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En la ensenada de Bolonia, en Tarifa, se encuentra la Cueva del Moro, un enclave natural en el que se conservan pinturas rupestres que alcanzan los 20.000 años de historia, siendo estas más antiguas que las de bisontes de la Cueva de Altamira.
La cueva se convirtió en un santuario paleolítico con el descubrimiento del arte rupestre allí ubicado que halló Lothar Bergmann. En este enclave de dos pisos, un abrigo rocoso situado en el Parque Natural del Estrecho, se encuentran distintos grabados de caballos de gran valor histórico.
La Cueva del Moro forma parte del conocido Arte Sureño, un conjunto de más de 160 cuevas y abrigos de la provincia de Cádiz en el que se han encontrado manifestaciones de arte rupestre. En este caso, se calcula que las pinturas alcanzan los 20.000 años, perteneciendo al Paleolítico Superior.
La figura más destacada del enclave es una yegua embarazada. Es la más grande de todas, alcanza las dimensiones de 103 x 78 centímetros y está rodeada de otros caballos a su alrededor. No obstante, los animales no son los únicos protagonistas, también hay zonas en las que se ubican conjuntos de puntuaciones de color rojo.
Los grabados están distribuidos por dos pisos que marcan etapas distintas. Mientras que en el inferior en el se hallan los animales, datados en el Paleolítico Superior, en el segundo se pueden ver los puntos que podrían tener su origen en el Post Paleolítico.
La Cueva del Moro, situada a más de 40 metros de altura y con una entrada complicada, cuenta con la protección de varias vallas, algo insuficiente para evitar actos vandálicos, puesto que ha sido perpetrada en varias ocasiones para convertirse en el lienzo de grafitis.
Frente a la cueva se encuentra el Mirador del Ojo del Moro desde el que se puede disfrutar de grandes panorámicas de las Sierras de Fates y San Bartolomé, además de Bolonia y su Duna.
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