El oppidum de Bailo, un asentamiento bátulo-púnico en la Sierra de la Plata, Tarifa
Observatorio de La Trocha - Nuestro arte prehistórico
La Silla del Papa fue abandonada justo cuando se fundaba Baelo Claudia, la ciudad hispanorromana en la costa
En los últimos años se han llevado a cabo investigaciones y trabajos de limpieza que han revelado secretos ocultos durante siglos
Fotos del asentamiento Turdetano de la Sierra de la Plata en Tarifa
La Necrópolis de final de la edad del bronce en la Sierra de la Plata, Tarifa

Vamos a sumergirnos en el fascinante relato de la Silla del Papa, un auténtico tesoro arqueológico que ha iluminado nuestro entendimiento sobre la Edad del Hierro y el periodo romano-republicano en la región meridional de la península ibérica. Este enclave arqueológico, situado a escasos kilómetros de Baelo Claudia y en proximidad a la costa africana, se erige como un testimonio excepcional de casi un milenio de ocupación, desde el siglo X a.C. hasta la época de Augusto. Lo que hace extraordinaria a esta zona no es solo su extenso periodo de existencia, sino también su valiosa contribución a la comprensión de momentos clave de la historia antigua del extremo sur peninsular.
En los últimos años se han llevado a cabo investigaciones y trabajos de limpieza que han revelado secretos ocultos durante siglos. En una extensión de aproximadamente 14 hectáreas hemos confirmado la excelente conservación de estructuras habitacionales y elementos de fortificación. ¡Imagina descubrir estratos arqueológicos que abarcan desde el Bronce Final hasta el cambio de era, desvelando diversas fases de ocupación a lo largo del tiempo! Una hipótesis intrigante ha surgido: ¿Podría la Silla del Papa haber sido el antiguo emplazamiento de la Bailo prerromana? Esta sugerencia, planteada por diversos investigadores, gana fuerza gracias a estudios recientes. La conexión con otros oppida cercanos, como Obba (Jimena de la Frontera), Lascuta (Alcalá de los Gazules) o Asido (Medina Sidonia), respalda la teoría, especialmente al hallar monedas libio-fenicias similares.
Lo más impactante es la estructuración urbana única de la Silla del Papa en la ensenada de Bolonia, con una continuidad de ocupación que precede a la fundación de Baelo en la costa. Este descubrimiento no solo amplía nuestra comprensión de la historia antigua, sino que también añade una nueva dimensión a la rica cultura de nuestro pasado. La Silla del Papa es verdaderamente un testamento vivo de épocas pasadas que merece ser explorado en profundidad. En la cima imponente de la majestuosa Sierra de la Plata se ubica un impresionante enclave fortificado que se alza con majestuosidad, ofreciendo una vista privilegiada de la sorprendente costa. Este sitio no solo proporcionó a sus antiguos residentes un refugio estratégico, sino que también suscita nuestra curiosidad acerca de cómo lograron superar los desafíos para alcanzar tan elevada posición. Visualiza un paisaje donde las defensas naturales se entrelazan con la narrativa histórica. Las rocas que emergen y un manantial inagotable actúan como guardianes, otorgando a este asentamiento las comodidades esenciales.
Las rocas, que adoptan la forma de una cresta, no solo añaden carácter al lugar, sino que también influyen en la disposición de la población. Entre dos barreras naturales, se crea un corredor angosto de aproximadamente 400 metros de longitud y que oscila entre 25 y 80 metros de ancho. Visualiza la plataforma donde habitaban estas antiguas personas, un cuenco inclinado hacia el norte, con terrazas que aún hoy en día son visibles. Aunque la topografía original se ha perdido entre capas de sedimentos, algunas áreas revelan incluso el primer piso de las viviendas, siendo un testimonio tangible de eras pasadas.
Al recorrer este corredor descubrimos bloques y sillares que narran la historia de antiguos muros destruidos y abandonados. Las rocas que se alzan en el corredor presentan caras prácticamente verticales, con alturas impresionantes que oscilan entre 5 y 20 metros. Lo sorprendente es que estas formaciones rocosas fueron sistemáticamente aprovechadas para sustentar estructuras habitacionales de diversas alturas, como evidencian las numerosas muescas y entalles que han resistido valientemente el paso del tiempo. Este lugar encierra secretos fascinantes que nos invitan a explorar y reflexionar sobre la ingeniosidad de quienes lo habitaron.
