Ciencia

Un equipo de geólogos predice cuándo desaparecerá el Estrecho de Gibraltar

El Estrecho de Gibraltar tiene fecha de caducidad. Llegará un día en que África y Europa vuelvan a unirse y el Atlántico y el Mediterráneo se cierren. El camino de Algeciras a Ceuta, o Tarifa a Tánger, podrá recorrerse a pie. No será, en términos geológicos, dentro de mucho tiempo: ahora va poco a poco pero se acelerará en, aproximadamente, 20 millones de años. Pero ocurrirá, según demuestra una investigación llevada a cabo por geólogos portugueses y alemanes que desarrollaron un modelo informático tridimensional gracias a una súper computadora para calcular el fenómeno. 

Este trabajo, publicado por la Sociedad Geológica de América, es el resultado de una colaboración entre profesores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Lisboa e investigadores del Instituto Dom Luiz (João Duarte y Filipe Rosas) e investigadores de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (Nicolas Riel, Anton Popov, Christian Schuler y Boris Kaus).

En el estudio demuestran que las fuerzas tectónicas del Arco de Gibraltar -la región geológica situada entre la península ibérica y África- están hundiendo la placa del Mediterráneo occidental bajo la del Atlántico en el Estrecho de Gibraltar. Es decir, sigue generando lo que se llama una zona de subducción que se desarrolló en la última cuenca mediterránea y que pocos autores consideraban que siguiera activa porque se había ralentizado significativamente en los últimos millones de años.

"Para que un océano como el Atlántico deje de crecer y comience a cerrarse, deben formarse nuevas zonas de subducción en su interior: áreas donde dos placas tectónicas convergen y una se sumerge debajo de la otra. Sin embargo, es difícil formar nuevas zonas de subducción, ya que el proceso requiere que las placas tectónicas se fracturen y se doblen, pero las placas son muy fuertes y resistentes. Una posible solución a esta paradoja es considerar que las zonas de subducción pueden migrar desde un océano al final de su vida –como el Mediterráneo– a océanos en el apogeo de su vida geológica –como el Atlántico–", explican los científicos, que defienden que los nuevos modelos geodinámicos impulsados por la gravedad que han aplicado reproducen la evolución del Mediterráneo occidental, muestran cómo se formó el Arco de Gibraltar y prueban que todavía está activo. De hecho, sugieren que se propagará más hacia el Atlántico, después de un período de inactividad, hasta invadirlo.  

“Este proceso en el que una zona de subducción invade otro océano es un proceso inherentemente tridimensional, que requiere herramientas de modelado avanzadas y supercomputadoras que no estaban disponibles hace unos años. Ahora podemos simular con gran detalle la formación del Arco de Gibraltar y también cómo puede evolucionar en un futuro profundo”, explica João Duarte, primer autor del estudio.

Los modelos también muestran cómo una zona de subducción que comienza en un océano que se cierra (el mar de Liguria, un triángulo imaginario entre el cabo Ferrat francés, la punta Di Revelatta, cerca de Calvi en Córcega, y el cabo Piombino, en la costa de la Toscana) puede migrar a un nuevo océano que se abre (el Atlántico) a través de un estrecho corredor oceánico.

"La invasión por subducción es probablemente un mecanismo común de inicio de subducción en océanos de tipo Atlántico y un proceso fundamental en la reciente evolución geológica de la Tierra", dicen estos científicos, que hablan de la creación de un Anillo de Fuego similar al del Pacífico, una cadena tectónica de 40 mil kilómetros que tiene forma de herradura y se caracteriza por una gran actividad sísmica y volcánica. De hecho allí ocurre el 90% de la actividad sísmica del planeta y concentra a la gran mayoría de volcanes activos del mundo (75%). Por eso el apellido de 'fuego'.

Y es que el descubrimiento de que la subducción de Gibraltar sigue activa también tiene implicaciones importantes para la actividad sísmica en la región. Las zonas de subducción son conocidas por producir los terremotos más fuertes del planeta. Un ejemplo es el gran terremoto que asoló Lisboa el 1 de noviembre de 1755 por el movimiento de la falla Azores-Gibraltar, a 400 kilómetros al suroeste de la capital lusa. La magnitud de aquel temblor de tierra fue de entre 8.5 y 8.7 puntos en la escala de Richter. Con su epicentro al sudoeste del Cabo San Vicente, el terremoto fue seguido de un tsunami con alturas de hasta 15 metros y causó la muerte de al menos 60.000 personas, 5.000 en España, y la destrucción casi total de la capital portuguesa.

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