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Todo lo que debes saber sobre cómo hay cuidar la piel después del verano

Después de los excesos del verano, toca mimarnos y prestar especial atención al cuidado de la piel

Trucos para prolongar el bronceado y estar morena más allá del verano

Cómo hay cuidar la piel después del verano en seis pasos. / M. G.
WAPPÍSSIMA

04 de septiembre 2021 - 10:00

Las vacaciones se han terminado y toca hacer balance, pero no para ver lo bien que lo hemos pasado, sino para evaluar cómo han afectado a nuestra piel y a nuestro cabello (los que más sufren en verano). Aunque ahora mismo nuestro principal objetivo sea prolongar el bronceado para estar morena más allá del verano (el exfoliante corporal es nuestro mejor amigo) y aplicar todos los consejos para recuperar el pelo sin tener que cortar, no debemos dejar de prestar atención al cuidado de nuestra piel.

Estas vacaciones hemos descansado, desconectado y disfrutado a partes iguales, pero nuestra piel no lo ha pasado igual de bien que nosotras. La sobreexposición solar, el cloro y la sal han causado estragos y ahora toca ver cómo reparar esos daños y empezar a cuidar la piel después de verano. Aunque primero debemos conocer cómo afecta el sol, el cloro y el mar sobre nuestra piel y en base a eso decidir cómo vamos a cuidar la piel después del verano. Hablamos con los expertos de Nivea, que nos dan las claves sobre el cuidado de la piel después de verano.

Para reducir los efectos dañinos del verano en la piel, los expertos de Nivea han recopilado algunos consejos para modificar la rutina de cuidado facial y corporal después de las vacaciones.

1. Usar protector solar y reaplicar con frecuencia

Es un consejo que hay que seguir durante y después de las vacaciones. Los rayos ultravioleta del sol están presentes todo el año, aunque son más agresivos en verano. Los protectores solares crean una barrera protectora entre la piel y los rayos del sol.

Hay que tener en cuenta que el roce de la ropa o el sudor reducen la efectividad de la crema solar. Por eso, se debe reaplicar con frecuencia (cada 2 horas, más o menos) en cuerpo y rostro. Igualmente, es importante que tengan filtros UVA y UVB, para que protejan de los daños que causan ambos tipos de rayos ultravioleta, y como novedad, que incluyan también agentes protectores frente a la luz azul del sol.

2. Revisar lunares y pecas

Los lunares y las pecas son lesiones pigmentadas que se deben a una acumulación de melanocitos en los primeros y del pigmento melanina en las segundas. La melanina es el pigmento natural que produce nuestro organismo para protegernos del daño solar y que también es responsable del color de nuestra piel.

En muchas ocasiones, la aparición de este tipo de lesiones se acelera tras la exposición solar. El melanoma, el cáncer de piel más peligroso, surge cuando los melanocitos, las células que producen melanina, crecen descontrolados. El melanoma suele aparecer con más frecuencia en las zonas con melanina acumulada, como los lunares y las pecas y en muchas ocasiones, aunque no siempre, aparece sobre un lunar preexistente.

Unas de las principales causas de melanoma es la exposición excesiva a la radiación ultravioleta y el número de quemaduras solares que se hayan sufrido a lo largo de la vida. Tras varios días de vacaciones, en los que hemos pasado mucho tiempo al sol, hay que vigilar que no haya cambios en ningún lunar o peca: alteración del color, aumento de tamaño... Por lo que una visita al dermatólogo es muy recomendable.

Igualmente, la luz ultravioleta del sol activa los radicales libres, que son los culpables de los daños cutáneos, como las manchas. En este caso, después de las vacaciones, es recomendable añadir a la rutina de belleza algún producto despigmentante. Estos cosméticos no solo harán que las manchas se aclaren y se reduzcan, sino que ayudarán a regular la producción de melanina para que no aparezcan más.

3. Lavar bien el rostro por la mañana y por la noche

La limpieza debe ser el primer paso de cualquier rutina facial, tanto en verano como en invierno. Pero es aún más importante cuando estamos reparando la piel. La limpieza es un paso imprescindible para que el resto de productos hidratantes penetre bien.

Durante el día y mientras dormimos, se acumulan suciedad y residuos que obstruyen los poros, y en verano aún más por el sudor. Tras la limpieza, es el turno del tónico, la crema de contorno de ojos, el sérum, la crema hidratante y, si es de día, el protector solar.

4. Añadir productos con ácido hialurónico

El ácido hialurónico es una sustancia natural, presente en distintas partes del cuerpo, que fija el agua, es decir, retiene la humedad de la piel. Por ello, tiene múltiples beneficios: mejora la hidratación, reduce las arrugas y las líneas de expresión, estimula la producción de colágeno... Además, recientemente se ha descubierto su capacidad antioxidante al reducir el daño de los radicales libres en la piel.

Gracias a todo esto, es un componente indispensable para recuperar la hidratación y el buen estado de la piel después de varios días expuestos al sol, la sal o el cloro. Actualmente, existen una gran variedad de productos enriquecidos con ácido hialurónico, desde cremas hasta sérums, ampollas o mascarillas faciales.

5. Un extra de hidratación

Para rehidratar todo el cuerpo, se puede utilizar un gel de ducha suave y que no reseque (por ejemplo, enriquecido con aceites naturales como el aceite de almendra, de jojoba o la manteca de karité, con propiedades muy conocidas en nutrir la piel).

Igualmente, para combatir la sequedad en el rostro, es importante hacer la rutina de belleza completa (limpieza, tónico, sérum y crema) y añadir una o dos veces a la semana una mascarilla facial para un complemento extra de hidratación (por ejemplo, una que contenga ácido hialurónico).

6. Exfoliación para renovar la piel

La exfoliación elimina las impurezas y los restos de células muertas, ya que las células cutáneas se renuevan cada 28 días. Pero, además, exfoliar estimula la circulación para ayudar en la renovación celular. Es un paso imprescindible para recuperar la salud cutánea después de los daños del verano, tanto en el cuerpo como en el rostro.

Las pieles más sensibles deben tener un mayor cuidado con la exfoliación y preferiblemente realizarla cada 10-15 días según su tolerancia. En cambio, las pieles grasas pueden hacerlo con mayor frecuencia, hasta dos veces por semana o incluso más veces si utilizan un exfoliante suave con la piel. El momento ideal es por la noche, para dejar que la piel descanse y se recupere durante las horas de sueño. Además, no es recomendable exponerse al sol justo después de exfoliarse.

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