Pálpito | Crítica

Pirotecnia poética

El poeta cubano Ernesto Delgado

El poeta cubano Ernesto Delgado / DS

Junto con el Premio Loewe, concedido al poeta Diego Roel, se falló el Premio Loewe a la Creación Joven –para menores de 33 años-. Ernesto Delgado (Placetas, Cuba, 1996), con Pálpito, recibió el reconocimiento. De manera resumida, y para no entretenernos demasiado, la palabra que define el libro: sensacional. El joven poeta cubano ha publicado un extraordinario primer libro de poemas, con dosis de surrealismo, imaginación, poesía en prosa. Sobresalientes las metáforas que se suceden. Un descubrimiento.

Delgado nos propone un verso torrencial, con fuerza, indómito, que conmueve y asombra. Un verso con pálpito; es decir, con emoción y música. “Raíz y relámpago nos apuntan: percátate de que llevas el imán del misterio, / de lo creciente como fósforo en la madera. / Mira a los potros sacudirse la noche / como el águila se sacude los espacios. / Entremos a donde se juntan lo inverosímil y lo probable. / Entremos al fósforo para revelarnos”, escribe Ernesto Delgado en el primer poema del conjunto.

Entramos con él para revelar lo “inverosímil” y lo “probable”, que son dos guías recomendables a la hora de orientar la construcción de un poema. Los temas del libro son lo cotidiano –el hospital, la familia, el dolor, la enfermedad, la rutina-, pero diseccionados desde una mirada sin duda alguna extraordinaria, en todos los sentidos. Qué capacidad tiene Ernesto Delgado para reformular lo tantas veces formulado, para renombrar lo que en un principio está ya dicho. La experiencia es una suma de verdad, tiempo y espacio, pero la poesía es ese lenguaje capaz de atribuir a una experiencia diferentes verdades, tiempos y espacios. Qué bien concluye el poeta en El inocente: “Son ríos mis pies en un instante de ríos. / Y todo es viento y es noche y es himno. / Todo se inclina reverenciando y me inclina. / Yo quiero mirar dentro de la armonía. / Pero las cosas me empujan hacia atrás por mi tamaño. / Pero las cosas me apartan de su pálpito. / Pero las cosas solo me dejan jugar con el silencio”.

Es fácil relacionar esa idea del pálpito –como síntesis de la poesía- con la idea del acorde en Cernuda. Y hablando de Cernuda, en este libro de Ernesto Delgado hay poesía en prosa. Un ejemplo destacado es Ínsula, con su inspiración en Cervantes. Otros versos que no nos resistimos a transcribir son los que cierra el poema Cercos: “Yo vengo del dolor como un soldado / que vuelve de todas las guerras”. O estos otros, de Desnudez: “Hay que pasar como un dios que pregunta / por qué están desnudas las cosas”.

Lo onírico y lo conmovedor. Las exactitudes en el ámbito de las interpretaciones ambiguas o contradictoras. El dominio de la música del lenguaje. Son muchos los méritos de Pálpito, los elogios que podríamos dedicar a un libro –pirotecnia poética- que bien ha merecido su premio.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios