Del capote al balón: Morante Jr., hijo del mítico torero de La Puebla, se cuela en la Selección Sub-18

José Antonio Morante Antúnez cambia el pase de pecho por el pase en profundidad en su debut con la selección española juvenil. “El balón da menos cornás”, sentencia con finura

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Del capote al córner: Morante Jr., hijo del mítico torero de La Puebla, se cuela en la Selección Sub-18
Del capote al córner: Morante Jr., hijo del mítico torero de La Puebla, se cuela en la Selección Sub-18

Algeciras/Si uno escucha José Antonio Morante Camacho, tal vez piense en un funcionario. O en un buen nombre para una calle. Pero si decimos Morante de la Puebla, la cosa cambia: se abre el albero, suena la banda y huele a puro. Ahora, un nuevo Morante pide paso, pero no en la Maestranza, sino en el césped de Las Rozas. Se llama José Antonio Morante Antúnez, lleva el arte en los genes y el balón en la zurda. Y ha sido convocado por la Selección Española Sub-18.

Con 17 años y una carrera que va tan rápida como una arrancada de Vinicius pero con más compás, el hijo del maestro debuta en la Ciudad del Fútbol con el descaro propio de quien creció entre verónicas y chilenas. En un vídeo difundido por la Real Federación Española de Fútbol, el chaval se presenta con la gracia heredada: “Hasta después de la comunión quería ser torero. Pero a mi padre le cogió el toro, vi lo que era la recuperación y dije: el balón da menos cornás”.

Desde la banda —porque es extremo, no cantaor—, Morante Jr. encara, centra, asiste, y cuando marca, no lo celebra con aspavientos sino con un derechazo al aire, elegante, como si el banderín fuera toro bravo. En el Betis, donde juega en la División de Honor Juvenil, ya lo tienen calado: clase, inteligencia táctica y un pie izquierdo que parece sacado del taller de un orfebre sevillano.

Su camiseta, con el nombre “Morante Jr.” sobre el dorsal 17 —el mismo que llevó Joaquín en sus años de leyenda verdiblanca—, ya circula entre los fieles del Villamarín. Y mientras el Betis lo moldea con mimo, la Federación le ha abierto las puertas de la roja, en una concentración donde ha recibido un mensaje especial: Dani Ceballos, su ídolo y amigo, le mandó una videofelicitación que mezcla afecto y bromas. “Al final te vas a hacer futbolista y no torero, como tu padre te decía”, le dice el mediocampista del Real Madrid, que presume en el cuádriceps de un tatuaje con una verónica del padre. Lo más parecido a tatuarse el arte.

Morante hijo habla con modestia pero apunta alto: “Me piden que aporte mi descaro, mis centros al delantero y que me acople al equipo lo más rápido posible”. Lo dice desde Las Rozas, balón bajo el brazo, capote al hombro, en una imagen que no sabemos si es un retrato costumbrista o una portada de una revista deportiva.

Su padre, que siempre fue tan aficionado al fútbol como al temple, lo sigue de cerca desde Portugal, donde reside por motivos de salud. Años atrás organizaba pachangas en La Puebla, entre tentaderos y tertulias. Zidane, confiesa el joven, era su ídolo: “Mi padre decía que quería torear como Zidane jugaba”. Y en ese espejo parece mirarse también Morante Jr., zurdo, elegante, con esa cadencia andaluza que convierte un regate en un muletazo.

En el Betis están encantados. Lo firmaron de mediapunta, lo adaptaron a delantero centro, y ahora lo ven rendir en banda derecha con una polivalencia que haría palidecer a cualquier defensa. Con 1,82 de altura, zancada larga y mentalidad de veterano, ya ha capitaneado partidos pese a ser de primer año. “Va por delante de su generación”, aseguran los técnicos.

Así que si usted ve a un chaval con el 17 a la espalda, celebrando un gol con aires de torero, no se extrañe. Es Morante Jr. que cambió el estoque por las botas, la montera por las medias verdes, y el pase natural por el pase al hueco. Y todo, como quien no quiere la cosa, sin que le pille el toro.

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