Nombres de las calles de Tarifa (III)

La calle Colón es la de la puerta lateral del mercado. Siempre se llamó calle de la Fuente, hasta que en julio de 1891 el Ayuntamiento decidió rotularla San Hiscio, aunque al parecer este cambio de nombre no se llevó a cabo

La calle General Vives, entre las de la Luz y Jerez, era previamente llamada Libertad, y aún antes, calle de la Flor.

Nombres de las calles de Tarifa (I)

Nombres de las calles de Tarifa (II)

Calle de San Francisco, a la que da nombre la iglesia de San Francisco de Asís.
Andrés Sarria Muñoz

18 de agosto 2024 - 02:00

Entre Puerta de Jerez y la iglesia de San Francisco

La calle (del) Peso, que arranca junto a la Puerta de Jerez, debe el nombre a haberse dispuesto aquí en tiempos pasados el repeso de los productos sujetos a arbitrios para su venta dentro de la población.

En 1873, con la I República, fue rotulada calle Bohórquez, por Cristóbal Bohórquez Gómez, natural de Ubrique, considerado un “mártir de la Libertad”. Fue ejecutado en 1869 al haber participado en el levantamiento federalista que estalló en la Sierra gaditana capitaneado por Fermín Salvochea.

Recuperó su tradicional nombre del Peso en 1874, pero en 1895 se le volvió a cambiar. El nuevo título fue calle Infanta Isabel, por Isabel de Borbón, hermana de Alfonso XII, agradeciendo su aportación económica para ayudar a los vecinos más perjudicados por las catastróficas lluvias de ese año.

Tras proclamarse la II República en abril de 1931, se rotuló calle Capitán García Hernández, en memoria de este militar, contrario al régimen monárquico, que había sido ajusticiado junto a Fermín Galán en diciembre de 1930.

En julio de 1937, ya con ayuntamiento franquista, se nombró calle Calvo Sotelo, en honor del político José Calvo Sotelo (1893-1936), “gran patricio y glorioso mártir de España y de la Cruzada Nacional”, asesinado por fuerzas armadas republicanas en los días previos al comienzo de la Guerra Civil.

Y últimamente, en 1983, se le restituyó su inmemorial título de calle Peso.

La calle del Peso discurre entre la Puerta de Jerez hasta la calle Colón.

La calle Jerez baja desde la Puerta de Jerez hasta la plaza de San Hiscio casi en paralelo a la calle de la Luz. Basándose en antiguos libros de historia, en 1863 se renombró calle de Osiris “por recuerdo del General que mandó la primera batalla que se dio en estos campos y en España, año de 1759 antes de Cristo” (sic).

Este gazapo histórico fue reconocido por el Ayuntamiento en 1891, dedicando entonces la calle a Andrés de Velasco, que en el siglo XVI defendió los derechos de la villa contra los abusos del marqués de Tarifa. Pero por lo visto no llegó a rotularse así, puesto que en agosto de 1897 pasó directamente de Osiris a llamarse calle San Hiscio.

Solo durante unos meses ostentó este último nombre, porque en diciembre de ese mismo año 1897 se designó calle del Conde de Niebla.

Ya en el siglo XX, desde noviembre de 1923, fue calle (Miguel) Primo de Rivera, por el general y a la sazón presidente del Directorio Militar que gobernaba España, y que visitaría Tarifa en 1925.

Esquina de la calle Jerez con Calderón de la Barca.

Luego, en 1937, fue rotulada calle José Antonio Primo de Rivera (hijo del citado general), destacado político de derechas, fundador de la Falange Española y de las JONS.

Por fin, en noviembre de 1983 se le repuso su primitivo nombre de calle Jerez.

Calle Colón es la de la puerta lateral del mercado. Siempre se llamó calle de la Fuente, hasta que en julio de 1891 el Ayuntamiento decidió rotularla San Hiscio, aunque al parecer este cambio de nombre no se llevó a cabo. En todo caso, en un pleno de octubre de 1892 se acordó designarla Cristóbal Colón en conmemoración del cuarto centenario del descubrimiento de América. No obstante, en algún momento posterior volvió a ser calle de la Fuente, o al menos así se deduce del acuerdo municipal de noviembre de 1932 por el que se le devolvía el nombre de Colón.