Imagina un antiguo barrio abrazado por formidables murallas naturales en la parte más elevada de este enclave. Este lugar, que se extiende por cuatro hectáreas, evocaba una sensación de seguridad, especialmente considerando que estas murallas eran prácticamente inaccesibles, a excepción del lado norte, el acceso principal al oppidum desde el valle y la fértil llanura de la laguna de la Janda. Las aberturas en las paredes rocosas en los lados oriental y occidental eran como portales, ingeniosamente diseñadas para cerrarse con muros en seco. Aún hoy en día, podemos observar vestigios de estos muros, con pequeños portones y accesos secundarios.
No obstante, investigaciones recientes sugieren que los habitantes antiguos no se limitaban solo a la zona protegida por las rocas, sino que se expandían por áreas dentro de las murallas. Increíblemente, estas zonas vacías podrían haber servido como plazas para las tropas e incluso para el ganado, ampliando el oppidum de 4 a 12 hectáreas ¿No es asombroso? En su última etapa, este lugar experimentó su apogeo urbano. En la parte más alta, una calle se erige como el corazón de este antiguo barrio, con evidencias cerámicas que datan aproximadamente entre 175/150 y 50/25 a.C. Para añadir un toque fascinante a la historia, una torre rectangular con bloques almohadillados fue descubierta en el rincón suroeste. Los artefactos recuperados coinciden con la misma época, alrededor del siglo I a.C., sugiriendo la posibilidad de que la torre estuviera ocupada por los seguidores de Sertorio.
Es crucial señalar que esta datación provisional se basa en hallazgos superficiales, por lo que se necesitan más investigaciones para confirmar estos descubrimientos. Un dato curioso: a pesar de la riqueza de hallazgos, no se encontraron rastros de terra sigillata en todo el lugar. ¡Una ausencia intrigante! Además, la Silla del Papa fue abandonada justo cuando se fundaba Baelo Claudia, la ciudad hispanorromana en la costa. ¿Coincidencia? Esta conexión nos lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que estemos ante la primera Bailo, y posiblemente el mons Belleia, especialmente al considerar el nombre y su ubicación estratégica frente a la bahía de Tingis, al otro lado del Fretum Herculeum. Un emocionante enigma arqueológico que continúa desvelando los misterios de nuestro pasado antiguo.
Sumerjámonos en el apasionante enigma histórico de la Silla del Papa y su papel fundamental durante el período de las guerras civiles romanas. Al explorar los detalles temporales, nos encontramos reevaluando el escenario propuesto por P. Sillières y L. Callegarin. Sorprendentemente, no se vislumbra ninguna señal de abandono o declive en la Silla del Papa durante la segunda mitad del siglo I a.C., en pleno período "sertoriano". Más bien, este período nos brinda un conjunto significativo de materiales que están relacionados con muchas de las estructuras arquitectónicas que hoy admiramos en la superficie del sitio.
Es en la segunda mitad de ese mismo siglo, cuando los elementos datados comienzan a disminuir considerablemente, culminando en el abandono definitivo del oppidum durante la época "augustea". Frente a estos nuevos datos, es esencial abordar nuevamente este tema, considerando tanto el contexto general de la historia del estrecho de Gibraltar entre los siglos II y I a.C., como las contribuciones científicas recientes de los equipos que exploran la ensenada de Bolonia. Para comprender el papel de Baelo y la Silla del Papa en las guerras civiles, es crucial analizar las opciones de travesía del Estrecho. Aunque la parte más estrecha conecta África con la región costera entre el Peñón de Gibraltar y la Isla de las Palomas de Tarifa, resulta ser la ruta menos favorable debido a los vientos y corrientes oceánicas.
La travesía marítima más equilibrada en distancia y facilidad de navegación conecta precisamente Baelo con Tingis al oeste, siendo este último el puerto preferido según Estrabón. Controlar el puerto en esta travesía se convierte en una necesidad geopolítica esencial para los poderes en busca de dominio en la región del Estrecho. Así, entendemos la importancia estratégica de los enclaves de Baelo y la necesidad de medidas defensivas específicas en la Silla del Papa. ¡Un relato intrigante que revela las complejidades y la importancia estratégica de esta región en la historia antigua.
