'La Piedad', una de las obras más importantes que pueden conocerse en el Museo Ortega Brú de San Roque

Las instalaciones albergan más de 160 obras del insigne imaginero de San Roque

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'La Piedad'.
'La Piedad'. / Ayuntamiento De San Roque
A. G. R.

31 de julio 2023 - 07:00

Luis Ortega Brú, el reconocido imaginero de San Roque, cuenta con un museo dedicado a sus obras en la parte alta del Palacio de los Gobernadores de su ciudad natal. Allí pueden verse más de 160 obras inéditas que hacen un recorrido desde la imaginería barroca hasta las nuevas tendencias abstractas y expresionistas, aunque una de las piezas más destacadas es la escultura de La Piedad.

La Piedad está esculpida en madera policromada y ha sido restaurada por el hijo del artista, Luis Ángel Ortega León. También hay otras grandes obras como La Resurrección, compuesta por cinco figuras que representan la resurrección de Cristo elaboradas en madera de cedro.

Los trabajos del imaginero se distribuyen en tres etapas la sevillana en la que realiza obras de la importancia del misterio de Santa Marta, el Cristo de la caridad y el Cristo del Baratillo; la madrileña en la que desarrolla la escultura en los museos de cera de Barcelona y Madrid y trabaja en el misterio del Descendimiento de Jerez; y la nueva etapa sevillana en la que figuran obras como las de la Sagrada Cena, San Gonzalo el Descendimiento de Málaga o el retablo mayor de la ermita de la Vera Cruz en Manzanares.

Para visitar el museo, puedes hacerlo de forma gratuita de lunes a viernes de 8:00 a 15:00. Además, hay opción de concertar otros horarios llamando al 956 78 01 06.

La Piedad

Datada en 1963, la obra es un conjunto tallado en madera de pino en la que se encuentran separados el Cristo de la Virgen. El trabajo fue presentado en esa misma fecha en el salón de Otoño de Madrid, consiguiendo el Primer Premio de Escultura.

No fue hasta finales de los años 70 cuando se restauró la imagen. De tamaño natural, el artista quiso hacer un réplica para acabarla en policromía, aunque en el proceso de restauración realizó cambios en los aparejos e inicia la mancha de color del Cristo, proceso que no llegó a completar.

El conjunto está sobre un triángulo equilátero de dos metros de base por dos metros de altura. El Cristo también es de la misma medida y se descompone en una línea en zig zag de tres trazos, el tres y el dos son los números de la proporción y la armonía interna de la obra. Es más una escultura que una imagen procesionable.

La Virgen, por su parte, en la construcción de sus paños evoca la deformación de las elevaciones y visiones estéticas del Greco. Puede observarse la cara de dolor con la boca abierta y profunda, un perfil fuerte y un movimiento curvo del cuello. La sombra y la envoltura del manto aportan dramatismo, aunque contrasta con la línea ingenua, juvenil y tierna de la Virgen de las Angustias.

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