupación en un mismo bloque de dos viviendas unifamiliares.

Planta tipo del proyecto de 25 viviendas protegidas en el Camino de la Isla.

Así se originaron 12 bloques iguales. La vivienda número 25, impar, determinó en su imposibilidad de agrupación con otra un bloque con la mitad de las dimensiones de los anteriores. A su mitad vacante se conectó un edificio destinado a pósito. Procurándose así la continuidad de todas las piezas del conjunto. Todos los bloques residenciales eran de una única planta de altura y cubierta plana. Con una fuerte relación formal, en su configuración cúbica, despojada y abstracta, con la arquitectura vernácula de Tarifa.

Los bloques se articularon entre sí en esquema de peine, mediante un muro trasero común, dejando espacios libres entre sí. Con los que además de resolver los accesos a las viviendas se les procuró a estas un adecuado aprovechamiento del soleamiento y de ventilación cruzada, ya que todas las viviendas contaban con doble orientación. Disponían así de óptimas condiciones higiénicas.

A la derecha, las edificaciones militares finalmente construidas en el emplazamiento reservado para las 25 viviendas protegidas. Fotografía de los años 50 del pasado siglo.

El conjunto se adaptó geométricamente al irregular lindero frontal, al Camino de la Isla, mediante un escalonamiento en la agrupación de bloques. Otro elemento que rompió la uniformidad del conjunto, y con ello simbolizó su carácter principal y colectivo, era el edificio del pósito. De mayor altura y con mayor afán expresionista, quedó determinado por dos volúmenes de distintas alturas articulados por una torre intermedia que contenía una escalera.

Este proyecto tampoco fue construido. Al igual que los proyectos de Balbontín redactados entre 1939 y 1940 en las calles Amargura y Batalla del Salado, fue suplantado por distintas construcciones con destino militar: chalés para mandos y equipamientos castrenses.

Un perfil de habitantes sustituido

El perfil de los habitantes que contemplaban los tres proyectos pioneros anteriores estaba conformado por personas humildes, del sector del mar principalmente, pilar de la economía tarifeña del momento. Un perfil al que dotar de unas condiciones residenciales dignas, con adecuadas condiciones de salubridad. Se manejaban desde configuraciones plurifamiliares con distintos planteamientos en base a la preocupación moderna sobre la vivienda higiénica mínima.

Y así se recogió literalmente en algunas de las memorias de esos proyectos, citadas anteriormente algunas de ellas. Por tanto, ese perfil de habitantes modestos fue el germen de la arquitectura moderna en Tarifa. Desde el ámbito teórico, ya que los tres proyectos pioneros con los que la reflexión moderna irrumpió en la ciudad no fueron finalmente construidos.

De modo que esos primeros usuarios de urgencia, de procedencia local, fueron sustituidos en su rol de destinatarios de la arquitectura moderna por el contingente militar de Tarifa, de procedencia mayoritariamente foránea. Contingente que se había venido incrementando con la puesta en marcha del Plan Defensivo del Campo de Gibraltar a finales de 1939 y que supuso una fortificación del litoral de ese ámbito ante el temor franquista a una invasión anglo-francesa desde Gibraltar.

Artículo publicado en el número 61 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños. Octubre de 2024.

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