Cuando Mario Vargas Llosa puso de moda el término "pichula" para lamentar su relación con Isabel Preysler

El fallecido Nobel de Literatura hispano-peruano rechazó en un texto de 2020 su deriva sentimental en Madrid con Preysler, con la ruptura que se confirmaría dos años después

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Isabel Preysler y Mario Vargas LLosa.
Isabel Preysler y Mario Vargas LLosa. / Europa Press

La polémica prendió con fuerza en enero de 2023 cuando se rescató la lectura del relato Los vientos de Mario Vargas Llosa que habia escrito en 2020, cuando su relación con Isabel Preysler comenzaba a declinar aunque, según ella a través de su entorno, vivía muy a gusto en la mansión de Puerta de Hierro. El Nobel, fallecido el pasado domingo, rompía con quien había sido su amor durante ocho años en diciembre de 2022, cuando Preysler lo anunciaba directamente en la revista ¡Hola! A raíz de saberse la ruptura acaecida en vísperas navideñas, desde el entorno del escitor se señalaron los reproches que se vertían desde el distópico relato que había pasado desapercibido para el gran público en 2021. Vargas Llosa regresaba con sus hijos y con quien fue su mujer, Patricia Llosa, durante cincuenta años, y su círculo familiar se felicitaba del regreso y hacía ver las incomodidades y frustraciones que había vivido con su pareja en Madrid. "Él se decantaba por la cultura, ella por el espectáculo", se resumía sobre los motivos la ruptura.

En palabras literarias de Vargas Llosa es más sincero a través del protagonista narrador de Los vientos: lamenta haber guiado sus actos "con la pichula" en lugar de la cabeza. Un cambio abrupto en la historia ficticia con reflejos autobiográficos. La esposa del personaje fallece sin poder despedirse (tal vez era el temor del propio escritor) y ese protagonista deambula con la mente perdida por un Madrid del futuro donde la Cultura ha desaparecido. Da bandazos por esas ciudad que ya apenas reconoce, sucio de sus propios excrementos y a la búsqueda del único amigo que le da refugio. En el satírico Los vientos Vargas Llosa traslada sus percepciones personales en el pandémico 2020 a través de un relato de pesadilla de un anciano que sufre demencia intermitente.

Vargas Llosa rescataba un término sincero y de raíces profundas en el español: "pichula", sustantivo que nombra al miembro viril con una franqueza que resuena especialmente en Chile y Perú. A través del relato, con esa ironía de "haber pensado con la pichula en lugar de la cabeza", la palabra cruzaba fronteras y se colaba con picardía. Ese subrayado causó gran disgusto en Isabel Preysler. Se sintió ultrajada e incluso su primer marido, Julio Iglesias, salía en su defensa en la revista ¡Hola!.

La raíz de esa "pichula" peruano-chilena deriva del "picha" peninsular que utilizamos como expresión recurrente en media España. Es un término de origen medieval que viene de la onomatopeya "psss", que imita el sonido de hacer pis. De ahí su vínculo con "pixar" (mear, en catalán) o incluso "pijo". Desde el norte de España, donde nació, la palabra viajó al sur y cruzó el Atlántico, adoptando en Andalucía ese tono más coloquial y cariñoso, casi como un comodín verbal, más allá de su alusión sexual directa.

La "pichula", perdón por la insistencia, que puso de relieve Vargas Lolosa para burlarse de su ruptura tiene palabras hermanas en el léxico coloquial como "pichurra", es decir, "churra", que en Andlaucía también utilizamos con vocativo cariñoso o irónico. En Los vientos el fallecido escritor desató todo su sarcasmo íntimo.

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