'El Lagar' de Palmones: un refugio cultural que alimenta
Gastronomía
En invierno abren los jueves y viernes para almuerzo y cena y los sábados y domingo solo almuerzos
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El Lagar es un lugar lleno de secretos que saltan a la vista. En cada esquina un detalle: una guitarra que cuelga de los cielos, el susurro de una canción, una fotografía en blanco y negro. Este espacio indefinible, que funciona como tasca, espacio cultural, bar de comidas y lugar de encuentro, se ubica desde hace 17 años en la avenida de Andalucía de Palmones, rodeada de otros muchos establecimientos con diferentes ofertas gastronómicas.
Su hermosa buganvilla te llama desde lejos. Esta frondosa planta da cobijo a una coqueta terraza que también tiene algunas sombrillas que parecen llegadas desde muy lejos, también de otros tiempos. Mesas y barriles se reparten por el espacio al aire libre, en el que las personas van llegando como si pusieran un pie en su casa.
Eva es el el corazón de El Lagar. Querer montar un negocio a su gusto, dar de comer bien y crear un espacio cultural fueron las bases de lo que es hoy este establecimiento, del que no te puedes ir sin probar la tortilla de patatas. Y es que no hay un día en el que falte un buen tortillón sobre la barra. Eva las elabora a lo grande, con verduras según la temporada. Forman también parte de este proyecto Mayte y Vanessa, dos personas que aportan su experiencia, profesionalidad y buen trato en cada servicio. Tres es un buen número para repartir tareas y en El Lagar se convierte en la cifra perfecta.
En su interior te espera un acogedor espacio ocupado en su mayoría por la cocina, una parte muy importante de El Lagar, ya que los platos se elaboran allí a diario. Funciona también como laboratorio, lugar de experimentación y creación de nuevas recetas que nos traen los aires de culturas hermanas. Una pequeña barra junto a la ventana nos permite tomar un descanso para pedir un refresco y picar algo según las recomendaciones del día.
Hace 17 años Eva le dio un cambio a su vida montando este negocio, en el que dio de lado a algunas de las normas que parecen impuestas en la hostelería para trabajar a su manera. Eva resalta que "Hemos sido pioneros en algunos cambios de horarios que se están dando ahora en la hostelería. Antes era impensable abrir solo de jueves a domingo. Me alegro de que mucha gente se haya dado cuenta de que trabajar en la hostelería de sol a sol es un error. Prefiero tener tiempo y no ser una esclava del trabajo." El local se ubica una casa antigua, de las primeras que se construyeron en Palmones. Para montar El Lagar hicieron una reforma, dejando a la vista parte de los fundamentos de la casa, como sus muros de piedra.
En El Lagar se acogen encuentros culturales de todo tipo, aunque lamentan que desde el Ayuntamiento no se dé permiso para llevar a cabo más actividades como conciertos, que son muy demandadas por la población y muy disfrutadas cuando se dan. Dispuestos a dejarse llevar, por El Lagar pasan personas muy carismáticas, artistas de todas las disciplinas con ganas de compartir y disfrutar en familia. Eva se siente muy orgullosa de que en estos 17 años nunca haya habido ningún problema en El Lagar, y es que el buen rollo define este espacio.
Sentados en la terraza, en las mesitas de la buhardilla o en la barra, podemos degustar en El Lagar desde una fabada a un plato libanés, desde un arroz a un pollo Tikka masala. Buenos vinos para regar el alma y una carta actualizada cada fin de semana son un estupendo reclamo para pasar por El Lagar a tomar un aperitivo, a comer, o a ver qué pasa. En 2007, cuando abrieron por primera vez las puertas de El Lagar, el negocio se basaba en tentempiés de latas en conserva. Poco a poco Eva fue incluyendo platos de su puño y letra que a día de hoy se han convertido en la firma de este sitio. Todos los ingredientes que utiliza en sus elaboraciones son del mercado y de temporada.
"Hago lo que me da la gana y me va muy bien" nos comenta Eva en una visita que le hicimos en El Lagar. A la hora del aperitivo no pararon de llegar clientes que ya son amigos. "Me encanta que la gente se lo pase bien, atender, sentarme con la gente, porque esto es mi casa." Y así se siente la clientela de El Lagar, en este espacio que es mucho más que un sitio para comer, es un lugar que alimenta el alma.
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