Viajemos atrás en el tiempo, unas cuantas décadas antes del tumulto de las guerras civiles en el siglo I a.C., hasta los días de las guerras lusitanas, donde los relatos de los historiadores romanos nos transportan a una época repleta de intrigas y fascinación en la región del Estrecho. Este lugar estratégico ejercía una atracción magnética tanto en las fuerzas indígenas rebeldes, conocidas como "lusitanos", como en los propios romanos. Nuestra ventana a este intrigante periodo se abre a través de los capítulos 55-57 de la obra ibérica de Apiano, nuestra principal fuente, aunque lamentablemente perdemos detalles en los libros de otros historiadores, como Tito Livio. En el año 154 a.C., el líder lusitano púnico realizó incursiones hasta el océano, incorporó a los vetones a su ejército y asedió a los blastofenicios, pueblos sometidos a los romanos, establecidos según se dice por Aníbal el cartaginense como colonos libio-fenicios.
En el 153 o 152 a.C., otros lusitanos bajo Caucainos desafiaron a Roma, devastaron el territorio en el suroeste y atravesaron el océano cerca de las Columnas de Hércules, lanzando incursiones en África. El año 151-150 a.C. vio a L. Licinius Lucullus aniquilar a los lusitanos cerca de Gades. En el 147, Viriato derrotó a Gaius Veilius cerca de Tribola, posiblemente refugiándose los romanos en Carteia. En el 145, Fabius Maximus Aemilianus se instaló en orsôn y cruzó el estrecho hasta Gades, mientras Viriato atacaba y aniquilaba a un gran número de romanos. En este breve periodo entre el 154 y el 145, vemos dos intentos de los lusitanos de cruzar el Estrecho, logrando el éxito en una ocasión. Los romanos, en plena huida, se refugiaron en Carteia y otros, en medio de la lucha, se dirigieron a Gades para realizar sacrificios en el templo de Heracles. Un detalle interesante es la denominación de los habitantes del Estrecho como blastofenicios, un término que parece ser una mezcla entre bástulos y fenicios, explicado por Apiano como el resultado del traslado forzoso de africanos en tiempos de Aníbal.
Esta secuencia histórica nos presenta una región estratégica marcada por constantes movimientos de tropas, siempre en peligro y caracterizada por incursiones y expediciones desde mediados del siglo II a.C. Este contexto arroja luz sobre los eventos finales de las guerras civiles, más de medio siglo después, especialmente el episodio de Sertorio. Imagina el frenesí de aquellos tiempos en la encrucijada del Estrecho y la Bética, donde lusitanos, romanos, mauritanos y poblaciones nativas se entrelazaron en un escenario lleno de intriga y acción. Imagina embarcarte en un emocionante viaje en el tiempo, miles de años atrás, en el sur de la península ibérica, donde se tejía una historia fascinante repleta de estrategias y desafíos. Sumerjámonos en el contexto histórico que nos revela por qué la antigua comunidad bástulo-púnica de Bailo optó por un modelo de asentamiento y organización territorial tan peculiar.
En aquellos tiempos, el mar representaba una constante fuente de amenazas, y para protegerse, Bailo desplegó su ingenio con astucia. ¿Cómo? Decidieron ubicar sus recintos fortificados en lo alto de las colinas, mirando hacia el interior, mientras mantenían una vista estratégica de la costa mediante torres y otros recintos más pequeños. Visualiza la Silla del Papa, en la cima de la sierra de la Plata, dominando visualmente sobre otros enclaves fortificados. Una vista impresionante desde 457 metros sobre el nivel del mar.
Al oeste de la Bailo de la época prerromana, a unos 8 km, encontramos el Peñón del Aljibe, un centro más modesto pero estratégicamente ubicado entre la costa y el río Almodóvar. Este lugar controlaba las zonas agrícolas más productivas, conectando con la campiña asidonense. La ciudad importante de Asido (la actual Medina Sidonia), más alejada de la costa, también desempeñaba un papel clave en la regulación de la conexión entre Bailo y la bahía de Cádiz por vías terrestres. El territorio circundante de Bailo, aún por explorar en detalle, está compuesto por otros asentamientos más pequeños, como Facinas, Beis y el cerro de Los Tornos. Estos lugares estratégicos, en alturas y medias alturas, junto a los vados del río Almodóvar, permitían una comunicación rápida con la bahía de Algeciras. Una red bien pensada para enfrentar los desafíos de la época.
