Prince, el camerunés que se salvó del desierto y el Estrecho: "Cuando me detuvo la Policía en Tarifa empecé a sentirme seguro"

Rescatado por Salvamento Marítimo en 2017, narra en el libro 'El viaje de Prince' su huida hasta España tras ver como violaban a su madre

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Augustin Prince.
Augustin Prince. / Ángel Medina / Efe
José María Rodríguez (EFE)

16 de enero 2025 - 14:22

Tarifa/El joven camerunés Augustin Prince (Pouma, 2000) ni siquiera se había planteado emigrar cuando se vio cruzando la frontera de Nigeria con los gritos de su madre aún resonando en la cabeza: "¡Huye!". Con 16 años, atravesó cuatro países, perdió amigos en el desierto, se salvó de milagro de morir en el Estrecho y solo se sintió a salvo al pisar Tarifa.

"Yo solo buscaba un lugar seguro. En Nigeria no encontraba la paz. Tampoco en Níger ni en Argelia. En Marruecos, igual. Decidí quedarme en España cuando nos detuvo la Policía al llegar a Tarifa. En ese momento empecé a sentirme seguro", relata. "Ese momento" fue el 28 de octubre de 2017, el día que Salvamento Marítimo lo rescató.

Con cifras de récord en la ruta canaria, a la que sobrevivieron el año pasado casi 47.000 personas, uno de cada cinco migrantes que cruzaron irregularmente las fronteras de la UE en 2024, este joven camerunés se ha desplazado a Las Palmas de Gran Canaria para presentar en Casa África El viaje de Prince, el libro donde relata su historia, publicado por CEAR y Libros de las Malas Compañías.

Prince deja claro que él no eligió emigrar. "Mucha gente piensa que todos salimos en busca de una vida mejor y no siempre es así. En mi caso no lo fue", explica. Ni tenía destino en mente cuando abandonó Camerún, ni le movía la esperanza de abrirse un futuro en Europa que empuja al cayuco o la patera cada año a miles de jóvenes africanos. Él no emigró, huyó.

La precaria embaración en la que viajó Prince.
La precaria embaración en la que viajó Prince. / Efe

Y lo hizo tras una experiencia terrible, la de presenciar cómo cuatro hombres violaban a su madre en medio de los enfrentamientos entre comunidades francófonas y angloparlantes que estallaron en Camerún en 2016, una guerra que provocó medio millón de desplazados.

"Cuatro hombres entraron en nuestra casa y violaron a mi madre. Yo intenté salvarla, pero uno de ellos me cortó con una botella de cristal en la mano. Aquí tengo las cicatrices. Solo recuerdo a mi madre diciéndome: ¡Sal de aquí, sal de aquí!", rememora. Esa misma noche, se sumó a un grupo de personas que caminaban hacia la frontera de Nigeria huyendo de la violencia que se apoderó de Camerún.

Prince dio tumbos sin rumbo fijo durante casi un año. Aguantó unas semanas en Nigeria pendiente de poder hablar con Rosine, su madre, pero no tuvo noticias de ella. Cruzó a Níger, luego a Argelia y después a Marruecos, siempre esperando encontrar un lugar seguro.

"Sobrevivimos durmiendo en la calle, pidiendo dinero y robando. No me siento orgulloso, pero fue así", confiesa. Y por el camino, cayó en manos de los traficantes de personas, que le quitaron todo. Su peor experiencia fue atravesar el Sahara, donde Naciones Unidas calcula que han muerto, como mínimo, 6.578 migrantes desde 2014.

"En la patera te pueden salvar. Cruz Roja, por ejemplo. En el desierto nadie te va a salvar. Y muere mucha gente, mucha"

En su libro, Prince defiende que la gente suele quedarse con el drama de los naufragios en el mar, pero que el desierto es peor.