Plaza de San Julián es ese pequeño espacio entre el mercado de abastos y la calle de la Santísima Trinidad. Se nombra así por la iglesia consagrada a este santo en el antiguo convento de los monjes trinitarios calzados, con entrada por este lado sur del edificio.

El postigo de San Julián fue abierto muy posiblemente en 1835 para comunicar el paseo de la Alameda con la plazuela de San Julián y el recién inaugurado mercado. En 1875 se instaló un motor para bombear el agua de un pozo existente aquí para el riego de los jardines y limpieza del mercado, por cuyo motivo fue llamado popularmente callejón o boquete de la Bomba. Es conocido asimismo como boquete de la Alameda.

Calle de San Julián, entre las plazuelas de San Julián y la de San Martín.

La calleja San Julián pasó a llamarse calle de Ruiz Pons en febrero de 1873, a los pocos días de proclamarse la I República. Eduardo Ruiz Pons (1819-1865) fue un periodista y político republicano considerado mártir “de la Libertad” al haber sido represaliado y forzado al exilio. Aunque la calle no lució este nombre por mucho tiempo, ya que en marzo de 1874 recuperó el de San Julián.

Plazuela de San Martín es su denominación tradicional. Tras producirse el alzamiento del teniente coronel Rafael del Riego (1 de enero de 1820), hubo cambios en el callejero, designando calles con nombres de personajes afines al régimen liberal. Así, en abril de 1820, el Ayuntamiento determinó rotularla como “Plaza del Inmortal Quiroga”, por el general Antonio Quiroga y Hermida, que acompañó a Riego en el dicho pronunciamiento militar. Sin embargo, en 1823 recobraba el nombre de plaza de San Martín.

En febrero de 1873, con la I República, fue nominada plazuela de Suñer y Capdevila [Francisco] (1826-1898), médico y político republicano, que ejerció como alcalde de Barcelona y ministro de Ultramar. Al finalizar este periodo político de nuevo fue plaza de San Martín, en marzo de 1874.

A comienzos de 1935, el Ayuntamiento acordó darle el nombre de Cardenal Cisneros, que hasta entonces designaba a la antigua calle Sol, si bien el cambio no se hizo efectivo. Y en marzo de 1943 determinó llamarla plaza de Oviedo, pero tampoco funcionó, manteniéndose su inmemorial título de San Martín.

Entre Puerta de Jerez y la plaza de San Hiscio

La calle dedicada a Nuestra Señora de la Luz, patrona de la ciudad, fue siempre, y lo sigue siendo, una de las arterias más importantes de la población. Pese a su mucho protagonismo y méritos en el devenir de la vida vecinal, la crónica que se puede hacer sobre su denominación no puede ser sino muy escueta. Tanto que se reduce a decir que el nombre de la calle no ha variado desde que así se rotulase, quizás en 1782. El primer registro documental que encontramos es de 1788, y se refiere a ella con un simple y llano “calle de la Luz”, y así, sin más añadido, se vino nombrando después.

Calle de Nuestra Señora de la Luz o simplemente calle de la Luz.

La calle General Vives, entre las de la Luz y Jerez, era previamente llamada Libertad, y aún antes, calle de la Flor. A pesar de que el Ayuntamiento había resuelto en 1900 nombrarla Moreno de Mora, este nombre terminó por asignarse a la calle de la Luna.

Pasó de ser calle Libertad a General Vives en abril de 1924, honrando así a Pedro Vives Vich, un militar y político que fue nombrado Hijo Adoptivo y Predilecto de Tarifa en agradecimiento a su valiosa intervención para aprobar el proyecto del puerto tarifeño.

Luego, en noviembre de 1932, se acordó designarla calle de Pi y Margal, nombre que en su momento llevó la calle de la Santísima Trinidad.

Durante la Guerra Civil, puede que en 1937, recuperó definitivamente la denominación de General Vives.

Cerca de la anterior, la calle Calderón de la Barca dibuja un zigzag entre la calle de la Luz y la de Jerez. Fue en 1897 cuando se dedicó al gran dramaturgo español del siglo XVII. Anteriormente se llamó calle Vergonzosas, en posible referencia a localizarse aquí algún garito o sitio de mujeres públicas.

La calleMaría Antonia Toledo se rotularía así probablemente desde 1873 en honor a esta notoria tarifeña, que vivió en el siglo XIX y contribuyó mucho a la educación de niñas pobres. Empleó parte de sus caudales en costear y mantener una escuela, conocida como el Beaterio, junto a la iglesia de San Francisco. Y para más señas, Mª A. Toledo Parra fue dama en la Corte de la reina Isabel II.

