El Brujo y su viaje en busca de la verdadera realidad llena el teatro Paseo de la Velada de La Línea

Cultura

El gran actor interpretó versos y escenas dramáticas de hace siglos con un toque de actualidad

Hoy domingo hay una nueva oportunidad para disfrutar de este espectáculo

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El Brujo durante una actuación de su espectáculo 'El viaje del monstruo fiero'
El Brujo durante una actuación de su espectáculo 'El viaje del monstruo fiero' / Web de El Brujo

La Línea/El Brujo ha llegado a La Línea y ha convertido al teatro Paseo de la Velada en un lugar suspendido en el tiempo. Su obra El viaje del monstruo fiero juega a dos bandos entre la ficción y la realidad, llevando a su público a dudar de todo y a saberlo también todo, todo a la vez.

El actor es tan experimentado en las obras del Siglo de Oro y la literatura dramática de todas las épocas que ya tiene como amigos a Julieta de Shakespeare o al mismísimo Quijote de Cervantes. Con ellos va de la mano en este espectáculo en el que, acompañado por la iluminación de dos candelabros, una calavera y un músico que apunta los énfasis a nota de violín, exprime la actualidad con un tono juglaresco capaz de hacerse entender y querer por cualquiera que esté dispuesto a dejarse llevar.

Con un esmoquin, la camisa por fuera y unas zapatillas deportivas, el aracelitano se vale de todo el escenario para dudar, pensar, olvidar y darle la vuelta al asunto, a cualquiera. Con un repertorio actualizado de última hora (incluso hubo tiempo para comentar la travesía de la princesa Leonor recién comenzada desde el puerto de Cádiz a bordo de El Cano), el actor se metió al teatro a rebosar en el bolsillo y se los llevó de viaje en busca de ese monstruo que, como adivinanza, fue trazando el hilo conductor de los desvaríos.

En este espectáculo, al igual que en otros de su cantera, El Brujo reflexiona sobre la vida a través del teatro. Y es que los actores tienen ese poder, el de ser muchos otros para poder ver desde otros prismas, mezclaros hasta conseguir una fórmula compleja que se acerque a la realidad. Todo ello da lugar a un caleidoscopio lleno de dudas en continuo cambio. ¿No es quizá eso la vida?

Machado, Santa Teresa o López Vázquez se hicieron presentes en el escenario a través de la particular gesticulación del personaje hecho actor, capaz de resucitar a la poesía. Con un foco cenital golpeando sobre su cerebro encrespado, la oscuridad de su cavidad bucal parecía ser un pasaje directo hacia el universo entero, una caverna por la que se colaba luz y salían desperdigadas ideas que juntas tenían sentido.

El ritmo trepidante de este collage dramático que es El viaje del monstruo fiero está repleto de giros humorísticos, de certezas y de grandes dudas, tanto que es imposible afirmar si se trata de una improvisación desmedida o de una actuación medida al detalle. La esencia de esta obra apoya la tesis de El Brujo que, como un gran científico de la metafísica, plantea la duda de la existencia, de las palabras, de la realidad.

Hasta el final del espectáculo, Rafael Álvarez repite que está a punto de comenzar la obra, que todavía no. Como u niño diligente capaz de abrir puertas en muros macizos, en ocasiones solemne, siempre certero, transforma la historia y el futuro para jugar al escondite sobre un escenario del que nunca desaparece. Una suerte es que El Brujo venga, tanto como para él es venir a La Línea, así lo confesó antes de que cayera el telón en un teatro sin una butaca vacía. Hoy domingo hay otra oportunidad, la última por ahora, para dejarse vivir por un espectáculo que es todo un viaje, tan fiero como caricioso.

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