El primer Carnaval de Tarifa en la democracia, en 1982
Retazos de Historia
Tarifa es un pueblo amante de las tradiciones y del folclore, donde se mantenía y mantiene viva la música tradicional local
La popular, coqueta y castiza plazoleta de San Martín fue el epicentro de la fiesta, aunque las actividades se extendieron a las vecinas plazuelas de Paz y San Hiscio
Historia de una portada. La fachada central de la iglesia mayor de San Mateo de Tarifa

Tarifa/En 1978 los españoles dijeron sí a un cambio de régimen político que dejaba atrás una larga dictadura. España se convertía en un régimen democrático y recuperaba sus libertades colectivas e individuales. Y con la democracia se restauraron antiguas tradiciones, como la vieja pugna entre don Carnal y doña Cuaresma.
Sin embargo, en Tarifa los Carnavales no se recuperaron en un inicio, cierto es que durante muchos años los ritmos chirigoteros se habían oído, de vez en cuando, sobre todo en la romería de la Virgen de la Luz y en alguna otra celebración, por medio de una agrupación de sonoro nombre, “Los hijos del Levante”.
Tarifa es un pueblo amante de las tradiciones y del folclore, donde se mantenía y mantiene viva la música tradicional local, de forma que en aquella eclosión de grupos de música tradicional del último tercio del siglo pasado el grupo Guadalmesí rescató viejas coplillas carnavalescas, que ya entonces solo algunos mayores recordaban, y que en tiempos habían cantado, como ellos decían, “los antiguos”. Viejas coplillas satíricas y burlonas como éstas:
El otro día vino un tío
de allá de Montevideo
diciendo que iba a subir
a la torre san Mateo
La gente creía que el tío iba a volá
o que iba subir por la electricidá
Él puso una cuerda y por allí subió
Y cuando estaba arriba
con todos se cachondeó
O aquella otra que decía:
El otro día en aquel trigo cercano
el otro día cayó allí un aeroplano
Era el correo del Chaparral,
del Pedregoso,
de Facina y Almarchal
Cuando cayeron
se hicieron mucho daño,
cuando se fueron
no dieron ni un ochavo
Los aviadores eran barbúo
eran primo hermano
del tío del Pelúo
Jóvenes y mayores observaban con envidia como localidades vecinas, y por supuesto la capital gaditana, recuperaban la fiesta más popular de todas, el Carnaval. Y de la añoranza y el deseo surgió, a finales de 1981, un pequeño movimiento ciudadano que, tras tener una reunión previa en el Casino tarifeño, con el apoyo del concejal de festejos Juan Piñero trazaron como objetivo celebrar los primeros carnavales en Tarifa en el próximo año de 1982.
Hay que destacar dentro de este movimiento la labor del Ente Cultural Guenarate y en dicha asociación cultural el papel jugado por José Serrano Doucet, convirtiéndose la Casa de la Cultura en el cuartel general de los organizadores. En ella se confeccionaron los gigantes y cabezudos, mientras la que había de ser la gran gusana fue realizada en una casa particular.
Fuera de aquel recinto la iniciativa popular se ponía en marcha y en las casas comenzaron a prepararse máscaras y disfraces, incluso dio tiempo a configurarse la primera chirigota local, “Los de la prensa”, con su tipo de viejos redactores y tipógrafos de otros tiempos.
Se diseñó un programa de actos bastante completo, que ofrecemos en estas páginas en un folleto de composición artesanal, para el viernes, sábado y domingo de Carnaval, los días 19, 20 y 21 de febrero. Siendo escogido, como lugar epicentro de la fiesta, la popular, coqueta y castiza plazoleta de San Martín, aunque las actividades se extendieron a las vecinas plazuelas de Paz y San Hiscio.
El viernes 19, a las siete de la tarde, comenzó el Gran Pasacalles del Humor que, partiendo de la Casa de la Cultura, contó con la participación de gigantes y cabezudos y una gran gusana confeccionados por Guenarate y los voluntarios que apoyaron la restauración de la fiesta. Una gusana ideada por un maestro de primaria destinado en Tarifa, Paco Gallardo, aunque se ejecución estuvo dirigida por Alfonso Sánchez. Bandas de música, chirigotas locales, grupos de disfraces completaron el desfile.
Al llegar a la plaza tuvo lugar el primer pregón del humor, que corrió a cargo del afamado y popular hostelero local Juan Luis Muñoz Alonso, que estuvo lleno de la gracia y buen hacer, con una crítica mordaz, tan propia del “sabio de Tarifa”.
Terminado el pasacalle, comenzó la verbena popular con el grupo músico vocal Evolución. Y ya al día siguiente, sábado 20, a las cuatro y media de la tarde se celebró una nueva cabalgata que recorrió barriadas de la localidad, comenzando a las seis y media en la plazoleta de San Hiscio o del Perulero el primer concurso de coros chirigotas y comparsas. A las once de la noche, durante el gran baile de máscaras en la plazoleta San Martín, tuvo lugar la elección de la diosa y ninfas del carnaval y el premio al mejor disfraz. Fue diosa aquel año Tere Baeza Collado.
El domingo 21 hubo una diana floreada, con actividades espaciadas a lo largo del día, como la elección del mejor disfraz infantil y el último baile de máscaras finalizando los festejos con el tradicional fin de fiesta y los consabidos churros de la cercana calle Colón, degustados en los cafés tradicionales que se situaban en el mercado de abasto y su zona cercana.
Pero la fiesta continuó el fin de semana siguiente, cuando un grupo muy numeroso de entusiastas, entre organizadores, colaboradores y la chirigota “los de la prensa”, se dirigieron a Cádiz a celebrar el Domingo de Piñata, acudiendo a visitar y dejar un poco de alegría en el antiguo Hospital de Mora, en el carnavalero barrio de La Viña.
De esta manera Tarifa recuperaba una de sus más viejas tradiciones, tras su prohibición durante la dictadura franquista y las imposiciones del nacionalcatolicismo. El pueblo volvió a recuperar su libertad de expresión, la crítica mordaz, el humor satírico y por supuesto el derecho a celebrar y disfrutar la fiesta.
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