"En la patera te pueden salvar. Cruz Roja, por ejemplo. En el desierto nadie te va a salvar. Y muere mucha gente, mucha. Yo perdí a compañeros que se acostaron conmigo por la noche y al día siguiente ya no seguían con vida", explica. "El coche que nos cogió a nosotros en Níger nos dejó en la mitad del desierto. No sabemos dónde se fueron, pero por suerte volvieron. Hay coches que no regresan. Y si no vuelven, ¿qué haces? No hay comida, no hay agua, no hay nada... y el frío que hace en el desierto de madrugada es insoportable. Muere mucha gente", subraya.

La ocasión de tomar una patera a Europa se presentó en Marruecos al poco de cruzar desde Argelia. Sustituyó a un compañero que no pudo pagar el precio de los pasadores y acabó hacinado con siete hombres más en una pequeña lancha inflable de apenas tres metros.

Salvamento grabó un vídeo al rescatarlos en el estrecho de Gibraltar que habla por sí solo: la lancha se llenaba de agua con cada ola, sus ocupantes llevaban una pierna por fuera porque no cabían y todos trataban de remar, ya que motor se había averiado. A esa hora, Augustin ya había llegado a la conclusión de que más que jugarse la vida, se había "pagado la muerte".

"Todo ocurre de noche. Si hubiera sido por la mañana, yo no me subo a esa barca, pero de noche no sabía nada, no se veía"

¿Por qué embarcó en tales condiciones? "Todo ocurre de noche", contesta, "si hubiera sido por la mañana, yo no me subo a esa barca, pero de noche no sabía nada, no se veía. Me di cuenta al amanecer. A las 8.00 de la mañana de aquel día me hice muchas preguntas sobre por qué había arriesgado tanto la vida, por qué estaba ahí. Fue horrible. Me vi muerto. Estaba seguro de que me iba a morir".

Aunque desde que pisó tierra ya se sintió "en paz", las cosas no le fueron bien de inmediato: estuvo en un centro detención para extranjeros, sufrió pesadillas recurrentes que le hacían hablar en sueños y tuvo que batallar para demostrar que tenía 17 años, porque las autoridades no le reconocían como menor. Cuando lo logró, la dicha le duró poco: al cumplir 18, de nuevo a dormir en la calle.

La Fundación Raíces y la CEAR le ayudaron a encauzar su vida, formarse como cocinero y regularizar su situación por la vía del arraigo, ya que le denegaron el asilo. Hoy tiene trabajo e, incluso, ha podido permitirse volver a Camerún a ver a su familia.

Ahora, Prince intenta devolver lo que ha recibido explicando a jóvenes de Camerún los riesgos de emigrar de forma irregular a Europa y ofreciéndoles una alternativa laboral en su país. Para ello ha creado su propia fundación. Se llama Rosine, como su madre.

Entradas a nado en Ceuta

Hasta 36 personas inmigrantes, entre ellos catorce menores de edad, han conseguido entrar a nado en Ceuta en los dos últimos días aprovechando las adversas condiciones meteorológicas, que han motivado un incremento inusual en los intentos de entrada ilegal. Los migrantes aprovecharon las malas condiciones meteorológicas en el mar, con viento y fuerte oleaje, para intentar estas travesías clandestinas al entender que las corrientes los arrastran hacia las costas ceutíes. Según han informado a EFE fuentes policiales y sanitarias, todos los intentos se han registrado a través de la frontera sur del Tarajal, después de que los migrantes se lanzaran al agua desde las costas de Castillejos. En la jornada del martes accedieron 18 migrantes, seis de ellos menores, mientras que ayer lo hicieron otros once, ocho de ellos menores de edad. La Guardia Civil, con su patrullera, tuvo que auxiliar a varias de estas personas para evitar que fallecieran ahogadas, debido al oleaje que dificultaba su permanencia en el agua. Todos los migrantes se encontraban en buen estado de salud y los menores de edad han sido trasladados a los centros de acogida de la ciudad.

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