Presentación guía de patrimonio
Fotos de la presentación de la guía de patrimonio de Tarifa de Andrés Sarria
Historia de Tarifa
Salta a la vista el carácter islámico del casco histórico de Tarifa, que se origina con los llamados barrios de la Almedina y Aljaranda. Este entramado callejero se ha modificado con el correr de los siglos, habiendo desaparecido algunos espacios públicos. Es el caso de la placeta de los Afligidos, edificando en su lugar la residencia militar de oficiales en la década de 1940. Además, la Aljaranda o barrio de Jesús se transformó en buena medida al construir un grupo de viviendas populares, inaugurado en 1966.
La escalonada callecita Almedina, de breve y fuerte subida, recibe el nombre del árabe al-madïna, significando la ciudad. Hace referencia a la primitiva población musulmana de Tarifa, cuya puerta de ingreso al primer recinto amurallado aún se conserva aquí.
La antigua calle del Águila se renombró en 1897 Aljaranda “por ser la entrada principal de la villa en tiempos de la dominación árabe, penetrando por ella el Rey D. Sancho el día de la reconquista”. Desde entonces no ha variado su nombre.
Este tan tarifeño término Aljaranda parece proceder del prerromano granda, indicando terreno pedregoso y estéril. Su evolución a jaranda se relaciona con la influencia del árabe en la lengua romance. Sabemos que existen en España numerosos lugares llamados Granda y Jaranda, o con el diminutivo Jarandilla. Lo cierto es que en documentación municipal de la Tarifa de comienzos del siglo XVIII aún se habla de la subida “a la Jaranda...”. Y de ahí a pronunciarlo aljaranda solo hay un pasito, que los vecinos dieron sin mucho especular sobre el asunto.
Bajada del Macho es ese callejón en recodo y sin salida que desciende por la izquierda conforme subimos la calle Aljaranda. Debe su título al prominente espolón o macho, resto del torreón que se alzaba en la muralla islámica, que aún resiste en pie y es bien visible desde el patio de la Casa de la Cultura.
Muy cerca de la iglesia de Santiago se encuentra la plazuela Pomponio Mela, en honor a este geógrafo hispanorromano que vivió en el siglo I d. C. Nació en Tingintera (Algeciras), aunque ha sido tomado por tarifeño basándose en que antiguos historiadores juzgaron que Tingintera era Tarifa. Antes fue plazuela del Duque, sin que sepamos a ciencia cierta si por el duque de Medina Sidonia o bien por el de Medinaceli, ambos con importantes intereses en Tarifa en el pasado. De hecho, aún se rotula como calle Duque el lateral de la plaza en el que hay algunas viviendas.
Se llama plaza de Santa María por la iglesia de este nombre existente aquí, edificada tras la conquista cristiana a finales del siglo XIII. Ahora está desacralizada y destinada a uso cultural.
En documentación histórica es señalada a veces como la “plaza de Tarifa”, y también la “plaza de la ciudad”, que es lo mismo que decir la Plaza Mayor. Y como tal ha sido siempre considerada, a pesar de su ubicación apartada del centro urbano y de no haber tenido fácil el acceso.
Las Cortes de Cádiz decretaron que las plazas principales de todas las poblaciones españolas habrían de nombrarse de la Constitución, en homenaje a la Carta Magna aprobada en 1812. Así que este fue el primer cambio del nombre, pasando a denominarse plaza de la Constitución.
Pero por muy corto tiempo, porque se rotuló plaza de Fernando VII tras la vuelta de éste al trono en 1814, una vez acabada la guerra de la Independencia. Este título se grabó en lápida de mármol, que un jefe militar de guarnición en la Isla de las Palomas pretendió renovar a su costa en 1817, incluso levantando un obelisco en el centro de la plaza para fijarla. Finalmente, tal monumento no fue erigido.
Con la insurrección militar del teniente coronel Rafael del Riego en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) en enero de 1820 comenzaba el Trienio Revolucionario (1820-1823), reinstaurándose la Constitución de 1812. Durante este agitado periodo político retomó el nombre de plaza de la Constitución.