Aunque desde la cima de la Silla del Papa tenían una vista espectacular del Estrecho y la costa norteafricana, la línea de costa directa en la ensenada de Bolonia no era tan visible. Pero no te preocupes, ¡tenían todo bajo control! A lo largo de los siglos, ocupaciones costeras como la factoría de salazones del Anclón y el yacimiento de El Piojo mantenían una conexión visual estable con el oppidum. Además, en la cercana ensenada de Valdevaqueros, hacia el este en dirección a Tarifa, probablemente existía un asentamiento colonial, respaldado por la presencia de sarcófagos púnicos y la reocupación de hipogeos en la necrópolis prehistórica de Los Algarbes. La historia antigua de Bailo está llena de giros emocionantes y estratégicos. Descubramos juntos estos emocionantes capítulos del pasado.
Regresemos y adentrémonos en la fascinante función de este pequeño recinto, una vez más actuando como el vínculo entre los centros coloniales en la costa y los oppida nativos. Dirijamos nuestra atención hacia la pintoresca ensenada de Valdevaqueros, donde se presume que yacía Mellaria. Imagina este lugar, donde el río del Valle se encuentra con el mar, creando un área estuarina que, influenciada por las mareas, podría haber servido como un puerto natural y punto de anclaje para barcos. Este entorno tan singular brindaba oportunidades excepcionales para el intercambio de mercancías, respaldado por la presencia de envases utilizados para salazones descubiertos en el pequeño asentamiento de Algarbes II. Visualiza la bulliciosa actividad comercial en este rincón estratégico de la antigüedad.
En la época romana, la ocupación en la ensenada de Valdevaqueros cobró fuerza con la creación del complejo industrial conocido como el vicus de Mellaria, que perduró hasta el periodo del Bajo Imperio. Este lugar ha sido tradicionalmente asociado con la famosa batalla naval sertoriana. No obstante, algunos estudiosos, al considerar los descubrimientos de excavaciones arqueológicas en Tarifa, especialmente en el cerro del castillo de Guzmán el Bueno, sugieren la intrigante posibilidad de que el nombre Mellaria estuviera vinculado al propio núcleo urbano de Tarifa en lugar de Valdevaqueros. Una trama arqueológica que nos invita a explorar los misterios de la historia en la encrucijada del pasado.
Embárcate en un viaje fascinante hacia la historia de la Silla del Papa, un lugar que desvela su riqueza arqueológica desde la antigua Edad del Hierro. Este enclave estratégicamente elegido destacaba por su impresionante vista panorámica y defensas naturales proporcionadas por imponentes afloramientos rocosos verticales que rodeaban gran parte del oppidum. La protección natural fue tan efectiva que no requirió la construcción de una muralla defensiva completa, complementándose con una muralla conservada en áreas menos escarpadas y torres estratégicas. Las torres en el extremo sur, datadas en la época republicana, eran esenciales para obtener una visión clara de la costa cercana.
En el ángulo sureste, encontramos un intrigante edificio cuadrangular sobre la superficie rocosa, cuya conexión con el oppidum aún desconocemos. Mientras tanto, en el ángulo suroeste, sobre un pequeño promontorio en la cresta occidental del afloramiento rocoso, se identificó una impresionante torre rectangular de 8,70 x 5,60 m, construida con sillares y un almohadillado rústico. Este tipo de construcción, vinculado a sistemas de vigilancia en la época republicana, presenta paralelos en la Alta Andalucía. Acompáñanos en la exploración de las huellas del pasado en la Silla del Papa y descubre los secretos de estas antiguas estructuras de vigilancia.
Hugo Alberto Mira Perales. Especialista en arte prehistórico de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la 2ª sección (Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura) en el Instituto de Estudios Campogibraltareños, Miembro del comité ejecutivo de la revista 1902 COMMITTEE, Miembro del Proyecto First Art.
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