El Arrastre de Latas, una tradición de origen algecireño nacida en 1900

El 5 de enero es un día mágico para todos los niños del país, pero lo es aún más para los pequeños algecireños que, además de recibir a los Reyes Magos y disfrutar de su visita en las cabalgatas, participan en el tradicional Arrastre de Latas, un evento que tiene origen en Algeciras en 1900, según los datos aportados por la Asociación de Emprendedores del Patrimonio Algecireño (Aepa 2015).

En los últimos años, otras localidades del Campo de Gibraltar están acogiéndose a esta celebración centenaria que consiste, como bien indica su nombre, en arrastrar latas por las calles de la ciudad con el objetivo de llamar la atención de Melchor, Gaspar y Baltasar, única parte que coincide en todas las leyendas que rodean su origen.

Más de un siglo después de la celebración del primer Arrastre, esta tradición se ha convertido en una de las fiestas más esperadas de la ciudad en la que participan decenas de miles de niños y adultos con creaciones hechas de latas recicladas. Cada año, las esculturas que recorren las calles son más impresionantes, organizándose un concurso que premia a las más originales y creativas.

Cuenta la leyenda...

Hay tres historias que esclarecen el origen de esta fiesta típica de la ciudad. La más conocida es la leyenda escrita en el cuento de Juan Ignacio Pérez El gigante Botafuegos.

En la obra, el autor recupera la historia de un gigante llamado Botafuegos que vivió en Algeciras. Este no quería que los niños recibieran regalos de Reyes, por lo que encendió una hoguera para provocar una humareda que cubriera la ciudad e impidiera que Melchor, Gaspar y Baltasar avistasen tierra.

En ese momento, los niños algecireños salieron a la calle a hacer ruido con sus latas para guiar a sus Majestades de Oriente hasta sus casas y evitar así la niebla creada por Botafugos.

Otro de los relatos se centra en épocas de pobreza. Los niños de Algeciras se quedaron sin regalos, por lo que sus padres les dijeron que los Reyes se habían olvidado de la ciudad; así pues, decidieron que todos los años harían un llamamiento haciendo ruido por las calles del municipio.

La última de las tres historias más conocidas relata que era una forma de mostrarle a los Reyes que sus juguetes estaban viejos. Los niños salían a la calle a arrastrar sus juguetes de hojalata y hacían ruido para pedir unos nuevos.