En septiembre de 1823 fue restablecido el absolutismo monárquico, dando paso a la Década Ominosa (1823-1833), nominándose entonces plaza Real. Pero de por medio acaeció que el coronel Francisco Valdés, con un grupo de liberales, ocupó Tarifa en agosto de 1824. La placa con el título de plaza Real fue destruida, aunque se reparó y restituyó en su sitio en septiembre, después de ser expulsados los revolucionarios por las fuerzas realistas.
Con la llegada al trono de la jovencísima reina Isabel (1833-1868), se nombró plaza de Isabel II. No obstante, al sobrevenir la etapa política conocida como Bienio Progresista (1854-1856), recobró una vez más el título de plaza de la Constitución.
Durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874) pasó a llamarse plaza de la Revolución de Setiembre de 1868, tal como atestigua la lápida milagrosamente conservada y ahora depositada en dependencias del castillo.
Restablecida la monarquía borbónica con Alfonso XII (1874-1885), fue designada nuevamente plaza de la Constitución. Al cabo, el Ayuntamiento decidió en 1902 rebautizarla con el título de plaza de Alfonso XII, “bondadoso, cuanto desgraciado monarca”. Curiosamente, aparece como plaza de Alfonso XIII en un plano oficial fechado en 1909 y en algunas postales de la época, lo cual es simplemente un error.
La instauración de la Segunda República en 1931 conllevó un nuevo y radical cambio en la nomenclatura callejera. Se rotuló plaza del 14 de Abril, por ser la fecha de la proclamación del régimen democrático republicano.
Luego, la sublevación militar iniciada el 18 de julio de 1936 contra la República fue otro hito en la alteración de nombres de calles. Así, en el pleno de 17 julio 1937, “se adoptó por unanimidad el acuerdo de rotular la plaza de esta ciudad, que se denominó anteriormente del ‘14 de Abril’, por la del ‘18 de Julio”. De modo que durante toda la larga etapa del franquismo vino en llamarse plaza del 18 de Julio.
Después del régimen franquista, y por acuerdo municipal de 17 de noviembre de 1983, la plaza retomó oficialmente su nunca olvidado título de Santa María.
Popularmente, es conocida como plaza de la Ranita, por la fuente existente en el centro del jardín, decorada con una vistosa rana de cerámica en cada una de las ocho puntas del estanque; y también como plaza del Ayuntamiento, por ubicarse aquí la Casa Consistorial desde el año 1884.
La calle del Privilegio es muy posible que así fuese rotulada en 1782, cuando el corregidor Nicolás Mª Dávalos elaboró un listado de nombres que habrían de ponerse “a las calles y plazas de la ciudad con el conocimiento de los caballeros regidores y otras personas instruidas y de mucho conocimiento en lo antiguo”.
Esta denominación se refiere a la carta puebla otorgada a Tarifa por Sancho IV en 1295 concediendo franquicia tributaria parcial y otros beneficios a fin fomentar la repoblación y el comercio y, sobre todo, para reforzar la defensa por su condición fronteriza con los musulmanes.
En febrero de 1873, con la I República, se produjo su primer cambio de nombre, designándola calle (del) Desengaño, que suena a pasión y a desventura amorosa de algún despechado amante. Sin saberlo a punto fijo, puede que más bien tenga que ver, dado el contexto revolucionario de aquel momento, con el desencanto respecto del célebre privilegio, de cuyos beneficios solo unos pocos se habrían aprovechado, mientras que el pueblo llano continuaba en la más absoluta miseria. En cualquier caso, este nuevo título solo estuvo vigente durante un año, retomando en marzo de 1874 el de calle del Privilegio.