La calle Mª Antonia de Toledo fue antes llamada de la Portería.

Con anterioridad, esta calle se llamaba de la Portería, tal vez por desembocar aproximadamente frente a la puerta del antiguo convento trinitario, en la actual calle Colón.

Pintor Agustín Segura es la calle, antes llamada Horno de Peña, que discurre en un zigzag desde la placeta de San Martín hasta la calle Mª A. Toledo. El afamado artista local Agustín Segura Iglesias (1900-1988) fue declarado Hijo Predilecto de la ciudad el 19 de abril de 1945. Y en ese mismo pleno municipal se acordó “dar el nombre de tan ilustre pintor a la calle Horno Peña”.

La plaza de San Hiscio es la siempre conocida como plaza del Perulero, por haber tenido aquí vivienda un tal Juan Fernández de Riofrío, apodado el Perulero, al que se atribuye ser indiano regresado de Perú. En el cambio del nomenclátor callejero de agosto de 1897 se decidió dedicar esta plaza a Fernando VI, pero ni siquiera llegó a rotularse así. El Consistorio rectificó en diciembre de ese mismo año, nombrándola plaza de San Hiscio en honor del que es uno de los copatronos de Tarifa.

Plaza de San Hiscio, siempre conocida por la del Perulero.

La calle de San Francisco y otras aledañas

La muy estrecha y recta calle de San Francisco, entre Sancho el Bravo y Santísima Trinidad, debe su nombre a la iglesia de San Francisco de Asís, que tiene aquí su entrada lateral. En 1873 fue rotulada calle de Nicolás Salmerón, por el presidente de la I República, pero esta denominación apenas perduró un año, porque en marzo de 1874 recobró la de San Francisco. Durante la II República se llamó calle de Joaquín Costa, por el historiador, político y jurista Joaquín Costa Martínez (1846-1911), destacado representante del movimiento regeneracionista español. Finalmente, durante la Guerra Civil retomó de nuevo su ancestral nombre de San Francisco.

La calle del Lorito es una de las más peculiares de la población. En principio eran dos: Baja del Lorito, que se refería solo el corto tramo que se ve desde la calle San Francisco; y Alta del Lorito, que iba desde la plaza de San Hiscio, recta pasando Baja del Lorito hasta doblar para enlazar con la Calzada por el actual callejón de San Joaquín.

En 1788 se cerró el trozo alto entre Baja del Lorito y San Joaquín, añadiendo ese terreno a la casa cuya fachada daba a la calle San Francisco. Así, Alta del Lorito quedó dividida en dos: la parte alta unida a la calle Baja del Lorito, mientras que la parte baja, la que da a la Calzada, siguió llamándose, paradójicamente, Alta del Lorito. Este callejón ya sin salida fue también conocido popularmente como Rincón de Yesca; aunque más bien debió haberse dicho de Illescas, por haber tenido aquí su casa un tal José Illescas Gómez y sus descendientes.

La calle del Lorito, con su característico pasillo aéreo, que data de 1837.

En 1897, Alta del Lorito y Baja del Lorito pasaron a llamarse San Joaquín y Santa Ana, respectivamente. Y desde 1936, Santa Ana se rotula calle del Lorito.

La calle Cervantes discurre entre las calles San Francisco y Carnicería. Está dedicada al insigne autor del Don Quijote desde 1897. Hasta entonces fue conocida como calle del Alcantarillo o también del Cantarillo. Una probable razón de esta denominación es que por aquí se iba al puentecillo que hubo entre la calle Inválidos y la esquina del hospital de la Caridad. Esta suposición se sustenta en que a los puentes de un solo tragante, y este lo fue, se les llamaba igualmente alcantarillas. Al respecto, recordemos que la palabra alcantarilla proviene del árabe al-qantara, significando puente.

La calle Inválidos, entre Sancho el Bravo y Carnicería, quizás deba su nombre a que aquí tuvo su vivienda un capitán que era inválido o bien perteneció a la compañía de Inválidos que estuvo de guarnición en la ciudad a comienzos del siglo XIX. Esto es lo que se desprende de cierto documento fechado en 1813 que habla de una casa en la “calle de la que llaman del capitán Inválido”.

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