'Lacus Lingustinus', una masa de agua que ha recuperado su territorio en la provincia de Cádiz
Naturaleza
Esta bahía existía entre Cádiz y Sevilla hace 3000 años
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Quienes se hayan desplazado por carretera desde el Campo de Gibraltar hasta la capital de Andalucía tras las últimas lluvias, se habrán encontrado que, a la altura de Las Cabezas de San Juan, parecía que en lugar de cruzar el terreno se encontraban atravesando una extensa masa de agua. Como ha informado el Diario de Cádiz en un artículo, la zona anegada no es más que una antigua bahía que separaba Cádiz y Sevilla: el lago Ligustinus, que ocupaba una extensión de 60 kilómetros de ancho en su parte más ancha.
El Lacus Ligustinus, también conocido como Golfo Tartésico, fue una antigua ensenada marítima situada entre las actuales provincias de Cádiz y Sevilla, en el suroeste de la península ibérica. Este cuerpo de agua se formó por las aguas del río Guadalquivir en su tramo final antes de desembocar en el océano Atlántico, y con el tiempo se colmató, dando lugar a las actuales marismas del Guadalquivir.
Durante la época tartésica, hace más de 3.000 años, el Lacus Ligustinus cubría una extensa área que se extendía desde la actual ciudad de Sanlúcar de Barrameda hasta Sevilla, con una anchura aproximada de 50 kilómetros. Este golfo marítimo era navegable y poseía esteros laterales dependientes de las mareas. Con el paso del tiempo, la sedimentación natural fue rellenando el golfo, proceso que culminó alrededor del siglo X antes de Cristo, transformándolo en las marismas que conocemos hoy en día.
El Lacus Ligustinus desempeñó un papel crucial en el desarrollo de las civilizaciones antiguas de la zona. Su existencia facilitó la navegación y el comercio, permitiendo que culturas como la tartésica, fenicia y romana establecieran rutas comerciales y asentamientos en sus riberas. Ciudades como Sevilla se encontraban prácticamente a la orilla de este mar interior, lo que las convertía en centros neurálgicos del comercio en la antigüedad.
Estudios geológicos han confirmado la existencia de este antiguo golfo. Recientemente, fuertes lluvias han provocado inundaciones en las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva, anegando áreas que corresponden a las antiguas extensiones del Lacus Ligustinus. Imágenes satelitales han mostrado cómo las marismas del Guadalquivir se encuentran bajo el agua, reflejando la magnitud que tuvo este cuerpo de agua en el pasado.
El Lacus Ligustinus fue una vasta ensenada marítima que desempeñó un papel fundamental en la configuración geográfica e histórica del suroeste de la península ibérica. Su transformación en las actuales marismas del Guadalquivir es testimonio de los cambios naturales que ha experimentado Andalucía a lo largo de los milenios. Su legado perdura en la influencia que tuvo en las civilizaciones que habitaron sus orillas y terrenos aledaños que llegan hasta la actualidad.
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