En diciembre de 1879 se nominó calle Marqués de Francos, por el militar y político León López de Francos (1822-1898), senador y diputado a Cortes por el distrito de Medina Sidonia y Algeciras, que incluía a Tarifa. Así se le agradecía su intervención para obtener ayuda gubernamental en 1878 con que paliar los graves efectos de la sequía, con pérdida de cosechas y la ruina económica. Además, consiguió que se promulgara una real orden permitiendo una moratoria de dos años para el pago de la elevada contribución territorial adeudada por la ciudad. Por sus muchas gestiones en favor de Tarifa, el Ayuntamiento también lo nombró Hijo Adoptivo y Predilecto.
Sin embargo, no todos los ediles consideraban al marqués de Francos con méritos suficientes como para incluirlo en el callejero. A finales de 1881, el concejal Juan Gabardón proponía para esta calle el nombre de “Pedro González Valdés”, un capitán que acompañó al coronel Francisco Valdés en su pronunciamiento contra Fernando VII en Tarifa en agosto de 1824. Cuando las tropas francesas asediaron la ciudad para restablecer la autoridad absolutista, Francisco Valdés y la mayoría de los que lo seguían embarcaron para Tánger. Sin embargo, González Valdés con un grupo de liberales resistieron en el fuerte Santa Catalina, aunque pronto se rindieron, siendo conducidos a Algeciras. Fueron fusilados González Valdés y los demás detenidos, dando su vida por la “libertad y la Constitución”. Con esta justificación, en diciembre de ese año 1881 aprobó el Consistorio “que se retire de la citada calle el título que hoy tiene de ‘Marqués de Francos’, sustituyéndolo desde luego por otro en que se lea ‘González Valdés’, bajo cuyo nombre será conocida en adelante”.
Pero tampoco fue larga la vigencia de esta denominación, puesto que el 23 de febrero de 1886 acordaba la Corporación que llevase la de Obispo Calvo y Valero, en consideración de los “grandes merecimientos” de este prelado. Vicente Calvo y Valero (1838-1898), obispo de la diócesis gaditana entre 1884 y 1898, acudió a Tarifa en enero de 1886, cuando se propagó aquí la epidemia de cólera que ya afectaba a toda la provincia con fatales consecuencias. Asistió personalmente a los contagiados y promovió la reedificación del hospital de la Misericordia. Además, se sirvió de su influencia para que se procediera al urgente desvío del infecto arroyo que atravesaba la población, que se tenía por el foco propagador de la enfermedad.
Pocos años después, en agosto de 1897, hubo otra variación en el callejero, designando ahora San Mateo a la calle Calvo y Valero (o sea, la del Privilegio), pasando la contigua calle Azogue a llamarse Calvo y Valero.
La siguiente propuesta se presentó en julio de 1919, cuando algunos vecinos solicitaron que “como expresión de gratitud y con el fin de perpetuar su memoria”, se dedicase una calle al sacerdote Francisco Sánchez Marchena, que fue arcipreste de las iglesias tarifeñas e Hijo Adoptivo de la ciudad. La Corporación dispuso que la calle San Mateo se rotulase Padre Sánchez Marchena, aunque este cambio no llegó a verificarse.
En noviembre de 1932, durante la II República, algunas calles se renombraron acorde con la ideología republicana de izquierdas. Así, la entonces calle San Mateo (la del Privilegio) se llamó José Nakens, por el periodista y activista republicano y anticlerical José Nakens Pérez (1841-1926).
Estallada la Guerra Civil en julio de 1936, el coronel José Moscardó Ituarte protagonizó la defensa del alcázar de Toledo contra las tropas gubernamentales republicanas en aquellos comienzos de la contienda. Con este argumento, en octubre de ese año 1936 las nuevas autoridades tarifeñas, ya afines a Franco, aprobaban la sustitución del nombre de la calle José Nakens por el de Coronel Moscardó.
En 2010 se recuperó el nombre antiguo, si bien con una leve variación gramatical, pero de importante significación. Ahora figura en plural: Privilegios, quizás por un simple e involuntario equívoco.
Y otra novedad es que unos años antes se dio en llamar plaza Hermanos Costaleros el pequeño ensanche que presenta esta calle al confluir con la plazuela del Mesón, o lo que es lo mismo, con la calle de Guzmán el Bueno.
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