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La historia que esconde la plaza de toros de La Línea

Plaza de toros de La Línea. / Andrés Carrasco
A. G. R.

22 de junio 2023 - 06:00

La plaza de toros de La Línea, al igual que la de San Roque, es una de las más antiguas de Andalucía. El coso linense, además, destaca por una peculiaridad, es un polígono regular con un número impar de lados, y, según cuentan las historias locales, pudo ser construida gracias a la calderilla procedente de las ventas diarias de la Bodega de Ramírez.

El Arenal, nombre con la que se ha bautizado muchos años después, se inauguró el 20 de mayo de 1883. 140 años corren ya en su historia desde que en la festividad del Corpus Christi de dicho año pisaran por primera vez la arena Antonio Carmona "El Gordito", Salvador Sánchez Povedano "Frascuelo" y Antonio Ortega "El Marinero" para lidiar los toros de Teresa Núñez de Prado.

"Circula entre los ancianos del lugar una anécdota en la que se cuenta que el coste de las obras de la plaza de toros fue pagado en calderilla, aprovechándose gran cantidad de ella que se hallaba acumulada en una habitación de la Bodega de Ramírez. Se dice que resultante de las ventas diarias de dicha bodega, cuyos dueños también poseían los terrenos al norte del Huerto de Pedro Vejer y promotores de la nueva plaza de toros, y que ante la imposibilidad de dar salida a aquella pequeña fortuna, decidieron emplearla en la construcción de un edificio. Tanto los jornales como los materiales de construcción fueron pagados con aquella calderilla, cinco céntimos (una perrilla) por cada ladrillo, diez céntimos (una perra gorda) por cada carga de piedra de Sierra Carbonera, y un real por cada losa labrada", rememoran D. Ramos y L. J. Traverso en un reportaje para este periódico.

Las obras para la construcción de la plaza comenzaron en 1880. La estructura tendría forma de polígono regular de 49 ochavas, dos cuerpos y 11 puertas, con techumbre soportada con columnas y arcos de mampostería, no obstante, cuando casi todos los arcos estaban acabados, uno de ellos se desprendió y arrasó con los demás. A cuenta de ello, las obras tuvieron que comenzar de nuevo y se realizaron modificaciones en el proyecto original, siendo sustituidas las columnas de mampostería por pilares de maderas. Tres años después, en 1883, la obra concluyó con éxito.

La primera corrida que acogió El Arenal hizo lleno absoluto. El entonces alcalde, Andrés González Rojas, fue el encargado de presidir el acto inaugural acompañado de las autoridades de Gibraltar y la comarca. A partir de ahí, por el coso han pasado grandes figuras del toreo.

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